miércoles, junio 25, 2014

Treparriscos 2014 – Evidentemente estoy gafado

A las seis de la mañana bajaba en larga caravana el puerto de Pedralba en dirección a Sabiñanigo. La Quebrantahuesos y la Treparriscos reúnen ya a 11.000 ciclistas y la infraestructura hotelera de la comarca ha de dar soporte a una cifra superior ya que muchos ciclistas van con sus familias y amigos. Un agradable impacto en la comarca de nueve millones de euros, que van muy bien para la economía de la zona.

Por lo tanto, al amanecer, una legión de coches procedentes de todos los pueblos vecinos se abalanza sobre Sabiñanigo a la búsqueda de un sitio donde aparcar el vehículo.

Tuve suerte encontrando el último hueco en el aparcamiento del cementerio. Mientras que el año pasado llegué una hora antes porque debía recoger el dorsal, con el chip, y el maillot, este año me adelanté yendo el viernes a Sabiñanigo, acompañado esta vez de mi mujer, que quería ver el impresionante montaje: la zona de llegada-salida, la carpa de un gran circo contratada para alojar las mesas para servir la comida post actividad, las enormes paelleras, los camiones tráiler de cerveza con los múltiples tubos para servirla y los 50 stands.






El viernes el calor era abrumador. Mientras que el año pasado hacía frío este año se veía venir que iba a ser una fritanga. Nos costó encontrar restaurante en el pueblo y eso que la verdadera masa ciclista estaba por llegar.

Al día siguiente, a pesar de llegar más tarde que el año pasado, conseguí ponerme de nuevo en primera línea de salida. A mi lado tenía un neozelandés que había atravesado el planeta para no perderse esta orgía ciclista, probablemente uno de los eventos ciclistas más importante a nivel mundial.

Estuve de charreta con un madrileño que el año pasado había hecho la QH y este año no tenía ganas de sufrir y se había apuntado a la corta, a la Treparriscos.

Poco antes de las siete treinta, hora oficial de la salida de la QH, un drone sobrevoló nuestras cabezas y el comienzo de la carrera quedó inmortalizado. Al mismo tiempo dos grupos de fotógrafos encaramados en esas grúas que se utilizan para subir muebles a las casas,  no paraban de disparar. Y es que el espectáculo era impresionante. Durante cuarenta minutos vi desfilar más de nueve mil ciclistas por delante de mí.

Al lado tenía tres italianas cuarentonas que iban puestas como para ir de gran fiesta. Como mínimo se debían haber levantado a las dos de la madrugada para maquillarse.

Y llegó el momento. Salí precedido de los del club ciclista Lizarte que con todo el morro se colocaron delante. Uno de sus miembros fue el ganador en la corta de la Puertos de la Ribagorza. Era evidente que también querían lucirse en esta marcha.

Nos pararon bajo la salida oficial para que las autoridades se hicieran la foto de rigor y empezaba el recorrido que esta vez salía en sentido opuesto ya que la carretera por el sur está en obras.

Y en los primeros repechones (el recorrido hasta Biescas es un sube y baja permanente) aparecieron de nuevo las fuerzas del mal: el cambio no me funcionaba bien y no me entraban las tres coronas grandes. Pasadas las primeras rampas, que pude superar porque aún estaba fresco, empecé a digerir que subir Cotefablo así sería imposible. 

Ya había asimilado que en Biescas tendría que abandonar si nadie lo remediaba y apareció el primer representante de las fuerzas del bien: un ciclista que venía detrás y que oía como mis intentos de cambiar de marcha eran vanos, y así como subía a piñón más grande  automáticamente volvía a la corona donde estaba, me gritó que si me paraba me lo arreglaba en un plis-plas. Loado sea el cielo. Así fue. Le bastó con girar un tornillo (me he jurado aprender cómo va esto) para arreglarlo. Pero el arreglo no fue total. Poco después comprobé que la última corona seguía sin entrar. 

Inicié la subida a Cotefablo teniendo ya claro que había perdido tiempo. No sabía cuánto porque el Ibike había dejado de funcionar de nuevo (más adelante explico porque creo que pasa esto). Subía pensando que en los tramos más duros no podría recurrir al tranquilizador 28 dientes. Así que de vez en cuando me tenía que poner a caballito para aumentar la potencia del pedaleo. Yo soy de los que funcionan por cadencia y no por potencia. El rey de la cadencia era Amstrong que iba siempre a 100 pedaladas por minuto (y en los puertos a 90) y el rey de la potencia era Indurain: su pedaleo era lento pero movía unos desarrollos enormes, de forma que en cada golpe de pedal avanzaba una barbaridad.

Subiendo Cotefablo


Pasé por Cotefablo en 2h 22’, tiempo que deduzco gracias al video que hacen antes de entrar en el túnel donde se corona el puerto y que graba la hora de paso de todos los participantes.

Mi paso por Cotefablo


Empecé a bajar a toda pastilla superando las curvas donde están los fotógrafos situados en el descenso de este puerto. Menudo placer. Dentro de todo pensaba que podría hacer el recorrido en un buen tiempo. Pero las fuerzas del mal aparecieron de inmediato. De repente oí un ruido metálico en los radios de la rueda trasera y el que venía detrás de mí me gritó ¡tornillo! ¡se te ha soltado un tornillo! Pasé de 61,3 km/h. que iba en ese momento (el Ibike había empezado a funcionar de nuevo) a cero en un santiamén. Eso me salvó probablemente de irme al hospital. 

Momentos antes del pinchazo. Detrás viene el que me gritó ¡tornillo!




Me bajé de la bici mientras cientos de ciclistas pasaban como balas ante mí. Confusión total. ¿Un tornillo? ¿Dónde? En la bici no faltaba ni un tornillo. Lo que pasaba es que había pinchado. Y aquello no era un pinchazo. La cubierta (era nueva) estaba rajada y no tenía solución. Se lleva cámara de repuesto, pero no cubierta. Y es que esto no pasa nunca. Así que feliz como un anís me quedé al ver que me había tocado la lotería. Habían pasado cientos de ciclistas por delante y el tornillo me estaba esperando a mí. Pero, ¿y el tornillo?¿dónde estaba?

Confusión y atontamiento de ver pasar tanto ciclista gritando, con efecto Doppler incluido, “¿quééé tieNNNESS PROblemaaasss…? ¿Por qué me decían eso, si era evidente que nadie iba a parar? Supongo que era el tic amigable que te sale sin pensar.

Puestos a quedarme frito esperando al coche escoba que tardaría en pasar un montón de horas, decidí subir andando los tres kilómetros de puerto que había bajado y regresar a lo alto de Cotefablo, donde había avituallamiento y así la espera iba a ser más cómoda, con bebida y papeo, acompañado de las "Chicas de la Cruz Roja".

Subí arrastrando mi bici pinchada mientras me convertía en el bicho más observado de la Treparriscos 2014. Supongo que por la tarde todo el mundo comentaría “¿habéis visto ese que subía Cotefablo en contra dirección con la bici averiada?” Y subiendo me encontré los tornillos (varios) causantes del desaguisado, pertenecientes al guarda raíl. Esto me pasa, pensé, por ser un "limpiacunetas". Trazo tan ajustado las curvas que piso el arcén con frecuencia y un tornillo cayendo del guarda raíl puede rebotar y adentrarse en la calzada.

Llegué al collado y enseñé, nada más llegar, los tornillos a la Guardia Civil. Me hidraté, comí, charlé con las "Chicas de la Cruz Roja" y cuando llevaba ya bastante rato allí me di cuenta que había servicio de reparación de bicis puesto por los organizadores de la prueba. Puestos ya a perder el día, mejor ya reparar la rueda y el cambio de marchas y trabajo ya hecho. No llevaba ni un euro encima, pero me dieron un papelito para pagar al llegar a Sabiñanigo, en el stand de los organizadores (Chain Reaction Cycles).

Y justó cuando me dieron la bici arreglada apareció por el túnel el coche escoba con los motoristas de la Benemérita (acabaremos siendo amigos) abriendo ya la carretera. Como soy muy legal pregunté si podía echarme al asfalto. Mejor pedalear que irse al coche escoba, que además irá mucho más lento, pensé. El motorista me dijo que no había problema, pero que si me pillaban tendrían que descalificarme. ¿Pillarme?, pensé, esto no es la PR de Graus.

Me lancé Cotefablo abajo liberando la rabia contenida y mira por donde viví uno de los momentos más deliciosos que he tenido sobre la bici. Con la carretera cerrada al tráfico y ya sin ciclistas, el tener un puerto de esas dimensiones para mí solito fue algo que no olvidaré.

En solitario ya


Supongo que en los diferentes puntos del puerto por donde pasé en los que había voluntarios o Guardia Civil no les cuadró la forma en la que desfilé por delante de ellos. Si era casi el último (solo quedaban dos chicas vascas con idéntico problema en el cambio) eso debía suponer que debía ir hecho polvo. Pero era todo lo contrario. No tendré ocasión nunca más de bajar un puerto así. Al llegar a la curva del desvío a Torla/Ordesa los frenos rugieron de forma salvaje. Aquello fue una exhalación. El tema es adictivo. En la medida que superas una curva a determinada velocidad entras en la siguiente dándole más caña y cuando llegas al final del puerto vas ya como una moto.

En Broto me aplaudieron y animaron. ¡Era casi el último! De nuevo me encontraba en esa rara y desagradable situación, aunque ahora era totalmente absurda y surrealista. Supongo que tampoco les cuadraba mi velocidad, ya que no era la de un ciclista agotado.

Seguí disfrutando de carretera cerrada en solitario hasta Fiscal (aunque ya pasé a algunos colegas) y llegué a la horrible subida al puerto de Pedralba, carretera de nuevo diseño, como la de Villacarli o Foradada. Ni una sombra, solo asfalto.

Como el tiempo que iba a realizar en hacer el recorrido me importaba un bledo, me paré en el avituallamiento que había una vez cruzado el río. Allí tenía a diez jovencitas a mi disposición y así me lo hicieron saber: “como ves estamos todas a tu disposición, para lo que quieras”, me dijeron. ¿Para lo que quiera?, respondí riendo. Hombre, saltó una rápidamente entre risas, para lo que quieras... de beber y de comer… Aproveché para preguntarles si conocían la Ley de Murphy...

Una vez hidratado emprendí la subida y, a pesar de no tener nadie a la vista, a mitad de puerto empecé a pasar gente. Eran los que iban al límite. Alguno subía incluso andando. No podían con el 8%. Temperatura de 32 grados y un sol de justicia. 

Subiendo el puerto tuve tiempo para pensar en porqué se me cuelga el Ibike en las marchas ciclistas y creo que el tema está claro: al ser inalámbrico y con cientos de ciclistas alrededor, seguro que hay alguno en la misma frecuencia y el aparato se hace un lío.
Por otra parte también descubrí el porqué de la avería en el cambio: un golpe con la puerta del ascensor cuando iba al garaje de mi casa. La “flaca” es así de delicada.

Alcancé el túnel pensando que me iba a refrigerar un rato, pero nada de nada. Poco después emprendía el descenso hacía Sabiñanigo también a toda caña, aunque en esta vertiente solo hay pendiente fuerte en la parte superior del puerto y por la parte baja tienes que dar pedales de valiente.


Llegué a la meta por recorrido también diferente al del año anterior, uniéndome a los fieras que ya llegaban de la larga, entre ellos Indurain. Edurne Pasaban repitió y por lo que vi en un Twit sufrió de valiente. Y es que la temperatura era salvaje.

Llegando a meta, cabreado



Veinticuatro euros me costó la reparación, que pagué religiosamente después de cambiarme de ropa y de volver a la llegada, donde se encontraban los chavales que se portaron de maravilla reparándomela. No fui a buscar el diploma ni la medalla porque el tiempo registrado no era indicativo de nada. Me es suficiente con guardar en el recuerdo el descenso de Cotefablo, que mantendré vivo en mi memoria durante mucho tiempo.


Naturalmente el coche escoba no me había pillado y llegó hora y media después. Fue un acierto seguir, aún a costa de pasar por ser el último durante un buen rato.

Nota:

A destacar lo ocurrido en la Quebrantahuesos. Las tres ediciones anteriores fueron "ganadas" por Angel Vázquez. Pongo "ganadas" entre comillas, porque en estas pruebas no hay ganadores oficiales aunque los medios siempre acaban nombrando ganadores. Angel Vázquez es un exprofesional expulsado del ciclismo por dopaje. Y claro, acaba siempre primero la QH y se sospecha que se sigue chutando.

Como en estas pruebas no hay control antidoping (ya solo faltaría que a los aficionados nos hiciesen hacer pipí al acabar el recorrido) la organización, que ha tardado mucho en reaccionar, tiró por el camino del medio: lo dejó participar pero acordando con él que no acabaría en los puestos punteros.

Pero la cabra siempre tira el monte y sobrado de hematocrito el chaval, este año también iba primero, hasta que la organización lo descalificó en Hoz de Jaca. Eso pasa por haberlo dejado participar (aunque probablemente hay problemas legales para impedírselo).

Y un comentario a esta noticia: "Lo que tiene hasta las narices a la gente que corre la quebrantahuesos, que va allí a echarse unas risas con los amigos y a afrontar el reto personal de terminar la prueba, es que te lleguen una porrada de tíos ex-profesionales, ex-dopados y ex-todo, hasta con unidades de apoyo en carrera y bicicletas de repuesto, y se pongan allí a correr la prueba como si estuvieran en una etapa del Tour de Francia. Eso, que yo sepa, no es cicloturismo. Que la hagan prueba oficial y ya nos ponemos los aficionados a correr otra por nuestra cuenta, que organizadores no van a faltar".

Imágenes de la QH (algunas realizadas con el Drone)

 

viernes, junio 13, 2014

Inflando el PIB


La Deuda Española sigue creciendo desbocada por más recortes que se hagan ya que los gastos siguen superando a los ingresos del estado. Y es lógico: la medicina de la austeridad ha llevado a un parón económico de tal orden que el Estado se ha quedado seco, sin ingresos. Y si no entra dinero, por más que recortes, las cuentas no salen.

España tiene el compromiso de llegar al 3% (deuda/PIB) en breve (bienio 2015-2016) y visto que el PIB no aumenta, el ratio este no hay quien lo alcance y los ciudadanos de la Baviera se van a enfadar.

Por lo tanto, como la cosa no está ya para soliviantar más al personal metiéndole mano en el bolsillo de nuevo, y que al final el PPSOE se vaya a freír churros y no haya quien gobierne, aquí ya nadie se atreve a recortar. Entonces, ¿cómo alcanzar ese 3%?

Pues muy fácil, si no se puede arreglar el numerador de la fracción (deuda), se arregla el denominador (PIB). Se coge el hinchador de PIB’s y se le dan unos cuantos "manchazos" para inyectarle artificialmente PIB. 

Y a los cerebros que nos gobiernan no se les ha ocurrido otra cosa que meter en el PIB actividades que hoy en día son ilegales, como la droga, el contrabando y la prostitución y otros múltiples inventos varios, todos con el mismo fin.

¿Y cómo se sabe cuál es el PIB de una actividad ilegal? Pues ahí está la gracia, que como nadie sabe cuánto es ni hay forma de calcularlo le puedes añadir al PIB lo que te dé la gana.

Y encima cuando vengan nuevas elecciones el PP tendrá la cara de decirnos que, gracias a sus políticas, ¡mirar cómo sube el PIB!

INFAME el tema, pero bienvenido según muchos, ya que evita recortes.

miércoles, junio 11, 2014

No hay tal recuperación

Mantengo una base de datos con todo tipo de noticias. Me sirven para, de vez en cuando, hacerme un resumen de la situación, ya sea política, social o económica. Es sobre este último tema sobre el que guardo más información ya que me es más próxima y fácil de entender.

Quería ya hace días escribir un poco sobre la situación actual y tenía ya un esquema de los puntos a tratar, cuando leí un artículo magistral de José Carlos Díaz (“Economía sin pulso”) en que explicaba perfectamente el momento en que nos hallamos. Poco puedo añadir.

Nada mejor que exponer el artículo, detallando los puntos. No voy a poner un enlace, ya que así se contemplan mejor los temas (los comentarios en cursiva son míos).

Economía sin pulso - José Carlos Díez 30 MAY 2014

Un PIB miserable. Las rentas salariales siguen cayendo.

Tras el burdo PIB del cuarto trimestre para maquillar el déficit público de 2013, en el primer trimestre tocaba desmaquillar. Eliminando el absurdo crecimiento del consumo público en el primer trimestre, según el INE, el PIB cayó el 0,4% trimestral, o sea, el 2% anualizado. Por esa razón dos tercios del crecimiento del PIB se deben al aumento de los impuestos ligados a la producción.

Si nos centramos en el PIB por el lado de la distribución de la renta, que Piketty ha puesto en el centro del debate económico mundial, vemos que las rentas salariales volvieron a caer en el primer trimestre. Las causas las tenemos que buscar en el mercado de trabajo y en los efectos inesperados de la reforma laboral. El total de horas trabajadas cae con fuerza hasta los mínimos de la crisis alcanzados en el primer trimestre de 2013.

La masa salarial total sigue cayendo. Incluso en el sector de comercio y hostelería, beneficiado por el aumento de la llegada de turistas, aumenta ligeramente el empleo, pero la masa salarial total se desploma. Por tanto, la deflación salarial es brutal. El empleo a tiempo completo equivalente, eliminando el efecto del aumento de los contratos a tiempo parcial, crece en 20.000 personas con respecto al trimestre anterior. Pero son todos en la Administración pública, sanidad y educación. En el sector privado de trabajadores asalariados con nómina continúa la destrucción de empleo a tasas del 1% anualizado.

La mentira de la reforma laboral. La devaluación salarial no nos vuelve más competitivos: las exportaciones ya no dan más de sí.

El relato de Merkel, Rajoy y la troika era que la devaluación salarial nos haría más competitivos y sería la base de la salida de la crisis. Pero las exportaciones nominales de bienes cayeron por tercer trimestre consecutivo. Las exportaciones de servicios tienen mejor comportamiento, pero el total de exportaciones, incluyendo el turismo, están estancadas desde junio de 2013. Las importaciones crecen, principalmente por las compras de coches. El sector turístico, el del automóvil y el agroalimentario se están recuperando, pero sólo suponen el 20% del PIB. El otro 80% sigue en depresión. Ha bastado que la economía deje de caer para que volvamos a tener déficit por cuenta corriente. La pregunta, con una deuda externa neta de un billón de euros y creciente, es ¿la solución a una crisis de deuda externa es aumentar el endeudamiento exterior?

Pues nada, si todo va tan bien, sigamos igual.

La reacción política tras el pésimo resultado de la derecha europea y el hundimiento de la derecha española es para temblar. Merkel ha dicho: “Esta legislatura confirmará el éxito de nuestras políticas”. Cinco años con más de lo mismo. Rajoy: “Hagamos políticas un poco más expansivas”. Refleja su máxima ideológica de “esperar y ver”. Draghi: “Aumenta el riesgo de subidas de tipos de deuda soberana para países con ratings más bajos”. O sea España. Y el FMI, 48 horas después de un brusco giro electoral a la izquierda con brotes bolivarianos, recomienda a España más reforma laboral para que las empresas bajen salarios.

El Fondo advierte de la insostenibilidad de la deuda de las empresas españolas y recomienda quitas. La pregunta es: ¿quién pone el capital? La banca española acumula entre mora y adjudicados activos problemáticos que superan el 30% del PIB. En las familias también habrá que hacer quitas y la bajada de salarios la amplifica. Grecia está en situación crítica. Y Portugal e Irlanda están peor que España.

¿Alguien duda de que la crisis política y social empeorará?

En Europa y en España no hemos resuelto la crisis económica y de la deuda, tenemos una crisis política y la crisis social empeorará. Pero nuestros líderes siguen ocultando el problema a la sociedad. Hasta que no digan la verdad, no es posible empezar a resolver la crisis. Y cuando lo haga la clave será la eficacia del plan. Mientras, deflación y Japón.

Japón significa estancamiento de quince años de duración.



El Gobierno actual me recuerda a los militares de todos los tiempos, cuando vienen demostrando a lo largo de la historia  ser incapaces de reconocer que la batalla no va bien y tienen todas las de perder: ¡no hay ninguno que reconozca que va mal hasta que se vuelve muy palpable la derrota!

¿Es de extrañar que los ciudadanos desplacen su voto hacia los extremos, cuando los partidos que mantienen el poder toman de forma sistemática medidas contrarias a la mayor parte de los ciudadanos, empobreciéndolos? Me quedo de piedra cuando leo que el PP va a hacer un estudio detallado, autonomía por autonomía, para saber porque han perdido tantos votos. ¿Puede llegar su ignorancia del mundo real a tanto? En vez de gastarse el dinero en tanto estudio yo me ofrezco, gratis, a explicárselo en diez minutos. No hay nada peor que engañarse a sí mismo. Creer que es un problema de comunicación o de cambiar cuatro caras es persistir en el error.

La desigualdad sigue cabalgando. El poder establecido seguirá intentando anular esta huida de votantes, calificando de todas las formas denigrantes posibles a aquellos que intentan que con su voto cambie de una vez por todas la política económica que impone el Neoliberalismo. Ya hemos visto como han arremetido contra Piketty. Su libro denuncia lo que es evidente, la desigualdad imparable a la que lleva un sistema globalizado dominado por unos pocos. No es de extrañar que veamos como arremeten contra él de forma despiadada desde los medios económicos habituales, como The Financial Times. Son legión (al igual que son legión en el PP los que estudian y ya ponen en práctica como destrozar a Podemos desde dentro) los que están en estos momentos inspeccionando con lupa el libro de Piketty para intentar destrozarlo. Encontrar una coma y un punto aparte equivocado (cálculos torticeros) ya ha sido materia suficiente para invalidar la totalidad del libro. Diagnóstico rápido: no hay tal desigualdad.

Ha tenido que ser, una vez más, el premio nobel Krugman, quien haya denunciado los métodos de esta gente y defienda la validez del estudio de Piketty. De forma fina ha calificado a esta gente como se merecen: sicarios del poder.

Mientras nos preocupamos de los “extremismos” europeos (de izquierda y derecha), el extremismo radical de nivel máximo, el Tea Party norteamericano, vuelve al galope. Este es el extremismo que debe preocupar al planeta. De situar esta secta político-económica a su líder en la Casa Blanca tendríamos por delante un futuro devastador.

martes, junio 10, 2014

XIV Puertos de la Ribagorza - Recorrido corto - 2014

Lo del vaso medio lleno o medio vacío. Teniendo en cuenta que el año pasado el vaso quedó completamente vacío, tendría que alegrarme de haber acabado este año la PR. Pero no, no me conformo. 

Lo del vaso medio vacío: solo unos pocos acabaron con peor tiempo y es que esto no es la Treparriscos, ya que la PR Corta tiene más nivel; no es lo mismo 135 km. que 85 km. y los puertos de la PR tienen más porcentaje. 

Pero luego viene el vaso medio lleno: a mi edad no me puedo quejar, ni mucho menos, ya que hay que tener en cuenta que lo mío es una contrareloj individual de 135 km., ya que no chupo rueda de nadie ni loco. Y además, menudo remojón, ¡qué espanto la última hora de la pedalada!

Y recordar lo que decía De Gribaldy: "se dice vamos a jugar al fútbol o a jugar al tenis o al baloncesto, pero nadie ha dicho y nadie dirá, porque no se le entendería, vamos a jugar al ciclismo... al ciclismo no se juega, al ciclismo se pelea, en ciclismo se combate".

Pero vayamos por partes. El miércoles me marché a Graus para ayudar en la medida de lo posible a la organización y echar una mano. Al mismo tiempo por las mañanas me di una vuelta con la bici para estirar las piernas. Pero las fuerzas del mal parecen empeñadas en estropearme esta preciosa fiesta de la bicicleta y así al día siguiente ya empecé a notar lo síntomas de una alergia que fue a más. La primera vez en mi vida que tengo una alergia.

Todo discurrió de maravilla y la organización demostró ser perfecta. Me reí mucho ensobrando los maillots con Martin y el sábado estaba todo a punto. Menos la meteorología. Todos los días había estado lloviendo (y a veces caudalosamente), pero según las previsiones parecía que íbamos a tener una tregua. Puro engaño.

Y llegó el día de desquitarse de lo mal que me fue el año pasado en esta importante marcha (que de marcha no tiene nada) del calendario ciclista español, con la satisfacción de ver que es en Graus.

A las ocho y diez estaba en el cajón preferente (o sea que salíamos por delante), reservado a los socios del Club Ciclista Graus. El año pasado no me enteré e hice el canelo saliendo por detrás. De charreta con (Von) Martin (como iba de naranja a primera fila para la foto y yo a la segunda fila porque iba naranja a medias) y detrás Paster. Nueve grados y un cielo azul intenso. Los momentos previos a la salida son sensacionales.



Hasta las ocho y treinta el ambiente se fue caldeando y se oía rugir a los 2.300 ciclistas que acechaban tras de mí. La Puertos de la Ribagorza Corta se diferencia en mucho de la Treparriscos ya que esta sale separada de la Quebrantahuesos y por lo tanto los superfieras ya no se mezclan con los que optamos a la versión más ligera (dentro de lo que cabe). Pero aquí los superfieras que hacen la variante larga (200 km., cuatro puertos) los tiene mordiéndote el trasero.

Las fuerzas del mal aparecieron de nuevo, enseguida. Ya estaba Paco (Presidente del CCG) solo ante el peligro para dar la salida,  cuando vi en el potenciómetro un aviso de FAIL, lo que quería decir que el inalámbrico que comunica el ordenador con los sensores no recibía señal. Pero ya no había opción para nada; cohete y salida al galope. ¡Qué locura! 

Sin ninguna referencia en cuanto a potencia, velocidad, ritmo cardíaco, etc., entré al trapo (te pasa tanta gente joven y fuerte que quieras o no compites sin darte cuenta) y luego lo pagué muy caro. Llevaba tan solo tres kilómetros de subida al alto de Laguarres cuando me empezaron a aparecer síntomas de calambres ¡cuando nunca tengo calambres durante el ejercicio; no sé lo que es eso! Así que, una de dos, o te paras, o sigues como puedes intentando que la musculatura no explote y se recupere. Y así perdí un tiempo impresionante en una subida lenta y sufrida, algo inhabitual. El problema es que ese puerto me lo he subido en infinidad de ocasiones y tenía claro que subía arrastrándome.

Dejé al pasar el collado aún a varios ciclistas y bajé como una bala hasta llegar a Graus. Trayecto casi en solitario lo que indicaba que iba muy mal en relación al “pelotón”. Pasé por Graus con doce minutos de retraso respecto al año anterior, cuando me caí, indicador de la calamidad horaria.

Por Las Ventas iba alternando con una chica y otros dos colegas que se iban dando relevos (importante esto de ayudarse) cuando vi que venía detrás de mí, pegada como una lapa, una ambulancia con su ronroneo en marcha corta. Subiendo al túnel de Santaliestra ya eran dos. Al cruzar el túnel un voluntario me gritó aquello de que “los últimos serán los primeros”. Me sonó muy mal. Y así todo el rato. Muy sospechoso era que “los fotógrafos de los medios” me iban haciendo fotos y oía decirles “cacho foto la de este”. Luego me enteraría del por qué.

Y al llegar a la fuente de La Ribera, justo bajo la Ermita de Piedad, y en la que tantas veces he bebido (y aún bebo) cuando me iba a dar una vuelta con la bici desde Morillo de Liena, puse pie a tierra y me llené el bidón. Los de la ambulancia pararon y enseguida me preguntaron si tenía problemas. Cuando noté que las dos ambulancias se quedaban paradas esperando pacientemente a que repostara, aquello me olió a chamusquina. Pero una vez llenado el bidón, al subir de nuevo a la bici se me ocurrió mirar hacia atrás. ¡Tierra trágame! grité para mis adentros. Allí estaban las dos ambulancias, dos motoristas de la Guardia Civil, todos parados observando con santa paciencia como llenaba el bidón… y detrás dos mil coches que subían en fila india (carretera cerrada) siguiendo mi paso ¡y llevaban ya así diez kilómetros! (supongo que alguno, si me pilla, me habría asesinado sin más). Para más INRI una de las dos ambulancias llevaba una pegatina verde muy grande que decía: “Donación de la Obra Social de Caja Madrid”. Sin comentarios.

Me entró una angustia tremenda y le solté al cabo de la Guardia Civil la pregunta del millón: 

-  "¿No seré el último?"
- "Pues sí", me contestó.
- "Es que hoy voy mal, no sé qué me pasa", repliqué.
Y me contestó raudo y veloz: “el año que viene irá usted mejor”, toda una invitación a tirar la toalla. 

Pensaba que me iba a descalificar, pero al mismo tiempo, al ver que proseguía después de llenar el bidón, me animó, diciéndome (obviamente ya lo sabía) que quedaban cinco kilómetros hasta Campo donde yo ya adivinaba que al salir de la carretera que va a Benasque, y dirigirme hacia el Isabena por el puerto de Villacarli, acabaría el acoso y me dejarían tranquilo.

Y así fue. Pasé por Morillo saludando a los abarcudos que con más moral que el Alcoyano aún estaban en la carretera dispuestos a ver hasta el último mohicano en bicicleta (que era un servidor), y entrando en Campo ya no me siguió nadie y empecé la subida al puerto feliz y tranquilo, mientras caían las primeras gotas, ya que se había puesto muy, pero que muy negro. La angustia que acababa de pasar había sido monumental. Decía el gran ciclista y director deportivo francés, Cyrille Guimard, en sus memorias, que “aunque sin exagerar, los problemas físicos no generan necesariamente angustia psicológica”. Pues totalmente equivocado este señor. Ir así no hace feliz a nadie. Es demoledor.

Puerto muy duro (aunque corto) el de Villlacarli ya que la nueva carretera sube sin contemplaciones. Las carreteras modernas no saben nada de trazar lazadas. Y aquí vino lo sorprendente. Si yo era el último, ¿cómo podía ser que aparecieran unos cuantos por detrás de mí? Misterio aún sin resolver.
Subí charlando con un Zaragozano que iba atrancado. Un consuelo momentáneo ver a otros que van peor. Pasaron dos que iban empujando a un colega; lo llevaban en el medio y con una mano en el sillín lo iban remolcando. ¡Lo que hay que ver!

A medida que ganábamos altura el tiempo se ponía bien feo. Paré en el avituallamiento que había cerca de coronar el puerto (agua y Coca-Cola) y les dije a las mujeres voluntarias que allí estaban que ni la Virgen de Serrate me iba a librar del desastre que se avecinaba (muchas risas). Poco después iniciaba el descenso. Era el momento de recuperar horario descendiendo a saco.

Pero mi gozo en un pozo. Las fuerzas del mal estaban acechando para convertir la jornada en una prueba muy dura. Nada más empezar a bajar llegó el diluvio. ¡Cómo llovía! Así que a frenar y salvar los papeles, ya que no era cuestión de repetir el éxito del año pasado e irme de nuevo a la Cruz Roja.

Una holandesa (que iba con otros tres colegas) me pasó a toda leche. ¡Olé sus ovarios! Al llegar al final del puerto, cuando entras ya en el cauce del Isabena, hubo reagrupamiento y por un momento tuvimos una pausa en la lluvia. Puro embeleco ya que seguía muy negro. Llegando a Lascuarre se veía una enorme cortina de agua en todo el fondo del valle. No había escapatoria: íbamos a tener agua (y granizo) hasta la misma meta. La experiencia del granizo bombardeando el casco era nueva. ¡Brutal!

Muy duro, durísimo. Fui acompañado un rato por tres colegas, y al final, en Capella, me volví a quedar solo, aunque con los tres muy cerca, a la vista. Bueno, esto ya estaba hecho. Era una esponja sobre ruedas, y con gafas de sol lo único que me guiaba en la oscuridad reinante (¡y era mediodía!) era la línea blanca de la carretera (había que tener cuidado ya que el lado opuesto ya estaba abierto al tráfico, por donde circulaban coches con las luces encendidas).

Al llegar, al final, me desviaron por el polígono de Fabardo para que los de la Corta llegaran por el mismo sitio que los de la Larga, procedentes de Castejón. Ahí me volvió a alcanzar la agobiante ambulancia y un motorista de la Benemérita tuvo el detalle de acercarse a mi lado y animarme, diciéndome que solo me faltaba un kilómetro. Yo creo que sufrían más ellos que nosotros de vernos en esas condiciones (no veas la de agua que había en la carretera, una auténtica piscina). Podía haber esprintado y pasado a los tres que me precedían, pero habría quedado feo y entramos juntos en el mismo tiempo. ¡Deseaba no ser el último!, lo que al final no ocurrió y algunos llegaron más tarde. Dos de los tres que me precedían eran padre e hijo, y claro, el padre había chupado rueda toda la kilometrada. No hay como tener un hijo ciclista y generoso.

En medio de una negrura impresionante atravesé el puente sobre el Ésera y encaré hacia la meta muy emocionado (mentiría si no lo dijese), recordando aquellos tiempos de chaval que recorría exactamente este tramo en bici después de haberme dado un baño en el Ésera. Cincuenta años después aquí estaba pedaleando contra los elementos. Y llego el momento del vaso medio lleno al acabar la prueba, en medio de un caos de paraguas y chubasqueros. Las familias y amigos de los pedaleantes se habían refugiado en los porches de las casas cercanas. Allí estaba, bien remojada, la hermana de Jorge Torres, Ana, retirando los chips que llevamos todos encima para el control horario. A esta chica habría que hacerle un monumento porque estoy seguro de que entre los muchos voluntarios es la que más curró de largo.

Y tiritando llegué a casa. No hizo falta ducha. Comida caliente y a acabar de recuperar la temperatura corporal en una buena cama.

Graus 31 de mayo de 2014



Nota: Vistos los horarios previstos de cierre de carreteras y la hora por la que pasé por Graus es evidente que poco después de atravesar el pueblo la Guardia Civil aplicó el programa previsto y los que venían detrás supongo que quedaron descalificados. Es la única explicación a que de repente yo me encontrase cerrando la marcha. Toda una experiencia.

El año pasado, diez días después de caerme hice este recorrido en 5h 48’. Este año, si descuento las paradas, estaría en seis horas justas. Son doce minutos de diferencia que son los que llevaba de retraso al pasar por Graus. Podría haber repetido ese tiempo de haber podido bajar de Villacarli rápido y haber tenido buen tiempo hasta Graus. Y si alguien me corta el viento un rato algún día…

martes, junio 03, 2014

Corría prisa


Leo hoy que no todo está atado y hay que correr a improvisar en el cambio monárquico

Esto demuestra que han corrido para realizar el cambio, a la vista de los resultados de las europeas. 

Que esto estaba decidido desde marzo es otra mentira más (véase la reunión del Club Bilderberg realizada el pasado domingo). 

¿Qué pasaría si ese 91% que hay ahora en el Parlamento a favor del cambio fuese menor al 50% en las próximas elecciones generales, vista la tendencia al descalabro de los dos partidos mayoritarios?

Pues a correr para que eso no ocurra y ¡a cambiar lo antes posible!

Esta es la razón, y no otra, de la abdicación (Juan Carlos siempre dijo que moriría con las botas puestas).

Ahora veremos como también se hace una ley para declararlo inviolable. Si una persona no ha cometido ningún delito, ¿para que quiere una ley que la protega ante la Justicia?



 
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