Preocupada esta la gente con el tema del euro. Además de habernos empobrecido, cuando nos dijeron que con el euro viviríamos mejor (ironías del la vida) y de seguirnos empobreciendo cada día un poco más gracias al trasvase que hacemos de nuestra renta al Dios Mercado y a los empresarios, gracias a unos intereses ya del 7% y a todo tipo de medidas de ajuste, además nos meten dosis adicionales de miedo en el cuerpo con el tema de que si dejamos el euro aún nos irá peor.
¿Y por qué será peor? De entrada se nos ocurren una serie de ventajas inmediatas:
- Podríamos volver a emitir nuestra moneda, nuestras pesetas y así fabricar billetes y comprar nuestra deuda, como hacen EE.UU. e Inglaterra, países más endeudados que nosotros, pero que al no estar en un área monetaria no sufren sus consecuencias.
- Fijaríamos los tipos de interés de nuevo.
- Haríamos una quita importante en nuestra deuda y así aprenderían “los mercados” a no dejar el dinero tan alegremente, esos mercados que ahora nos esclavizan.
- Volveríamos a tener nuestra soberanía democrática sin que ningúna alemán venga a ver lo que tenemos en el bolsillo (aunque seguro que más de uno piensa que eso es bueno, aunque nunca arreglarán temas como este). Hasta podríamos modificar de nuevo la Constitución dejando bien claro que el pago a los pensionistas (p.ej.) está por encima del pago de la deuda a los mercados.
- Y naturalmente devaluaríamos la moneda, la neopeseta o europeseta.
Alejandro Bolaños escribió un artículo ayer en El País en el que recrea el escenario de una salida de España del Euro. La realidad es que los miedos que nos inyectan continuamente no tienen mucho análisis detrás. Hay pocos estudios sobre este tema, por lo que uno no deja de sospechar que si bien el escenario podría ser malo, a lo mejor podría no ser tan horroroso como nos venden y hasta algunos analistas sostienen que salir del euro tendría más ventajas que inconvenientes.
Tan solo tengo noticias del estudio efectuado por Barry Eichengreen en el 2008.
¿Y cuales son esos males que nos caerían cual lluvia de fuego como castigo a nuestra maldad?
Los “expertos” nos dicen que serían las siguientes:
- La peseta se devaluaría entre un 40% y un 60% (mucha devaluación me parece esa, pero ¿no queríamos precisamente eso, devaluar para ser competitivos?).
- Corralito bancario, bien conocido por los argentinos que lo sufrieron en sus carnes (ver el artículo ayer “En el espejo del corralito argentino” de Alejandro Rebossio), en el que explica muy bien como fue este proceso de asalto al dinero de la gente). Nuestras pesetas quedarían bloqueadas en el banco y por lo tanto quedarían devaluadas en el porcentaje indicado. Es evidente que ante el anuncio de nuestra salida del euro no nos dejarían retirar los billetes del banco (en Grecia este verano se ha esfumado un 23% de los depósitos bancarios que se han ido principalmente a Suiza y a los colchones de los griegos), ya que eso llevaría la banca a la quiebra. Quien tuviese el dinero en un cajón sería afortunado, ya que seguiría teniendo euros y no las nuevas europesetas devaluadas.
- La devaluación, al encarecer las importaciones (el litro de gasolina un +40%, por ejemplo) incrementaría de forma salvaje la inflación.
- Salir del euro supone salir de la UE, tal como está el Tratado. Eso supone poner aduanas y tendríamos que pagar aranceles por las exportaciones, lo que anularía parte de las ventajas de la bajada de precios de los bienes que vendemos, bajada ocasionada por la devaluación.
- Afirman que el PIB se reduciría entre un 30 y un 50%. Una salvajada. La verdad es que me gustaría que me demostrasen estos cálculos, ya que se me antoja que están basados en unos escenarios muy discutibles.
- Nuestra deuda con el exterior se incrementaría ya que está nominada en euros o divisa extranjera, pero para eso está la quita que haríamos.
- Los bancos podrían padecer la ausencia de financiación externa. No habría crédito.
- Las empresas afectadas por la devaluación podrían pasarlo muy mal. A modo de ejemplo, los Tour Operators: nuestros viajes al exterior se encarecerían un 40%. Solo los más ricos podrían ya salir de turismo al extranjero.
La realidad es que estamos ante algo sin precedentes y todos los cálculos no dejan de ser especulativos y yo creo que hinchados para así mantener nuestra adhesión al euro sea cual sea el precio que haya que pagar, porque la vuelta a la peseta, tal como lo venden, siempre sería mucho peor.
Y en este baile de los malditos seguiremos inmersos durante meses. Ya hemos visto que hoy sí, hoy el BCE podría comprar deuda de los países pecadores, pero eso a cambio de que cedan más soberanía, es decir, menos democracia, si es que queda algo. Mientras duren las dudas sobre la deuda de los países cazados en esta trampa sin salida, todo son beneficios para el Capital, quien aprovecha para imponer sus medidas neoliberales, ya sin freno ni consideración. La ceguera, mejor dicho, la avaricia, es tan inmensa que puede llevarse todo por delante.
Falta de soluciones y la aparición de ellas, temporales, cuando las cosas llegan al límite, un ir y venir para así mantener este proceso sin fin de atraco a las rentas del trabajo. Hoy tenemos el ejemplo de Merkel y el de Cameron. Lo de Inglaterra no deja de ser como una burla. Se recorta con medidas de austeridad salvajes y cuando se ve que el enfermo, la sociedad británica, se muere, entonces se le inyecta un poco de dexametasona, para mantener así al enfermo vivo. No hay nada más contraproducente que las políticas económicas de stop and go. ¿Son los ingleses ya los primeros en darse cuenta que lo de la austeridad no funciona?
¿Y por qué será peor? De entrada se nos ocurren una serie de ventajas inmediatas:
- Podríamos volver a emitir nuestra moneda, nuestras pesetas y así fabricar billetes y comprar nuestra deuda, como hacen EE.UU. e Inglaterra, países más endeudados que nosotros, pero que al no estar en un área monetaria no sufren sus consecuencias.
- Fijaríamos los tipos de interés de nuevo.
- Haríamos una quita importante en nuestra deuda y así aprenderían “los mercados” a no dejar el dinero tan alegremente, esos mercados que ahora nos esclavizan.
- Volveríamos a tener nuestra soberanía democrática sin que ningúna alemán venga a ver lo que tenemos en el bolsillo (aunque seguro que más de uno piensa que eso es bueno, aunque nunca arreglarán temas como este). Hasta podríamos modificar de nuevo la Constitución dejando bien claro que el pago a los pensionistas (p.ej.) está por encima del pago de la deuda a los mercados.
- Y naturalmente devaluaríamos la moneda, la neopeseta o europeseta.
Alejandro Bolaños escribió un artículo ayer en El País en el que recrea el escenario de una salida de España del Euro. La realidad es que los miedos que nos inyectan continuamente no tienen mucho análisis detrás. Hay pocos estudios sobre este tema, por lo que uno no deja de sospechar que si bien el escenario podría ser malo, a lo mejor podría no ser tan horroroso como nos venden y hasta algunos analistas sostienen que salir del euro tendría más ventajas que inconvenientes.
Tan solo tengo noticias del estudio efectuado por Barry Eichengreen en el 2008.
¿Y cuales son esos males que nos caerían cual lluvia de fuego como castigo a nuestra maldad?
Los “expertos” nos dicen que serían las siguientes:
- La peseta se devaluaría entre un 40% y un 60% (mucha devaluación me parece esa, pero ¿no queríamos precisamente eso, devaluar para ser competitivos?).
- Corralito bancario, bien conocido por los argentinos que lo sufrieron en sus carnes (ver el artículo ayer “En el espejo del corralito argentino” de Alejandro Rebossio), en el que explica muy bien como fue este proceso de asalto al dinero de la gente). Nuestras pesetas quedarían bloqueadas en el banco y por lo tanto quedarían devaluadas en el porcentaje indicado. Es evidente que ante el anuncio de nuestra salida del euro no nos dejarían retirar los billetes del banco (en Grecia este verano se ha esfumado un 23% de los depósitos bancarios que se han ido principalmente a Suiza y a los colchones de los griegos), ya que eso llevaría la banca a la quiebra. Quien tuviese el dinero en un cajón sería afortunado, ya que seguiría teniendo euros y no las nuevas europesetas devaluadas.
- La devaluación, al encarecer las importaciones (el litro de gasolina un +40%, por ejemplo) incrementaría de forma salvaje la inflación.
- Salir del euro supone salir de la UE, tal como está el Tratado. Eso supone poner aduanas y tendríamos que pagar aranceles por las exportaciones, lo que anularía parte de las ventajas de la bajada de precios de los bienes que vendemos, bajada ocasionada por la devaluación.
- Afirman que el PIB se reduciría entre un 30 y un 50%. Una salvajada. La verdad es que me gustaría que me demostrasen estos cálculos, ya que se me antoja que están basados en unos escenarios muy discutibles.
- Nuestra deuda con el exterior se incrementaría ya que está nominada en euros o divisa extranjera, pero para eso está la quita que haríamos.
- Los bancos podrían padecer la ausencia de financiación externa. No habría crédito.
- Las empresas afectadas por la devaluación podrían pasarlo muy mal. A modo de ejemplo, los Tour Operators: nuestros viajes al exterior se encarecerían un 40%. Solo los más ricos podrían ya salir de turismo al extranjero.
La realidad es que estamos ante algo sin precedentes y todos los cálculos no dejan de ser especulativos y yo creo que hinchados para así mantener nuestra adhesión al euro sea cual sea el precio que haya que pagar, porque la vuelta a la peseta, tal como lo venden, siempre sería mucho peor.
Y en este baile de los malditos seguiremos inmersos durante meses. Ya hemos visto que hoy sí, hoy el BCE podría comprar deuda de los países pecadores, pero eso a cambio de que cedan más soberanía, es decir, menos democracia, si es que queda algo. Mientras duren las dudas sobre la deuda de los países cazados en esta trampa sin salida, todo son beneficios para el Capital, quien aprovecha para imponer sus medidas neoliberales, ya sin freno ni consideración. La ceguera, mejor dicho, la avaricia, es tan inmensa que puede llevarse todo por delante.
Falta de soluciones y la aparición de ellas, temporales, cuando las cosas llegan al límite, un ir y venir para así mantener este proceso sin fin de atraco a las rentas del trabajo. Hoy tenemos el ejemplo de Merkel y el de Cameron. Lo de Inglaterra no deja de ser como una burla. Se recorta con medidas de austeridad salvajes y cuando se ve que el enfermo, la sociedad británica, se muere, entonces se le inyecta un poco de dexametasona, para mantener así al enfermo vivo. No hay nada más contraproducente que las políticas económicas de stop and go. ¿Son los ingleses ya los primeros en darse cuenta que lo de la austeridad no funciona?