jueves, febrero 16, 2012

Érase una vez… (un bonito cuento de la reforma laboral)


Érase una vez un matrimonio que montó hace veinte años aproximadamente un negociete, que fue creciendo y creciendo y que en la actualidad contaba con doce empleados, sin incluir a los propietarios que también trabajaban en la empresa, así como la hija mayor, que cuando se licenció entró también en el negocio familiar.

La cosa había ido viento en popa. A lo largo de veinte años el negocio les había dado para poder cambiar de vivienda, dejando el humilde piso que tenían cuando se casaron, disfrutando ahora de un buen piso de casi 200 m2 en zona céntrica. También compraron un piso en la costa y más tarde otro en el pueblo donde habían nacido, aunque no iban nunca, pero había que dejar bien patente que habían tenido éxito. Y finalmente compraron un apartamento en una estación de esquí, deporte al que eran muy aficionados todos ellos.

Cada año se daban un par de viajes a todo trapo. Dos buenos coches, 4x4 incluido para la señora, que no tenía ni idea de conducir, pero así cuando se daba un tortazo (frecuente) las consecuencias las pagaba el contrario. Los hijos a colegio de pago y después también universidad de pago. Asistenta para la casa unas cuantas horas cada día y algunos caprichos más que no vienen a cuento, además de tener ambos un buen plan de pensiones y unos fondos de inversión. La hija recibía un buen sueldo y llevaba una vida disipada como corresponde a las hijas de los amos, que no han nacido para sufrir.

Sus empleados, que son los que sacaban las castañas del fuego en el día a día, habían conseguido alguno de ellos hasta comprarse un coche. Dos se habían embarcado en la compra de un piso con su correspondiente hipoteca y ahora no dormían. Otros vivían de alquiler y el resto seguían en casa de sus padres. Obviamente se limpiaban la casa ellos y de los casados solo dos se habían decidido a tener hijos; bueno, uno, que dos ya es demasiado. Las vacaciones en un camping. Vivían al día y algunos recordaban como un sueño aquel mes en que llegaron a tener 1.000 euros en la cuenta corriente.

Cuando pinchó la burbuja y empezó la crisis, el negocio empezó a dar un bajón. Era cada vez más evidente que no había trabajo para todos y que sobraban unos cuantos. Empezaron a temerse lo peor y más de uno dormía mal. Ante el abismo que se abría a sus pies empezaron a ahorrar como locos en previsión de que pudieran ser despedidos. Pensaron que con los años que llevaban trabajando, si eran despedidos al menos se llevarían una indemnización que les serviría de colchón, junto con el paro, para resistir durante algún tiempo. Esto aliviaba al menos un poco, aunque tenían claro que era un parche temporal, porque encontrar un trabajo de nuevo se presumía casi imposible. La miseria afloraba en el horizonte.

Los propietarios de la empresa habían ganado mucho menos los dos últimos años y en vez de dos viajes de vacaciones al año, habían decidido hacer solo uno y su fondo de inversiones dejó de crecer. Se plantearon el despido de cuatro empleados cuyo coste era de 42.000 euros per capita, ya que llevaban muchos años trabajando. Total 168.000 euros que les dolía soltarlos hasta los más hondo de sus entrañas. Pero no lo hicieron. ¿Amor a sus trabajadores? Pues no.

Resulta que los vecinos del piso de la costa tenían un amigo que era muy amigo de un preboste de la patronal y les había asegurado que si ganaba el PP los despidos les saldrían regalados. Aguantaron al personal y la noche de fin de año la celebraron con Moët Chandon brindando por la victoria electoral del PP.

Y llegó rapidita la reforma (el vecino estaba bien informado). Gracias a las nuevas causas o razones económicas y otras objetivas, el matrimonio emprendedor llamó inmediatamente a los cuatro empleados sobrantes, y por 48.000 euros (un 28% de lo que pensaban que les tocaría) los liquidó a los cuatro (despido procedente) y si te he visto no me acuerdo.

Pero lo sorprendente y milagroso era que la reforma permitía bajar los salarios y sin perder ni un minuto llamaron a los ocho supervivientes y haciéndoles ver lo afortunados que eran por mantener el empleo, les rebajaron un 10% avisándoles de que el año siguiente podía ocurrir otra vez. Ya sabéis… la crisis. Con la reducción del salario y el aumento del IRPF se quedaron desquiciados.

Pero la cosa no quedó aquí, ya que el matrimonio emprendedor se dio cuenta que ¡podían ir más lejos! Como despedir era tan barato sustituyeron poco después a cuatro empleados adicionales que con los años ya tenían un salario de dos mil euros mensuales. Fíjate lo buena gente que éramos pagando esos sueldazos, le comentó la propietaria a su marido, cuando los sustituyeron por cuatro chavales a prueba por 800 € de sueldo mensual cada uno.

Como no pensaban ni en el mejor de sus sueños que la cosa les saliese tan redonda lo celebraron inmediatamente haciendo el segundo viaje de vacaciones (cruceros no, que son peligrosos) que tenían aplazado y cambiaron el 4x4, que ya llevaba muchos castañazos, y le subieron el sueldo a la hija que ya se lo merecía.

Ajustado el negocio, la rentabilidad se situó donde correspondía e incluso mejoró; el fondo de inversiones siguió incrementándose al ritmo de siempre y fueron felices y comieron perdices. ¿Crisis? ¿Qué crisis?

De los empleados despedidos no hace falta comentar como se encuentran y los que siguen trabajando, ya sean los antiguos o los nuevos (que aún están engañados, pensando que superarán el período de prueba), mejor no comentar el amor y cariño con el que realizan sus funciones laborales y la perspectiva que se les abre con un futuro tan prometedor.

Epílogo:
La reforma laboral creó, de entrada, ocho parados en vez de crear empleo.
Los cuatro nuevos contratados duraron un año y se fueron a la calle sin recibir un euro.
Los que les sustituyeron recibieron el mismo premio.
La familia propietaria siguió votando al PP (cinco votos, ya que a la asistenta le tenían comido el coco). Los ocho despedidos, asqueados, dejaron de votar, y los ocho que siguieron trabajando, desengañados, votaron partidos marginales, de esos que no sacan nunca ni un diputado.
En las elecciones siguientes, el PP volvió a obtener mayoría con más de 6 MM. de parados, anunciando que la recuperación estaba al caer, con el país hecho ya unos zorros.

Y para entender esta reforma laboral, nada mejor que el artículo de Xavier Vidal-Folch en El País de hoy sobre quien pagará la reforma laboral.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno. Creo q el problema de base son los paradigamas q rigen la sociedad, crecimiento continuo,ir siempre a más, y no cultivarse mucho porq eso es de empollones y están muy mal vistos ya desde la escuela, tampoco indagar dentro de uno mismo para madurar, porq puedes evolucionar y eso obligaria a cambiar la realidad diaria q aunq a veces es tediosa, es supercomoda, mejor q cambie el vecino.
Son paradigmas intrinsecos a unos seres q viven en este planeta con los instintos de primates carroñeros, emociones, en el mejor de los casos, de adolescente, instituciones del siglo dieciocho y tecnología del siglo veintiuno (lo más peligroso).
Realmente si algo ha de hacer q la humanidad tire hacia adelante, será q una gran parte de los individuos q la forman tomen en serio su responsabilidad como seres pensantes y ciudadanos.

¿Cuantos maestros q trabajan en la pública llevan a sus hijos a la privada? ¿cuantas personas se quejan del sistema finaciero pero intentan sacar el máximo de sus ahorros/planes de pensiones sin preguntarse cómo hacen para darles esas rentabilidades?
¿cuantas personas han jugado a especular con los pisos? ¿cuantas personas se cagan en el sistema y cada mañana van a trabajer a esos edificios preciosos de pasillos enmoquetados de una transnacional y pierden el culo para q las asciendan?
¿cuantas personas defienden lo público pero defraudan lo q pueden, sin iva o con iva?
¿cuantas personas se creen más especiales porq pertenecen a un colectivo, nacionalismos?
¿cuantas personas q se creen super de izquierdas, en sus acciones diarias con respecto al vecino son más neoconservadores q el propio tea-party?

Y tantas y tantas dicotomias en el quehacer diario de la humanidad...
Pero muy pocas personas, por ahora, quieren empezar por su jardín. Las culpa es de los politicos, dicen, pero creo q eso no es del todo cierto, el sistema politico/financiero es el espejo donde se reflejan los fantasmas y demonios de los componentes de una gran parte de la sociedad es responsabilidad de todos y cada uno de los q formamos esta sociedad mejorarla empezando por nosotros mismos, q es lo q más jode.
Slu2
=:-) José

Kim Ricarte Aventín dijo...

José, gracias por el comentario.

Jose Luengo dijo...

Como dirían nuestros bisabuelos, los tiempos están cambiando que es una barbaridad... y lo que nos queda por ver.

 
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