Al presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, no se le ocurre otra cosa para remediar la recesión-depresión actual que proponer la vuelta al patrón oro.
Durante las últimas semanas, EE UU, China y otros emergentes se han acusado de emprender acciones para mantener artificialmente bajo el valor de sus divisas e impulsar sus exportaciones y nada mejor para solucionarlo que la propuesta de este fenómeno de la economía.
"El sistema debería considerar emplear el oro como referencia internacional de las expectativas del mercado en inflación, deflación y en los valores futuros de las monedas", escribía Zoellick ayer en un artículo publicado en Financial Times.
En el "nuevo sistema" tendrían que implicarse el dólar, el euro, el yen, la libra y el yuan. La apuesta de Zoellick por un sistema que recuerda al patrón oro impulsó el metal precioso a un nuevo máximo histórico, por encima de los 1.400 dólares la onza.
El profesor de Economía de Berkeley, Bradford DeLong, ha propuesto para Zoellick el título de "mayor estúpido viviente", y Krugman ha dicho que era un apelativo que hasta era "demasiado amable".
Zoellick sostiene que "los manuales dan una visión del oro como una moneda del pasado; en cambio, los mercados lo están usando hoy como un activo monetario alternativo". DeLong replica: "No lo hacen. Simplemente no es cierto. Los mercados usan el oro como un activo especulativo y una cobertura, no como un medio de cambio, una unidad de cuenta o un almacén seguro del valor nominal".
Si hay algo que ahora no necesita la economía es precisamente otra fuente de deflación. Ya estamos viendo como EE.UU. está creando dinero a capazos, siendo una de las razones para hacerlo el peligro patente de deflación en la economía norteamericana. Ligar el nivel de precios de la economía mundial a un ancla que los Bancos Centrales no pueden aumentar según las necesidades es otra fuente de deflación, como ya se vio en los años treinta.
El patrón oro dicta que ningún país podía emitir más moneda que la respaldada por la cantidad de oro que tenga. Fue adoptado por las grandes economías en el siglo XIX, abandonado en la primera mitad del siglo XX y modificado por los acuerdos de Bretton Woods de 1944, y rigió la política monetaria internacional hasta 1971. Al comenzar los años setenta, EE UU (Nixon) puso punto final a este sistema y se adoptó el modelo actual, en el que el valor de la mayoría de las monedas -que flotan con libertad- lo determina el mercado.
Vemos que en los últimos días la opción de Política Económica que han tomado los EE.UU. a sus problemas (imposible bajar unos tipos de interés que están ya a cero) es generar más dinero (QE II). Con el patrón oro esto sería imposible.
Pero no debe extrañar que un presidente del Banco Mundial diga tonterías de este estilo. Este señor está en esta poltrona como agradecimiento a sus servicios prestados al partido republicano de EE.UU. y en especial a la familia Bush.
No olvidemos que en el reparto de poder actual, el presidente del Banco Mundial lo nombran los americanos y el presidente del FMI los europeos (así vimos otra que tal con Rato de Presidente del FMI).
Cuando se ocupan puestos como este lo mejor que podrían hacer estos personajes es estar calladitos, cobrar (que para eso los han nombrado) y al menos no decir tonterías. Dentro de la ortodoxia moral en que parecen haber caído determinados grupos de poder, no nos ha de extrañar que sus portavoces lancen soflamas como esta. Otras tonterías por el estilo seguiremos viendo.
Durante las últimas semanas, EE UU, China y otros emergentes se han acusado de emprender acciones para mantener artificialmente bajo el valor de sus divisas e impulsar sus exportaciones y nada mejor para solucionarlo que la propuesta de este fenómeno de la economía.
"El sistema debería considerar emplear el oro como referencia internacional de las expectativas del mercado en inflación, deflación y en los valores futuros de las monedas", escribía Zoellick ayer en un artículo publicado en Financial Times.
En el "nuevo sistema" tendrían que implicarse el dólar, el euro, el yen, la libra y el yuan. La apuesta de Zoellick por un sistema que recuerda al patrón oro impulsó el metal precioso a un nuevo máximo histórico, por encima de los 1.400 dólares la onza.
El profesor de Economía de Berkeley, Bradford DeLong, ha propuesto para Zoellick el título de "mayor estúpido viviente", y Krugman ha dicho que era un apelativo que hasta era "demasiado amable".
Zoellick sostiene que "los manuales dan una visión del oro como una moneda del pasado; en cambio, los mercados lo están usando hoy como un activo monetario alternativo". DeLong replica: "No lo hacen. Simplemente no es cierto. Los mercados usan el oro como un activo especulativo y una cobertura, no como un medio de cambio, una unidad de cuenta o un almacén seguro del valor nominal".
Si hay algo que ahora no necesita la economía es precisamente otra fuente de deflación. Ya estamos viendo como EE.UU. está creando dinero a capazos, siendo una de las razones para hacerlo el peligro patente de deflación en la economía norteamericana. Ligar el nivel de precios de la economía mundial a un ancla que los Bancos Centrales no pueden aumentar según las necesidades es otra fuente de deflación, como ya se vio en los años treinta.
El patrón oro dicta que ningún país podía emitir más moneda que la respaldada por la cantidad de oro que tenga. Fue adoptado por las grandes economías en el siglo XIX, abandonado en la primera mitad del siglo XX y modificado por los acuerdos de Bretton Woods de 1944, y rigió la política monetaria internacional hasta 1971. Al comenzar los años setenta, EE UU (Nixon) puso punto final a este sistema y se adoptó el modelo actual, en el que el valor de la mayoría de las monedas -que flotan con libertad- lo determina el mercado.
Vemos que en los últimos días la opción de Política Económica que han tomado los EE.UU. a sus problemas (imposible bajar unos tipos de interés que están ya a cero) es generar más dinero (QE II). Con el patrón oro esto sería imposible.
Pero no debe extrañar que un presidente del Banco Mundial diga tonterías de este estilo. Este señor está en esta poltrona como agradecimiento a sus servicios prestados al partido republicano de EE.UU. y en especial a la familia Bush.
No olvidemos que en el reparto de poder actual, el presidente del Banco Mundial lo nombran los americanos y el presidente del FMI los europeos (así vimos otra que tal con Rato de Presidente del FMI).
Cuando se ocupan puestos como este lo mejor que podrían hacer estos personajes es estar calladitos, cobrar (que para eso los han nombrado) y al menos no decir tonterías. Dentro de la ortodoxia moral en que parecen haber caído determinados grupos de poder, no nos ha de extrañar que sus portavoces lancen soflamas como esta. Otras tonterías por el estilo seguiremos viendo.
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