domingo, febrero 22, 2009

Sierra de Busa


Lo acertamos. O hacíamos una ascensión con nieve (pronto lo haremos) o buscábamos algo en el límite. Elegimos volver a la Sierra de Busa (ya hace unos años que estuvimos por aquí, pero el día no fue muy bueno), próxima a Sant Llorenç de Morunys, de 1.527-1.522 m. de altura y un excelente mirador del Pirineo Catalán, ya que por el sur se pueden ver Montserrat y el Montseny y por el norte, muy cerca, el Cadí, la Serra d’Ensija (la Gallina Pelada), el Pedraforca y el Port del Comte, así como las sierras lejanas de la provincia de Lérida.
Día que anunciaba primavera, con anticiclón potente y cuando esto ocurre las nieblas por los valles están aseguradas así como la inversión térmica, es decir, cuanto más arriba mejor.
Auténticamente bellas las fotos de las nubes que hoy hemos hecho y hago un post adicional para mostrar lo que han visto nuestros ojos. Un regalo para la vista y la contemplación. Hoy hemos visitado las dos cumbres que componen la sierra, donde la nieve justo se estaba fundiendo, pero que por lo que se veía había tenido también su buen espesor. ¡La de agua que va a bajar por los ríos cuando esto se funda!

Esta sierra tiene características especiales. Como se puede ver en alguna de las fotos es una montaña con altos riscos, bastante inexpugnable y que gracias a una escalera y tramos con cable y cuerdas se accede a su parte superior, donde increíblemente hay un gran altiplano y finalmente una pequeña elevación, que es la cumbre.
En este altiplano hay bastantes casas, pero hoy en día sólo hay una habitada todo el año, el Rial. En el siglo XIV estaban habitadas diecisiete y a principios del XIX quedaban cinco, con una sesenta personas, que habitaban próximas a la ermita de Sant Cristòfol (ver foto) muy bien conservada, originaria del siglo XI y totalmente reformada el año 1758.

Ser una atalaya inexpugnable hizo del Pla de Busa un bastión militar durante la Guerra del Francés y las guerras Carlistas. El mariscal Luis Roberto de Lacy Gautier, Capitán General de Catalunya, promulgó un decreto el año 1811 para reclutar soldados para luchar contra los franceses. Aconsejado por el coronel solsonés Francesc X. Cabanes i Escofet, Busa fue destinado a campamento de instrucción y retaguardia segura. Se llegaron a concentrar hasta 8.000 hombres, alojados en barracas de madera. Se fortificaron entre el 1811 y el 1812, con muros y atalayas de defensa, los puntos más débiles como los Graus de la Guàrdia y de la Creu donde aún quedan vestigios. Estos trabajos fueron proyectados por el matemático y geógrafo Agustí Canellas i Carreres de quien se conserva un mapa de Busa. Per el se sabe que en el Cingle de la Creu había instalado un telégrafo óptico y que Casa l’Artiller era un polvorín.
Pero de toda esta historia militar, el que probablemente más ha quedado en la memoria popular es el espolón del Capolatell, cerca de la cumbre, conocido como la Prisión de Busa. Separado de los riscos por un profundo precipicio, se accedía por una pasarela de madera (hoy de hierro). Aislado por paredes verticales y lleno de profundas brechas, fue destinado como prisión de los soldados napoleónicos. La leyenda narra que algunos, al no poder resistirlo, se lanzaban al vacío gritando “Morir en Búsa es renacer en Paris”. También dicen que los lobos hicieron el resto.

Ya sabemos que los Españoles somos los inventores de estas maravillas. Peor aún fue lo de Cabrera donde metieron a los prisioneros de la batalla de Bailén y que tan bien ha explicado Baltasar Porcel en su novela “El emperador o el ojo del ciclón”. Debió ser apocalíptico ya que eran 14.000 soldados y sobrevivieron 4.000. Dicen que Napoleón se negó a salvarlos por cobardes.

Además de inventar el campo de concentración (mejor hablar en estos casos de campos de exterminio), los españoles inventamos también la guerrilla (muy bien explicado por Galdós en los Episodios Nacionales cuando escribe sobre Juan Martín el Empecinado), la utilización de la población civil como rehenes militares (Cuba) o el bombardeo directo y arrasador de la población civil (Guernica). Somos unos fieras.

Como llevábamos un horario contemplativo (desayunamos en Cardona, bajo el castillo), llegamos a oscuras al coche (a pesar de que el día empieza a alargar) y no llevábamos frontales, pero si el GPS, que como buen Pulgarcito va grabando la ruta de subida y únicamente hay que hacerle caso y seguir por donde hemos ido dejando los “garbancitos” electrónicos (lo tengo programado a ritmo de un waypoint cada catorce segundos). Acabas en el coche seguro. Gracias a bajar tan tarde pudimos contemplar una buena puesta de sol y, ya puestos, zamparnos una buena cena en la plaza de Cardona. Ventajas de tener a mi santa de cursillo en la capital del reino, o sea Madrid.

Distancia recorrida: 15,8 Km. Desnivel: 810 m.

En la foto de arriba puede verse abajo a la derecha el altiplano donde se halla el Santuario de Nuestra Señora de Lord, donde estuvimos el año pasado, pero como no tengo tiempo para todo no puse nada en el blog y vale la pena.

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