Y de la ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio nos fuimos
a Guardia de Noguera (Pallars Jussà) recorriendo el puerto que lleva de Puente de
Montañana a Tremp, pero desviándonos antes de Figols hacia Puigverd y Vilamolat
de Mur por una estrecha carretera ideal para la bici, carretera que queda
fichada para hacerla lo antes que pueda.
Pasamos por Guardia de Noguera pero antes bajamos a comer al
Restaurante “El llac” en Cellers, bar de gratas cervezas cuando iba a escalar a
Terradets.
El Castillo de Mur solo se puede visitar bajo visita guiada.
Mejor llamar para saber los días y hora que hay visita (y si es en castellano o
catalán). La guía es una chica encantadora y lo explica todo perfectamente.
Enorme vista del Noguera desde lo alto del torreón (el del
pánico, o sea el último reducto), perfectamente conservado (aunque reconstruido
en 1986), no así el interior del castillo, y situado en un excelente
emplazamiento, ayudado por otro castillo a cota inferior, el castillo de
Guardia, el cual controlaba visualmente el congosto de Terradets, ya que más
allá, al sur, eran tierras musulmanas.
El nombre le viene del muro que rodeaba el castillo, muro
hoy desaparecido.
Estamos hablando del siglo XI y de Arnau Mir de Tost, noble del
Urgell quien organizó la frontera y a quien Ramon IV de Pallars Jussà cedió en feudo
el castillo como dote matrimonial cuando en 1055 se casó con Valença, su hija.
Pero el castillo no está solo. A poca distancia se construyó
en la segunda mitad del siglo XI, (se consagró en1069 por Guillem Arnau, obispo de Urgell)
un bello monasterio cuyo nombre completo era el de Santa
Maria, sant Pere i sant Esteve de Mur.
La iglesia, con categoría de colegiata, era administrada por
la regla de San Agustín que llegarían a poseer más de 15 iglesias en los
entornos. A mitad del siglo XIV se constituyó en Pabordat, pasando a depender
directamente de Roma no pagando tributos al obispo de Urgell.
La iglesia es de estilo románico lombardo, con tres naves cubiertas con
vuelta de cañón, separadas por pilares y arcos torales y con dos ábsides
semicirculares, uno desaparecido. No tiene transepto y la nave colateral norte
se cayó ya hace muchos años y en su lugar hay tres capillas góticas. La
torre-campanario también desapareció.
También tiene un precioso claustro del siglo XIII, muy castigado, ya que
incluso los arcos se taparon y en la guerra civil sufrió serios desperfectos. En
los años ochenta del siglo XX se reconstruyó tomando como referencia los dos
únicos capiteles conservados. Aún así
tiene su encanto.
Pero esta colegiata pasó a la historia por motivos bien diferentes. El ábside
central se encontraba pintado en su totalidad. Un conjunto de pinturas de la
segunda mitad del siglo XII que se han relacionado con el llamado Maestro de Mur
y la escuela del Maestro de Sant Climent de Taüll. Por lo tanto pintura
románica de alto nivel.
Este ábside mostraba/muestra un Pantocrator en la pared
alta, con mandorla y una decoración de nueve estrellas, además del alfa y
omega. Jesucristo en Majestad está bendiciendo el mundo, con un libro sobre la
rodilla izquierda: se lee Ego sum via, veritas et vita. Nemo ad Patrem nisi
per me (Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie [no puede llegar]
al Padre si no es por mi). Está rodeado por los símbolos de los cuatro
evangelistas. Completan este nivel superior unas inscripciones de textos
religiosos.
Y escribo mostraba/muestra, porque lo que se puede ver en la
colegiata es una copia; que nadie espere encontrar el original (como las
pinturas de las iglesias del valle de Boí) ya que están en el Fine Arts Museum de Boston.
Debemos este expolio al rector de Mur, Josep Farràs, quien
vendió a un anticuario americano (I.Pollak) las pinturas, que fueron extraídas
gracias al abandono existente tanto por parte de políticos como de la propia
Iglesia, y de las recientes técnicas que habían inventado en 1919 los italianos
y que permitían arrancar los frescos románicos con seguridad y facilidad.
El maestro del pueblo, Josep Castells, alertó de la tropelía
que se estaba cometiendo a la Junta de Museos de Barcelona quien prohibió su
salida al extranjero, pero en 1923 aparecieron en Boston.
Este fue el primer arrancamiento de pinturas murales románicas y al menos
sirvió para evitar que siguieran otras y ahora las podemos ver, sanas y a salvo
de curas sin escrúpulos, en el MNAC de Barcelona (una visita muy recomendable). Una fragmento
de la parte baja del ábside central y la totalidad de las pinturas de la
absidiola sur de la colegiata se salvaron de la rapiña americana y podemos verlas en el MNAC.
In situ quedan unas pequeñas pinturas de muestra.
Desde el año 2008 la iglesia dispone de una copia de las pinturas del ábside
y de la absidiola. El proceso de reposición fue complejo (ocho años) ya que se
ha montado un sistema en que la copia es un ábside móvil (actualmente en obras) en fibra de vidrio y puede
desplazarse con ruedas y permite a los estudiosos ver la pared original, tema
interesante ya que la extracción con el sistema italiano no fue perfecta y
quedaron restos pegados a la pared.
Recientemente se ha encontrado la tumba de Ramón IV en la
Colegiata. Su esqueleto medía 1,90
m., cuando la media masculina de altura en aquella época
estaba en el entorno del 1,50
m. Los médicos diagnosticarían hoy en día acromegalia.
Murió en batalla y todo ello, más el hecho de encontrarse frente al altar
mayor, es lo que ha permitido identificar sus restos que ahora yacen en la
Colegiata.
Visitado el castillo volvimos a bajar al Noguera Pallaresa
ya que quería pasarme por Terradets y recordar viejos tiempos de escalada. Hay
un único y excelente lugar para pararse (si hay sitio libre) y poder contemplar
así esta impresionante pared de la que tengo gratos recuerdos (y no tan gratos
como el día que hice la Reina-Puig -hasta la Feixa- con unos gatos tres/cuatro números más pequeños;
un suplicio inolvidable). Lástima que las vías más clásicas se han escalado tanto que están ya imposibles por lo que resbalan. Mis colegas ya no quieren
saber nada de repetir la CADE o la Supertramp.
Estas fotos de la pared no reflejan su grandiosidad ya que estan hechas de lejos. Se ve perfectamente la traza de la vía Supertramp, fruto de las muchas veces que se ha escalado.
Estas fotos de la pared no reflejan su grandiosidad ya que estan hechas de lejos. Se ve perfectamente la traza de la vía Supertramp, fruto de las muchas veces que se ha escalado.
Volvimos a Puente de Montañana por el coll de Ares en agradable atardecer (gracias al cambio de hora), desde Ager, pasando por el Complejo astronómico del Montsec. Hay visitas organizadas, pero obviamente eran por la noche y volveremos otro día, en verano. Este lugar se caracteriza por las fuertes térmicas que se crean al chocar los vientos procedentes del sur, con la bella y larga pared (estupendas escaladas también) que domina Ager. Y por lo tanto es un paraíso para los parapentistas. Nos paramos en lo alto del puerto para verlos salir volando. El viento era tan fuerte (hacia falta valor para despegar) que bastaba con alzar el parapente y salir volando sin dar un paso. Vi a gente salir y volver al punto de partida.
Este puerto, una pista asfaltada hace no muchos años, queda
también incluido en la lista de los puertos a subir con la bici, antes de que
haga calor, ya que esto en verano es la parrilla de Catalunya.
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