sábado, noviembre 20, 2010

El consumo


Con poco sueño andaba yo hoy y a las cinco y media de esta mañana me he puesto a escribir sobre algo tan peregrino como el consumo de los españoles, ya que alarmado me fui a dormir ayer después de leer muchas noticias y opiniones económicas y me he despertado un poco agobiado por el tema.

Los temores se van confirmando con el paso del tiempo. Y es que no cabía esperar que se produjeran milagros, aunque iluminados próceres tanto económicos como políticos han venido expresando su confianza en que ocurriesen.

Nada más levantarme me he ido a la biblioteca casera y he visto que seguía allí el libro de Friedman titulado “Una teoría de la función consumo” y que me tragué cuando estudiaba Teoría Económica. También he echado un vistazo a los de Macroeconomía de Mankiw y Blanchard, estos dos últimos manuales al uso actual para la enseñanza de la Macroeconomía.


Si bien los modelos Macroeconómicos han crujido considerablemente con la actual crisis económica, demostrando la dificultad (o imposibilidad) de modelizar el comportamiento económico de los seres humanos, las funciones básicas siguen siendos correctas, como era de esperar.


Una de las funciones básicas es la de la función “Consumo”, que nos indica los factores de los cuales depende que consumamos más o menos.
Fue Keynes el primero en definir esta función, indicando algo que ahora se nos antoja trivial: que el consumo es función de la renta. Si ganamos más, consumimos más.

Pero el consumo, obviamente depende de más cosas. Fue Friedman quien estudió el tema a fondo y halló más factores. En primer lugar hay que afinar lo de la renta. Las personas consumen no solo en función de la renta actual, si no de la futura. Y la futura depende de las expectativas. Si peligra el empleo, puede peligrar la renta futura y entonces se consume menos.

Por otra parte la renta debe de contemplarse desde un horizonte vital, como indicó Modigliani. Es decir, no consumimos lo mismo de jóvenes que con la jubilación a la vista. Pero también había que matizar con el concepto renta, ya que sobre ella hay impuestos. Si suben los impuestos baja la renta.

También es importante como se distribuye la renta. Es obvio que no se consume una proporción fija de la renta. Por más que ganes no vas subiendo tu consumo proporcionalmente. Por lo tanto si la renta se concentra en unas pocas rentas altas se consume menos que si las rentas se distribuyen entre una amplia población.


Friedman introdujo otro factor adicional importante: la riqueza. Y la riqueza depende de lo que poseemos, que pueden ser bienes como la vivienda, acciones, bonos, dinero, etc. Por lo tanto la subida o bajada de valor de la vivienda o la bolsa afectan al consumo. También afectará la rentabilidad que nos pueden proporcionar estos bienes. Y aquí entra en juego un nuevo factor: los tipos de interés. Si disponemos de riqueza que aporte rentabilidad, a mayor rentabilidad, mayores ingresos y mayor consumo.

También los intereses juegan un papel importante en la diversificación de nuestra renta entre ahorro o consumo. Si nos pagan bien por nuestro dinero en el banco, diferiremos el consumo ya que el ahorro tiene premio. Y por último no debemos olvidar el tema de los precios. En una economía inflacionaria corre prisa sacarse de encima unos billetes que pierden valor rápidamente. Se impone el comprar, es mejor consumir. A la inversa, con deflación es mejor no comprar y esperar a que los precios bajen. Se hunde entonces el consumo.

Las variaciones de renta no solo suponen variaciones de lo consumido. De hecho, una reducción de rentas actual como la que estamos viendo en nuestro país desplaza el consumo entre los bienes. Es decir, si hay que recortar no se hace de forma proporcional entre todos los bienes que consumimos. Unos sufren antes que otros los recortes presupuestarios.


Hago esta introducción teórica para que se entienda un poco por qué no pueden ocurrir milagros, ya que si se reduce la renta (tanto por bajadas de salarios, como por aumento del desempleo), se suben además los impuestos y se reduce la riqueza de los españoles, es de cajón que el consumo patrio ha de hundirse.
Lo de los panes y los peces y lo del vino en las bodas de Caná son milagros irrepetibles (y que cuesta creer), por más que insignes próceres tanto económicos como políticos dedicados a vender irrealidades desde ya hace tiempo, esperasen que Spain is diferent y las leyes económicas en España no iban a cumplirse.

Estamos en manos de unos talibanes económicos, residentes en Alemania principalmente, que cual Werhmacht económica (mira por donde la 130-Panzer-Lehr-Division de Rommel ya tiene herederos) han decidido que lo conveniente para sus intereses es estabilizar la economía europea. Y los intereses de los países periféricos, que lo que necesitan es precisamente lo contrario, sufren en su tejido social los cañonazos de este nuevo BlitzKrieg, ahora en versión “Mercados Gamados”. La cruz gamada, ahora económica (y no exagero), pone la bota de nuevo sobre Europa.

El consumo español se hunde y lo ha hecho fulminantemente nada más acabada la tregua veraniega. La subida del IVA ya está aquí y las realidades del desempleo siguen creciendo sin tregua. En concreto los datos son estos: el consumo bajó con respecto al trimestre anterior por primera vez en un año. Además, el descenso del 0,9 % respecto al trimestre anterior es el mayor de los dos últimos dos años, cuando el paro se disparaba con fuerza y las familias reducían gastos al mínimo. En tasa actual, el incremento se ralentizó hasta el 1%.

Las familias trasladan su angustia al gasto y ahorran en todos los capítulos del gasto salvo la vivienda. Pagar la hipoteca es prioritario. Las encuestas son contundentes: un 60% se aprieta el cinturón y opta por reducir su gasto en diversión. Las pizzerías y hamburgueserías ganan cuota de mercado. Cambios de hábitos. De cada cuatro euros en comida, uno es fuera de casa. Las reuniones caseras aumentan y el uso de tupers va que vuela.


El gasto medio de cada hogar español experimentó un descenso del 4,8% el año pasado, mucho menos que hace tres años.
Los aumentos en el consumo en el primer semestre del año fueron un espejismo. Las ayudas para el automóvil y la previsión de aumento del IVA hicieron anticipar consumos.

Ahora toca realidad: un -0,9%.
Sorprendido se queda el Sr. Angel Laborda, director de coyuntura de Funcas, cuando afirma que no esperaba una caída del consumo familiar tan grande. Uno de los que esperaba milagros. Nada mejor que mirar lo que suponen los tributos en nuestros bolsillos: hace un año eran un 7% del PIB y ahora se acerca al 10%, lo que supone un aumento del 38%. Bárbaro el tema.

Y como decía antes, aparece el tema de los recortes aplicados de forma no proporcional. La mayor disminución se produce en transportes (menos viajecitos) con un -14,9%, seguido de prendas de vestir y calzado (-8,3%), mobiliario (-6%), hoteles, cafés y restaurantes (-4,8%) y ocio y espectáculos (-4,4%). Hasta se reduce el gasto en alimentación (-4%).


El tema de la reducción del consumo afecta de otra forma que puede ser muy profunda. Me refiero al cambio de hábitos. Un ejemplo lo tenemos en el artículo que publicaba El País sobre los restaurantes:
más Tuper, menos copas y restaurantes más baratos. Toda una modificación de las costumbres. Muchos miran revisar precios y cambian proveedores de servicios, cosa que no hacían antes.

Mejor que nadie vaya esperando milagros. El milagro será que ciclo a la baja no se acelere más. Puede ir a peor. El Financial Times, que ya da por descontado que Irlanda y Portugal serán rescatadas financieramente (no he podido encontrar el enlace al artículo), añadía a la lista España y daba fecha: primer trimestre del próximo año.

Si esto fuese así no olvidemos que los rescates de las columnas de infantería económica de los “Mercados Gamados” se cobran sus servicios con nuevas rondas de sodomización del personal.


Interesante lo que indica Roubini al respecto: que si España cae por el precipicio, no hay suficiente dinero en los recursos comunitarios europeos para salvarla. España es demasiado grande para dejarla caer y demasiado grande para salvarla.

Han conseguido de momento calmar los mercados pero a costa (esto ya es evidente) de deprimir la economía, lo que intranquilizará a los mercados a los que habrá que calmar con nuevas medidas y así hasta el apagón final.

Foto: Los mercados gamados vigilando la evolución de la economía española.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿APAGON FINAL?...

Víctor

 
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