Michel Rocard (primer Ministro de Francia entre 1988 y 1991, y europarlamentario de 1994 al 2009) y Pierre Larrouturou, economista, han escrito en Le Monde un artículo denunciando lo que todos sospechábamos: que el problema de la deuda puede solucionarse si hay voluntad y sin necesidad de modificar el tratado europeo.
Entonces, ¿por qué se eterniza la resolución del problema? ¿Por qué no hacemos como EE.UU. donde ninguno de sus estados está sufriendo los costes de la deuda que sufren algunos países europeos y su deuda es muy superior? Para facilitar su lectura he traducido del francés el artículo. Como mi nivel de francés no pasa por la excelencia, si alguien encuentra algún error de traducción que me lo indique.
He aquí el artículo:
Son cifras increíbles. Se sabía ya que, hasta 2008, Bush y Paulson habían puesto sobre la mesa 700.000 MM. de dólares (540.000 MM. de euros) para salvar los bancos americanos. Una suma colosal. Pero un juez americano recientemente ha dado la razón a los periodistas de Bloomberg, que pedían a su banco central ser más transparente sobre la ayuda que habían aportado ellos mismos al sistema bancario. Después de haber revisado 20.000 páginas de diversos documentos, Bloomberg muestra que la FED (la Reserva Federal) ha prestado secretamente a los bancos en dificultades la suma de 1.200.000 MM. a un tipo increíblemente bajo del 0,01%.
En este momento, en numerosos países, la gente sufre por planes de austeridad impuestos por los gobiernos a los cuales los mercados financieros no aceptan prestarles a tasas inferiores al ¡6, 7 o 9%!. Asfixiados por tales intereses, los gobiernos se ven “obligados” a congelar las pensiones, los subsidios familiares o los salarios de los funcionarios y a recortar las inversiones, lo que aumenta el paro y nos va a hacer caer pronto en una recesión muy grave.
¿Es normal que, en caso de crisis, los bancos privados, que se financian habitualmente al 1% de los bancos centrales, puedan beneficiarse de tasas al 0,01%, pero que, en caso de crisis, determinados Estados sean obligados, al contrario, a pagar tasas 600 o 800 veces más elevadas? “Estar gobernado por el dinero organizado, es tan peligroso como estarlo por el crimen organizado”, afirmó Roosevelt. Tenía razón. Estamos viviendo una crisis del capitalismo desregulado que puede ser suicida para nuestra civilización.
Como escribieron Edgar Morin y Stéphane Hessel en Le Chemin de l'espérance (Fayard, 2011) nuestras sociedades deben elegir: ¿la metamorfosis o la muerte? ¿Esperamos todos a que sea demasiado tarde para abrir los ojos? ¿Esperamos a que sea demasiado tarde para comprender la gravedad de la crisis y elegir juntos la metamorfosis, antes que nuestras sociedades se disloquen? No tenemos la posibilidad aquí de desarrollar las diez o quince reformas concretas que harían posible esta metamorfosis.
Queremos únicamente mostrar que es posible quitarle la razón a Paul Krugman cuando explica que Europa se enferma en una “espiral de la muerte”. ¿Cómo dar oxígeno a nuestras finanzas públicas? ¿Cómo actuar sin modificar los tratados, lo que demandaría meses de trabajo y se volverá imposible si Europa es más y más detestada por la gente?
Angela Merkel tiene razón cuando dice que nada debe alentar a los gobiernos a continuar la huida hacia delante. Pero lo esencial de las sumas que nuestros Estados toman prestado en los mercados financieros concierne a las deudas antiguas. En 2012, Francia debe tomar prestados unos 400.000 MM.: 100.000 corresponden al déficit del presupuesto (que sería casi nulo si se anulasen las bajadas de impuestos concedidas desde hace diez años) y 300.000 corresponden a las deudas antiguas, que llegan a vencimiento y que no somos capaces de reembolsar si no nos endeudamos de nuevo por los mismos importes que horas antes se habían de reembolsar.
Hacer pagar tipos de interés colosales por las deudas acumuladas hace cinco o diez años no es compartir la responsabilidad de los gobiernos, sino asfixiar nuestras economías con el único beneficio de los bancos privados: bajo el pretexto de que hay un riesgo, prestan a tipos muy elevados, todo y sabiendo que no hay ningún riesgo real ya que los Fondos Europeos de Estabilidad Financiera (FESF) están ahí para garantizar la solvencia de los Estados endeudados…
Hemos de acabar con los dos pesos, dos medidas: inspirándonos en lo que ha hecho la banca central americana para salvar el sistema financiero, proponemos que la “deuda antigua” de nuestros Estados sea refinanciada a tipos próximos a 0%.
No hay necesidad de modificar los tratados europeos para poner en marcha esta idea: cierto, el Banco Central Europeo (BCE) no está autorizado a prestar a los Estados miembros, pero puede prestar sin límite a los organismos públicos de crédito (articulo 21.3 del estatuto del sistema europeo des bancos centrales) y a las organizaciones internacionales (articulo 23 del mismo estatuto). El banco puede por tanto prestar a 0,01% al Banco Europeo de Inversión (BEI) o a la Caja de Depósitos, que, ellos, pueden prestar al 0,02% a los Estados que se endeudan para reembolsar sus antiguas deudas. ¡Nada impide el poner en marcha tales financiaciones desde enero!
No lo hemos dicho aún lo suficiente: el presupuesto de Italia presenta un excedente primario. Estaría en equilibrio si no tuviese que pagar gastos financieros cada vez más elevados. ¿Hace falta hundir a Italia en la recesión y la crisis política, o hace falta poner fin a las rentas de los bancos privados? La respuesta debería ser evidente para tratar de favorecer el bien común.
El papel que los tratados dan al BCE es el de velar por la estabilidad de precios. ¿Cómo puede quedarse sin reaccionar cuando ciertos países ven la prima de sus bonos del Tesoro doblarse y triplicarse en algunos meses? El BCE debe también velar por la estabilidad de nuestras economías. ¿Cómo pueden quedarse sin actuar cuando el precio de la deuda amenaza hacernos caer en una recesión “más grave que la de 1930”, según el gobernador del Banco de Inglaterra?
Si uno atiende a los tratados, nada impide al BCE de actuar con fuerza para hacer bajar el precio de la deuda. No solamente nada les impide actuar, sino que todo les incita a hacerlo. Si el BCE es fiel a los tratados, debe hacer todo lo posible para que disminuya el precio de la deuda pública. ¡Según opinión generalizada, es la inflación más preocupante!
En 1989, después de la caída del muro, bastó un mes para que Helmut Kohl, François Mitterrand y otros jefes de estado europeos decidieran crear la moneda única. Después de cuatro años en crisis, ¿qué esperan aún nuestros dirigentes para dar oxígeno a nuestras finanzas públicas?
El mecanismo que proponemos podría aplicarse inmediatamente, tanto para disminuir el coste de la deuda antigua, como para financiar las inversiones fundamentales para nuestro porvenir, como un plan europeo de ahorro de la energía. Los que piden la negociación de un nuevo tratado europeo tienen razón: con los países que lo quieran, hay que construir una Europa política, capaz de actuar sobre la globalización; una Europa verdaderamente democrática como lo propusieron ya Wolfgang Schäuble y Karl Lamers en 1994 o Joschka Fischer en el 2000.
Es necesario un tratado de convergencia social y una verdadera gobernanza económica. Todo esto es indispensable. Pero ningún nuevo tratado podrá adoptarse si nuestro continente se hunde en una “espiral de la muerte” y que los ciudadanos procedan a detestar todo lo que viene de Bruselas. Es urgente enviar a los pueblos una señal muy clara: Europa no está en manos de los lobbies financieros. Está al servicio de los ciudadanos.
Entonces, ¿por qué se eterniza la resolución del problema? ¿Por qué no hacemos como EE.UU. donde ninguno de sus estados está sufriendo los costes de la deuda que sufren algunos países europeos y su deuda es muy superior? Para facilitar su lectura he traducido del francés el artículo. Como mi nivel de francés no pasa por la excelencia, si alguien encuentra algún error de traducción que me lo indique.
He aquí el artículo:
Son cifras increíbles. Se sabía ya que, hasta 2008, Bush y Paulson habían puesto sobre la mesa 700.000 MM. de dólares (540.000 MM. de euros) para salvar los bancos americanos. Una suma colosal. Pero un juez americano recientemente ha dado la razón a los periodistas de Bloomberg, que pedían a su banco central ser más transparente sobre la ayuda que habían aportado ellos mismos al sistema bancario. Después de haber revisado 20.000 páginas de diversos documentos, Bloomberg muestra que la FED (la Reserva Federal) ha prestado secretamente a los bancos en dificultades la suma de 1.200.000 MM. a un tipo increíblemente bajo del 0,01%.
En este momento, en numerosos países, la gente sufre por planes de austeridad impuestos por los gobiernos a los cuales los mercados financieros no aceptan prestarles a tasas inferiores al ¡6, 7 o 9%!. Asfixiados por tales intereses, los gobiernos se ven “obligados” a congelar las pensiones, los subsidios familiares o los salarios de los funcionarios y a recortar las inversiones, lo que aumenta el paro y nos va a hacer caer pronto en una recesión muy grave.
¿Es normal que, en caso de crisis, los bancos privados, que se financian habitualmente al 1% de los bancos centrales, puedan beneficiarse de tasas al 0,01%, pero que, en caso de crisis, determinados Estados sean obligados, al contrario, a pagar tasas 600 o 800 veces más elevadas? “Estar gobernado por el dinero organizado, es tan peligroso como estarlo por el crimen organizado”, afirmó Roosevelt. Tenía razón. Estamos viviendo una crisis del capitalismo desregulado que puede ser suicida para nuestra civilización.
Como escribieron Edgar Morin y Stéphane Hessel en Le Chemin de l'espérance (Fayard, 2011) nuestras sociedades deben elegir: ¿la metamorfosis o la muerte? ¿Esperamos todos a que sea demasiado tarde para abrir los ojos? ¿Esperamos a que sea demasiado tarde para comprender la gravedad de la crisis y elegir juntos la metamorfosis, antes que nuestras sociedades se disloquen? No tenemos la posibilidad aquí de desarrollar las diez o quince reformas concretas que harían posible esta metamorfosis.
Queremos únicamente mostrar que es posible quitarle la razón a Paul Krugman cuando explica que Europa se enferma en una “espiral de la muerte”. ¿Cómo dar oxígeno a nuestras finanzas públicas? ¿Cómo actuar sin modificar los tratados, lo que demandaría meses de trabajo y se volverá imposible si Europa es más y más detestada por la gente?
Angela Merkel tiene razón cuando dice que nada debe alentar a los gobiernos a continuar la huida hacia delante. Pero lo esencial de las sumas que nuestros Estados toman prestado en los mercados financieros concierne a las deudas antiguas. En 2012, Francia debe tomar prestados unos 400.000 MM.: 100.000 corresponden al déficit del presupuesto (que sería casi nulo si se anulasen las bajadas de impuestos concedidas desde hace diez años) y 300.000 corresponden a las deudas antiguas, que llegan a vencimiento y que no somos capaces de reembolsar si no nos endeudamos de nuevo por los mismos importes que horas antes se habían de reembolsar.
Hacer pagar tipos de interés colosales por las deudas acumuladas hace cinco o diez años no es compartir la responsabilidad de los gobiernos, sino asfixiar nuestras economías con el único beneficio de los bancos privados: bajo el pretexto de que hay un riesgo, prestan a tipos muy elevados, todo y sabiendo que no hay ningún riesgo real ya que los Fondos Europeos de Estabilidad Financiera (FESF) están ahí para garantizar la solvencia de los Estados endeudados…
Hemos de acabar con los dos pesos, dos medidas: inspirándonos en lo que ha hecho la banca central americana para salvar el sistema financiero, proponemos que la “deuda antigua” de nuestros Estados sea refinanciada a tipos próximos a 0%.
No hay necesidad de modificar los tratados europeos para poner en marcha esta idea: cierto, el Banco Central Europeo (BCE) no está autorizado a prestar a los Estados miembros, pero puede prestar sin límite a los organismos públicos de crédito (articulo 21.3 del estatuto del sistema europeo des bancos centrales) y a las organizaciones internacionales (articulo 23 del mismo estatuto). El banco puede por tanto prestar a 0,01% al Banco Europeo de Inversión (BEI) o a la Caja de Depósitos, que, ellos, pueden prestar al 0,02% a los Estados que se endeudan para reembolsar sus antiguas deudas. ¡Nada impide el poner en marcha tales financiaciones desde enero!
No lo hemos dicho aún lo suficiente: el presupuesto de Italia presenta un excedente primario. Estaría en equilibrio si no tuviese que pagar gastos financieros cada vez más elevados. ¿Hace falta hundir a Italia en la recesión y la crisis política, o hace falta poner fin a las rentas de los bancos privados? La respuesta debería ser evidente para tratar de favorecer el bien común.
El papel que los tratados dan al BCE es el de velar por la estabilidad de precios. ¿Cómo puede quedarse sin reaccionar cuando ciertos países ven la prima de sus bonos del Tesoro doblarse y triplicarse en algunos meses? El BCE debe también velar por la estabilidad de nuestras economías. ¿Cómo pueden quedarse sin actuar cuando el precio de la deuda amenaza hacernos caer en una recesión “más grave que la de 1930”, según el gobernador del Banco de Inglaterra?
Si uno atiende a los tratados, nada impide al BCE de actuar con fuerza para hacer bajar el precio de la deuda. No solamente nada les impide actuar, sino que todo les incita a hacerlo. Si el BCE es fiel a los tratados, debe hacer todo lo posible para que disminuya el precio de la deuda pública. ¡Según opinión generalizada, es la inflación más preocupante!
En 1989, después de la caída del muro, bastó un mes para que Helmut Kohl, François Mitterrand y otros jefes de estado europeos decidieran crear la moneda única. Después de cuatro años en crisis, ¿qué esperan aún nuestros dirigentes para dar oxígeno a nuestras finanzas públicas?
El mecanismo que proponemos podría aplicarse inmediatamente, tanto para disminuir el coste de la deuda antigua, como para financiar las inversiones fundamentales para nuestro porvenir, como un plan europeo de ahorro de la energía. Los que piden la negociación de un nuevo tratado europeo tienen razón: con los países que lo quieran, hay que construir una Europa política, capaz de actuar sobre la globalización; una Europa verdaderamente democrática como lo propusieron ya Wolfgang Schäuble y Karl Lamers en 1994 o Joschka Fischer en el 2000.
Es necesario un tratado de convergencia social y una verdadera gobernanza económica. Todo esto es indispensable. Pero ningún nuevo tratado podrá adoptarse si nuestro continente se hunde en una “espiral de la muerte” y que los ciudadanos procedan a detestar todo lo que viene de Bruselas. Es urgente enviar a los pueblos una señal muy clara: Europa no está en manos de los lobbies financieros. Está al servicio de los ciudadanos.
2 comentarios:
Ya que estamos en época de felicitaciones, además de hacerlo por el nuevo año (en la medida que sea posible ante tan negras previsiones) aprovecho para felicitarle por estos artículos que incluyen trabajados resúmenes de prensa ¡hasta internacional traducida!
Feliz año y felicidades por este fantástico trabajo que ofrece fundados argumentos para creer que otra forma de hacer las cosas existe.
Gracias por el comentario y feliz año igualmente.
Publicar un comentario