La gente de Perarrúa y Torre de Obato comparten ermita. Es la ermita de San Sebastián, en pleno monte, lejos del mundanal ruido.
Pero una vez al año el mundanal ruido se acerca a la ermita (ahora con 4x4) y poco antes de que entre la primavera se juntan todos los lugareños para compartir romería y fiesta. Como en San Sebastián no hay petróleo no hay discusiones sobre si la ermita está en el término municipal de un pueblo o en el otro. La realidad es que se la conoce como San Sebastián de Perarrúa.
Mosén Joaquín ha sido el cura párroco de Perarrúa de toda la vida y profesor de religión en el instituto de Graus de muchos de los romeros. A sus muchos años sigue al pie del cañón y celebró la habitual misa solicitando este año ayuda para rehabilitar la bella imagen del asaetado santo, que tiene un montón de años y el privilegio de ser la única que no se quemó durante la guerra civil. Tres mil euros es el presupuesto que espera aporten los feligreses.
La tradición pasa por la misa, unas jotas, la torta y el vino, el canto de los gozos, comida infinita, cocinada en hoguera con ramas de carrasca, vino de la tierra, música que hace la romería entrañable, bendición de la carrasca que hay sobre la ermita, para que todo el mundo se lleve a casa unas hojas, y hasta baile para cerrar la jornada. El tiempo acompañó con un día inmejorable. No se puede pedir más.
Unas fotos (pueden verse a mayor tamaño clickando en ellas) y un corto vídeo (3 minutos) hecho con la máquina de fotos (por lo tanto no puede esperarse nada del otro mundo).
Pero una vez al año el mundanal ruido se acerca a la ermita (ahora con 4x4) y poco antes de que entre la primavera se juntan todos los lugareños para compartir romería y fiesta. Como en San Sebastián no hay petróleo no hay discusiones sobre si la ermita está en el término municipal de un pueblo o en el otro. La realidad es que se la conoce como San Sebastián de Perarrúa.
Mosén Joaquín ha sido el cura párroco de Perarrúa de toda la vida y profesor de religión en el instituto de Graus de muchos de los romeros. A sus muchos años sigue al pie del cañón y celebró la habitual misa solicitando este año ayuda para rehabilitar la bella imagen del asaetado santo, que tiene un montón de años y el privilegio de ser la única que no se quemó durante la guerra civil. Tres mil euros es el presupuesto que espera aporten los feligreses.
La tradición pasa por la misa, unas jotas, la torta y el vino, el canto de los gozos, comida infinita, cocinada en hoguera con ramas de carrasca, vino de la tierra, música que hace la romería entrañable, bendición de la carrasca que hay sobre la ermita, para que todo el mundo se lleve a casa unas hojas, y hasta baile para cerrar la jornada. El tiempo acompañó con un día inmejorable. No se puede pedir más.
Unas fotos (pueden verse a mayor tamaño clickando en ellas) y un corto vídeo (3 minutos) hecho con la máquina de fotos (por lo tanto no puede esperarse nada del otro mundo).
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