A estas alturas ya nadie tiene dudas de que se esta produciendo lo largamente anunciado. Los precios suben y el tirón viene vía materias primas, incluida la alimentación. Peligro por lo tanto de que el tirón se traslade a los salarios (en Europa, ya que por aquí…) y se produzca el efecto conocido como segunda ronda.
En España hemos tenido en febrero un 3,6% de aumento de precios (dato oficial, ya que la inflación real se percibe como superior, algo ya habitual). En Europa registran un 2,3%, cifra superior al 2%, y que los austeros alemanes consideran como máximo nivel aceptable.
Por lo tanto, cruzada la línea roja, ya están avisando de que van a subir tipos, noticia que los hipotecados acogerán con alegría. Menor renta disponible para ellos y menor consumo.
Pero no queda aquí el mal rollo. La subida de tipos supone mayor rentabilidad para quien invierta en euros. Por lo tanto se demandarán euros y prueba de ello es que hoy, al avisar el BCE de que puede subir tipos pronto, el dólar se ha devaluado hasta el 1,395.
Esta noticia también agradará enormemente a aquellos de nuestros exportadores que venden facturando en dólares, ya que sus productos se encarecerán.
Como vemos, llueve sobre mojado. Al problema del paro se añade ahora la inflación. La peor de las combinaciones: estanflación. No nos recuperaremos en décadas.
Culpables para la inflación los habrá a montones: revueltas árabes, chinos sedientos consumidores de gasolina, el clima, el crecimiento económico, etc. Pero culpable sólo hay uno: los yanquis por haberle dado a la máquina de hacer billetes y que ha devaluado el dólar un 40% los dos últimos años.
Al fin y al cabo, quien vende petróleo quiere que su precio se mantenga estable (como mínimo). Lo ideal sería cobrar en oro, pero dado que se les entrega dólares, nada más fácil que pedir los billetes necesarios para que su equivalencia en oro sea la misma. Si el dólar vale cada vez menos, pues se suben los precios. Es de perogrullo.
Inmemorialmente, siempre que los estados deudores han pretendido pagar sus deudas fabricando billetes, la consecuencia ha sido la inflación, que beneficia siempre a los que deben.
Para los que leen inglés les recomiendo este excelente y clarificador artículo.
En España hemos tenido en febrero un 3,6% de aumento de precios (dato oficial, ya que la inflación real se percibe como superior, algo ya habitual). En Europa registran un 2,3%, cifra superior al 2%, y que los austeros alemanes consideran como máximo nivel aceptable.
Por lo tanto, cruzada la línea roja, ya están avisando de que van a subir tipos, noticia que los hipotecados acogerán con alegría. Menor renta disponible para ellos y menor consumo.
Pero no queda aquí el mal rollo. La subida de tipos supone mayor rentabilidad para quien invierta en euros. Por lo tanto se demandarán euros y prueba de ello es que hoy, al avisar el BCE de que puede subir tipos pronto, el dólar se ha devaluado hasta el 1,395.
Esta noticia también agradará enormemente a aquellos de nuestros exportadores que venden facturando en dólares, ya que sus productos se encarecerán.
Como vemos, llueve sobre mojado. Al problema del paro se añade ahora la inflación. La peor de las combinaciones: estanflación. No nos recuperaremos en décadas.
Culpables para la inflación los habrá a montones: revueltas árabes, chinos sedientos consumidores de gasolina, el clima, el crecimiento económico, etc. Pero culpable sólo hay uno: los yanquis por haberle dado a la máquina de hacer billetes y que ha devaluado el dólar un 40% los dos últimos años.
Al fin y al cabo, quien vende petróleo quiere que su precio se mantenga estable (como mínimo). Lo ideal sería cobrar en oro, pero dado que se les entrega dólares, nada más fácil que pedir los billetes necesarios para que su equivalencia en oro sea la misma. Si el dólar vale cada vez menos, pues se suben los precios. Es de perogrullo.
Inmemorialmente, siempre que los estados deudores han pretendido pagar sus deudas fabricando billetes, la consecuencia ha sido la inflación, que beneficia siempre a los que deben.
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