Viendo las fotos que adjunto, hechas al atardecer, queda
claro por qué a esta aguja se le puso este nombre.
La Aguja Roja la escalaron por primera vez A.Serón y F.Fau
en 1947, por la que ahora se conoce como vía normal.
Hicimos esta escalada en el marco de una salida colectiva de la
Agrupació Excursionista Catalunya. El primer día decidimos ir todos a esta
Aguja, situada en un extremo de los Mallos, hacia el este. Más allá recuerdo
que ya no estaba permitido escalar, por el tema de respetar los nidos de los
buitres y quebrantahuesos. Escalando, frente a la Aguja Roja, había unas
buitreras con entrada y salida de estas rapaces. Lo que era realmente
espectacular era verlas tan cerca aterrizar en los agujeros de la pared (entraban en el agujero a toda velocidad con
pliegue de sus enormes alas en el momento preciso).
Unos se fueron a escalar la normal (cara norte), otros nos
fuimos a la cara oeste: una cordada a la Villarig, otra (los más potentes) a la
Pecho Lobo, Víctor y Cristina a la Sonia y nosotros (Albert Azcoitia y otro
compañero) a la Edil.
Edil es el apodo con que llamaban a Alberto Rabadá sus
compañeros. Rabadá y Cintero abrieron esta vía en 1957, vía que se ha
convertido en una clásica ya que es preciosa y se trata de una escalada de una
chimenea/diedro que recorre toda la Aguja de arriba a abajo. Realmente
espectacular el largo que escalas totalmente abierto de piernas con el vacío
bajo tu cuerpo.
Alberto no tuvo su día y en el largo del V+ no encontró la
forma de pasarlo. La verdad es que yo pasé el paso clave porque mis dedos
llegaron al fondo de una estrecha fisura. Con manos más grandes esa presa no
existe. No lo pasó ni de segundo y como ya estábamos casi arriba creo recordar
que le pasamos las cuerdas y se fue rapelando por donde habíamos subido.
A Víctor y Cristina también se les atragantó la Vía Sonia y
no aparecieron por la cumbre de la Aguja, donde nos encontramos a los muchos colegas
que habían subido por la vía normal: Xavi, Josep Emili, Sara, Carlos Franco y Jordi Calafell. Por lo tanto una
buena cola para rapelar por la normal.
Atardecer de los que no se olvidan y un día de los que queda
grabado. Totalmente recomendable esta vía de cuatro largos, equipada con spits y
parabolts y reuniones con argollas rapelables.
Los colegas en la vía Villarig.
Nuestra espectacular fisura-chimenea
Los colegas bien cerquita en la Pecho Lobo. Iban tan sobrados que en vez de llevarse fotocopia de la reseña, llevaban la revista Desnivel entera.
Albert antes de entrar en el V+, que se le atragantó. Puede verse en la esquina superior de la derecha al compañero que está escalando la Pecho Lobo.
Cumbre concurrida. Sara y Jordi.
A rapelar.
Montaje no frecuente de un rápel. Un cable que recorre toda la circunferencia de una aguja y del que cuelga el rapel.
Último rápel. Puede verse el bloque empotrado por encima del cual pasa la vía normal, que empieza en la pared de enfrente. Muchos cascos al fondo, de los que ya han rapelado. Un buen run-run de la charla subía por la pared. Divertido el sonido que se oía.
Y a disfrutar del atardecer.
La Aguja Roja, especialmente altiva con la luz de la puesta de sol, muestra la chimenea (a la izquierda) en su parte superior.
El mallo Colorado, oscuro al contraluz. Lo escalamos en otra ocasión por dos vías.
El esbelto Pisón se recorta en el cielo.
Escalada efectuada con Albert Azcoitia y otro compañero el 15-5-2004.
Click en las fotos para verlas en mayor tamaño.
Los colegas en la vía Villarig.
Nuestra espectacular fisura-chimenea
Los colegas bien cerquita en la Pecho Lobo. Iban tan sobrados que en vez de llevarse fotocopia de la reseña, llevaban la revista Desnivel entera.
Albert antes de entrar en el V+, que se le atragantó. Puede verse en la esquina superior de la derecha al compañero que está escalando la Pecho Lobo.
Cumbre concurrida. Sara y Jordi.
A rapelar.
Montaje no frecuente de un rápel. Un cable que recorre toda la circunferencia de una aguja y del que cuelga el rapel.
Último rápel. Puede verse el bloque empotrado por encima del cual pasa la vía normal, que empieza en la pared de enfrente. Muchos cascos al fondo, de los que ya han rapelado. Un buen run-run de la charla subía por la pared. Divertido el sonido que se oía.
Y a disfrutar del atardecer.
La Aguja Roja, especialmente altiva con la luz de la puesta de sol, muestra la chimenea (a la izquierda) en su parte superior.
El mallo Colorado, oscuro al contraluz. Lo escalamos en otra ocasión por dos vías.
El esbelto Pisón se recorta en el cielo.
Escalada efectuada con Albert Azcoitia y otro compañero el 15-5-2004.
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