domingo, abril 28, 2013

La Teoría Económica al servicio de la ideología (reinante)

Ya he escrito varias veces en este blog sobre la mal llamada Ciencia Económica, la cual trata de emular a otras ciencias (físicas, matemáticas, etc.) intentando encontrar leyes que expliquen el mundo económico en el que vivimos.

Algo vano e inútil, ya que el tiempo viene a demostrar, una y otra vez, que el ser humano no es racional y por lo tanto no es predecible y sus conductas no son teorizables.

Pero para mayor burla de los científicos económicos, lo más grave es que la mayoría de Teorías Económicas están hechas por encargo. La ideología imperante siempre quiere ver refrendadas sus políticas en base a leyes emitidas por los más insignes economistas. Por lo tanto, ya en su origen, están pervertidas. Teoría Económica por encargo.

Estos días hemos asistido a la puesta en evidencia de una falsedad económica. Nada más y nada menos que dos ilustres economistas de Harvard, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff (autores del famoso libro “Esta vez es diferente”), divulgaron un artículo, Growth in a time of debt (Crecimiento en una época de endeudamiento) en el que se mostraba la relación entre deuda y crecimiento. La conclusión de tal estudio es que un país que supere el 90% de endeudamiento respecto al PIB verá cercenado su crecimiento.

Por lo tanto la receta estaba servida: austeridad para reducir la deuda y así poder crecer.

Pero al contrario de lo que afirma esta pareja lo que vemos es que la austeridad no solo no reduce el endeudamiento, sino que además incrementa la recesión, es decir, en vez de crecer ocurre lo contrario.

Ha tenido que ser un estudiante de doctorado norteamericano, Thomas Herndon, el que haya descubierto que el trabajo de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff es falso por los cuatro costados.

La famosa hoja de Excel que utilizaron estos sabios economistas tenía tres tipos de errores. En primer lugar, habían omitido algunos datos; en segundo lugar, emplearon unos procedimientos estadísticos poco habituales y muy cuestionables; y finalmente cometieron un error de codificación de Excel (¡vaya nivel!). Si corregimos estos errores y rarezas, obtenemos lo que otros investigadores han descubierto: cierta correlación entre la deuda elevada y el crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos causa qué, pero sin rastro alguno de ese umbral del 90%.

Por eso debemos situar el timo de Reinhart y Rogoff en el contexto más amplio de la obsesión por la austeridad: el evidentemente intenso deseo del neoliberalismo (o sea de los ricos) de dar la espalda a los parados y, en cambio, usar la crisis económica como excusa para reducir drásticamente los programas sociales.

Hoy Krugman en El País nos explica esto a fondo en un artículo titulado “La solución del 1%”.

Dice Krugman: “Sin embargo, la austeridad mantuvo (a pesar de la evidencia de que es mentira) e incluso reforzó su dominio sobre la opinión de la élite. ¿Por qué?
Parte de la respuesta seguramente resida en el deseo generalizado de ver la economía como una obra que ensalza la moral y las virtudes, de convertirla en un cuento sobre el exceso y sus consecuencias. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuenta la historia, y ahora estamos pagando el precio inevitable. Los economistas pueden explicar hasta la saciedad que esto es un error, que la razón por la que tenemos un paro tan elevado no es que gastásemos demasiado en el pasado, sino que estamos gastando demasiado poco ahora y que este problema puede y debería resolverse. Da igual; muchas personas tienen el sentimiento visceral de que hemos pecado y debemos buscar la redención mediante el sufrimiento (y ni los argumentos económicos ni la observación de que la gente que ahora sufre no es en absoluto la misma que pecó durante los años de la burbuja sirven de mucho).

Pero no se trata solo del enfrentamiento entre la emoción y la lógica. No es posible entender la influencia de la doctrina de la austeridad sin hablar sobre las clases y la desigualdad…

….al estadounidense medio le preocupan un poco los déficits presupuestarios, lo cual no es ninguna sorpresa dado el constante aluvión de historias de miedo sobre el déficit en los medios de comunicación, pero los ricos, en su inmensa mayoría, consideran que el déficit es el problema más importante al que nos enfrentamos. ¿Y cómo debería reducirse el déficit presupuestario? Los ricos están a favor de recortar el gasto federal en asistencia sanitaria y la Seguridad Social —es decir, en “derechos a prestaciones”—, mientras que los ciudadanos en general quieren realmente que aumente el gasto en esos programas.

El plan de austeridad parece la expresión de  la clase superior.
Han captado la idea: el plan de austeridad se parece mucho a la simple expresión de las preferencias de la clase superior, oculta tras una fachada de rigor académico. Lo que quiere el 1% con los ingresos más altos se convierte en lo que las ciencias económicas dicen que debemos hacer.

Y esto hace que uno se pregunte hasta qué punto cambiará las cosas el hundimiento intelectual de la postura austeriana. En la medida en que tengamos una política del 1%, por el 1 % y para el 1 %, ¿no seguiremos viendo únicamente nuevas justificaciones para las viejas políticas de siempre?

Pronto veremos nuevas demostraciones de que la austeridad es lo que conviene. Hay mucho dinero para pagar las Teorías Económicas que hagan falta.

Hoy tenemos el ejemplo de José Luis Leal, que ya aparece blandiendo la espada. Es decir, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff se equivocaron, pero solo hay una verdad verdadera que está por encima de todo.

He aquí lo que dice:
“Actualmente, sin embargo, es probable que la dirección de la causalidad sea la inversa. El incesante aumento de la deuda pública, que se aproxima rápidamente al 90% del PIB, limita nuestro crecimiento al obligarnos a una dura política restrictiva que solo ha conseguido reducir el déficit hasta el 7% del PIB en 2012, a pesar del importante coste social del esfuerzo realizado.
Es obvio que tenemos que desendeudarnos, ya que si no lo hacemos tendrán que hacerlo nuestros hijos, pues alguien deberá hacer frente a unas deudas que no desaparecerán por milagro. El problema consiste en el ritmo al que debemos hacerlo para no dañar, o dañar lo menos posible, el crecimiento”. 

Es decir, en román paladino, sigamos igual pero con suavidad.  Lo que me gustaría es que me indicase este señor cual es ese ritmo que no perjudica el crecimiento. Dígame el númerito, porfa, vaaaa. Afirmar generalidades siempre es fácil.

Y una pregunta al final, ¿Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff se equivocaron o cobraron por equivocarse? Hoy en El País se defienden, pero como diría Hamlet, algo huele a podrido en Dinamarca, o mejor dicho, en la Teoría Económica.

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