Y como estoy en forma gracias al pedaleo de este invierno-primavera, me quedo a dormir por las montañas, después de haber subido al Pico Baciás en Panticosa, ya que quiero más dosis.
Al bajar al Balneario, carretera y manta, y me voy a Echo-Oza. Voy a dormir en el coche casi al pie del camino que tomaré al día siguiente para subir a esta preciosa montaña.
Encuentro que este valle es de una gran belleza. Ya hace dos años subí al Chipeta Alto, justo enfrente al punto en que me hallo. De hecho estoy entre ambas cumbres. Como es Parque Natural, o algo parecido, tengo dudas si me pueden multar por dormir en el coche. Hay más gente que tiene el mismo problema y así me junto con los que serán mis compañeros de ascensión mañana, Javier y Ángeles que viven en Barbastro, donde mañana martes es festivo.
Un pastor nos ayuda y nos dice que nos metamos en lo que era el campamento Ramiro I el Monje, campamento de Falange en sus buenos tiempos, cuya misión era comerles el tarro a los pobres chavales. No solo eso. Otra misión era darles unas palizas montañeras supremas, que al no estar en forma, lo único que conseguían era que los chicos jurasen no volver a pisar el monte (lo mismo que les ocurría a los que hacían la mili en Jaca). Dicho y hecho y los coches camuflados.
No se si ahora se utiliza este campamento por la DGA, pero en estas fechas estaba todo vacío. No hubo ningún problema en pasar la noche. Cayeron cuatro gotas y pensaba que al día siguiente ya tendríamos algo del cambio de tiempo anunciado, pero amaneció un día radiante. Un buen madrugón y subida sin perdón hacia esta montaña con su preciosa muralla en la parte alta.
Pensaba que el camino le daba la vuelta al murallón para buscar laderas más suaves, pero no. Hay un punto débil en la muralla, una canalilla fácil, que permite superar esta parte rocosa. El recorrido es corto y la subida es dura. En la parte final el recorrido sube directo, sin descanso, hacia la muralla. Parece más duro y largo de lo que realmente es.
La parte baja del recorrido transcurre por un hayedo precioso. Buena sombra asegurada ya que se parte de cota baja (1.140 m.) y el camino por el bosque dura un buen rato.
Cuando acaba el bosque se recorren verdes prados, con el camino siempre bien marcado (gracias a que es una cumbre muy visitada), dejando un refugio a la derecha (no se pasa por él).
Aquí entramos en una zona en que la tierra es de arenisca y arcilla, con un fuerte color marrón, que en contraste con el abundante verde (aquí aún predomina el clima atlántico) produce una bella estética. Realmente precioso, casi como Dolomitas.
Y sorpresa en la parte superior. Cuando se supera la muralla se sale a un pequeño y verde valle superior. De pisar piedras se pasa a un corto y verde recorrido (ópticamente parece que la cima queda aún lejos) que nos lleva a esta cumbre, con excelentes vistas hacia el Bisaurin (al que ascendí en condiciones invernales un 5-12-1988) y especialmente a la serie de cimas que van del Peña Forca, pasando por el Chipeta Alto hasta el Pic d’Anie (Auñamendi), que sobresale al fondo del valle, junto a las Agujas de Ansabere (Petrechema) y la Mesa de los Tres Reyes.
Una ascensión de 1.250 m. acumulados, que se me hizo corta gracias a que no paré de hablar, subida y bajada, con mis colegas ocasionales. A las tres estábamos abajo. Merienda en Graus, cena en Barcelona.
Nota. Esta es la montaña que el padre de Edurne Pasabán subía cada verano (veraneaban en Oza) y que nunca permitió que le acompañara en su ascensión. Se ha vengado lo suyo, la chica.
Fotos (click en las fotos para verlas a mayor tamaño).
Arriba: En la cumbre.
Abajo:
1) Cena en el paraíso verde. Al fonfo el Chipeta Alto.
2) El Castillo de Achert. Soberbia mole.
3) Ascensión por el bosque.
4) Salimos del bosque. Prados verde y camino bien marcado.
5) La muralla, más próxima ya.
6) Seguimos subiendo.
7) Camino bien marcado y el Bisaurín ya se ve al fondo.
8) Arcillas rojas y prados verdes. Un contraste muy fotográfico cerca del refugio.
9-10) Nos vamos alejando del valle.
11) Espectaculares paredes, aunque la roca no es de la calidad deseable para la escalada.
12) La canal que salva la muralla.
13) Salimos a un pequeño valle superior. La cumbre, toda verde. No me lo esperaba.
14) Cumbre. La iglesia en latón, con cajoncito para depositar papelitos.
15) Con Javier. Al fondo, a mi derecha, el Bisaurín.
16) Vista hacia el vallecito que nos hemos encontrado al salir de la muralla. Se ve el collado por donde hemos salido y luego hemos flanqueado.
17-18) Vistas desde la cumbre. La mole más grande corresponde al Bisaurín.
19) Vista desde el collado de salida de la muralla. Increíble formación rítmica de colinas formadas por la erosión.
20) Javier y Ángeles en la cumbre.
Al bajar al Balneario, carretera y manta, y me voy a Echo-Oza. Voy a dormir en el coche casi al pie del camino que tomaré al día siguiente para subir a esta preciosa montaña.
Encuentro que este valle es de una gran belleza. Ya hace dos años subí al Chipeta Alto, justo enfrente al punto en que me hallo. De hecho estoy entre ambas cumbres. Como es Parque Natural, o algo parecido, tengo dudas si me pueden multar por dormir en el coche. Hay más gente que tiene el mismo problema y así me junto con los que serán mis compañeros de ascensión mañana, Javier y Ángeles que viven en Barbastro, donde mañana martes es festivo.
Un pastor nos ayuda y nos dice que nos metamos en lo que era el campamento Ramiro I el Monje, campamento de Falange en sus buenos tiempos, cuya misión era comerles el tarro a los pobres chavales. No solo eso. Otra misión era darles unas palizas montañeras supremas, que al no estar en forma, lo único que conseguían era que los chicos jurasen no volver a pisar el monte (lo mismo que les ocurría a los que hacían la mili en Jaca). Dicho y hecho y los coches camuflados.
No se si ahora se utiliza este campamento por la DGA, pero en estas fechas estaba todo vacío. No hubo ningún problema en pasar la noche. Cayeron cuatro gotas y pensaba que al día siguiente ya tendríamos algo del cambio de tiempo anunciado, pero amaneció un día radiante. Un buen madrugón y subida sin perdón hacia esta montaña con su preciosa muralla en la parte alta.
Pensaba que el camino le daba la vuelta al murallón para buscar laderas más suaves, pero no. Hay un punto débil en la muralla, una canalilla fácil, que permite superar esta parte rocosa. El recorrido es corto y la subida es dura. En la parte final el recorrido sube directo, sin descanso, hacia la muralla. Parece más duro y largo de lo que realmente es.
La parte baja del recorrido transcurre por un hayedo precioso. Buena sombra asegurada ya que se parte de cota baja (1.140 m.) y el camino por el bosque dura un buen rato.
Cuando acaba el bosque se recorren verdes prados, con el camino siempre bien marcado (gracias a que es una cumbre muy visitada), dejando un refugio a la derecha (no se pasa por él).
Aquí entramos en una zona en que la tierra es de arenisca y arcilla, con un fuerte color marrón, que en contraste con el abundante verde (aquí aún predomina el clima atlántico) produce una bella estética. Realmente precioso, casi como Dolomitas.
Y sorpresa en la parte superior. Cuando se supera la muralla se sale a un pequeño y verde valle superior. De pisar piedras se pasa a un corto y verde recorrido (ópticamente parece que la cima queda aún lejos) que nos lleva a esta cumbre, con excelentes vistas hacia el Bisaurin (al que ascendí en condiciones invernales un 5-12-1988) y especialmente a la serie de cimas que van del Peña Forca, pasando por el Chipeta Alto hasta el Pic d’Anie (Auñamendi), que sobresale al fondo del valle, junto a las Agujas de Ansabere (Petrechema) y la Mesa de los Tres Reyes.
Una ascensión de 1.250 m. acumulados, que se me hizo corta gracias a que no paré de hablar, subida y bajada, con mis colegas ocasionales. A las tres estábamos abajo. Merienda en Graus, cena en Barcelona.
Nota. Esta es la montaña que el padre de Edurne Pasabán subía cada verano (veraneaban en Oza) y que nunca permitió que le acompañara en su ascensión. Se ha vengado lo suyo, la chica.
Fotos (click en las fotos para verlas a mayor tamaño).
Arriba: En la cumbre.
Abajo:
1) Cena en el paraíso verde. Al fonfo el Chipeta Alto.
2) El Castillo de Achert. Soberbia mole.
3) Ascensión por el bosque.
4) Salimos del bosque. Prados verde y camino bien marcado.
5) La muralla, más próxima ya.
6) Seguimos subiendo.
7) Camino bien marcado y el Bisaurín ya se ve al fondo.
8) Arcillas rojas y prados verdes. Un contraste muy fotográfico cerca del refugio.
9-10) Nos vamos alejando del valle.
11) Espectaculares paredes, aunque la roca no es de la calidad deseable para la escalada.
12) La canal que salva la muralla.
13) Salimos a un pequeño valle superior. La cumbre, toda verde. No me lo esperaba.
14) Cumbre. La iglesia en latón, con cajoncito para depositar papelitos.
15) Con Javier. Al fondo, a mi derecha, el Bisaurín.
16) Vista hacia el vallecito que nos hemos encontrado al salir de la muralla. Se ve el collado por donde hemos salido y luego hemos flanqueado.
17-18) Vistas desde la cumbre. La mole más grande corresponde al Bisaurín.
19) Vista desde el collado de salida de la muralla. Increíble formación rítmica de colinas formadas por la erosión.
20) Javier y Ángeles en la cumbre.
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