Mientras lo social se va deteriorando y ya los atracos se cobran vidas (un joyero, una panadera y una empleada de banca en tan solo una semana, como si de Argentina se tratase), vemos como los medios nos airean nuevos (falsos) brotecillos verdes, tratando de desfigurar la realidad con la consabida dosis de desinformación.
Podemos tomar como ejemplo el reciente dato de empleo. Tocando las campanas nos explican que la EPA (Encuesta de Población Activa) del tercer trimestre indica que se han creado 69.900 puestos de trabajo. Pero no nos dicen, o lo hacen con letra más menuda, que esto ha ocurrido en verano y si se ajusta la estacionalidad el resultado es de 30.000 empleos menos. Brotecillo verde rápidamente marchitado.
Dicen los entendidos que la EPA es la mejor información sobre el estado del empleo de este país. No sirven los datos del INEM, ya que hay mucha economía sumergida. Pero la EPA es una encuesta con todas las consecuencias que se derivan de tal herramienta. Por ejemplo (¡que coincidencia!) nuestro hogar estaba en la encuesta. Es decir, cada cierto tiempo me llamaban para verificar la situación laboral y de formación de los dos miembros de esta casa. Pero de repente me han dado de baja en la encuesta. Por lo tanto vemos que se puede cambiar la base comparativa de un trimestre a otro.
O sea, sin más rodeos, si en la base antigua tenían personas paradas y las dan de baja de la encuesta y dan de alta otras con empleo, pues ¡voilà! ¡se genera empleo! Sabiendo de qué pie calzan las estadísticas españolas, es posible, así de fácil, conseguir milagros.
Los problemas de fondo siguen sin desaparecer. La Banca sigue pisando el acelerador pendiente abajo y hay quien opina que habrá más fusiones (o sea, fusiones de fusiones). Las cifras de la morosidad siguen galopando y cortando el viento y no precisamente caminito de Jerez. Lo mejorcito de nuestra banca, los que parece que están a salvo del desastre, o sea Santander y BBVA, no se libran del azote moroso y baten récords (5%).
La morosidad lleva mal camino y veremos en la prensa historias de atrapados en la compra de vivienda continuamente, especialmente los inmigrantes que consideraban los usos de su país como habituales, es decir, a la hipoteca se responde sólo con la vivienda, y desconocían los abusos de las prácticas bancarias españolas.
Divertido es ver al Gobierno, cuyo máximo representante afirmó hace bien pocos días que los precios habían tocado fondo, decir ahora a través de Pepiño Blanco que los precios bajarán y que el saneamiento de la banca pasa por la liquidación de su enorme stock de viviendas, naturalmente a precios mucho más bajos, que deberían estar más bien en el -20% y no en el 5% que anticipa el BBVA (aunque algo es algo que reconozcan que la cosa sigue a la baja).
El brotecito verde del incremento de venta de viviendas actual es producto de la finalización de la desgravación a la compra de vivienda que ocurrirá a final de año. Mucha gente, equivocadamente, considera que es el momento de comprar vivienda ya que el año que viene no contarán con la desgravación.
Ignoran estas personas que la desgravación provoca un aumento de precio igual a su importe, es decir, se la queda el promotor. Por lo tanto, a la inversa, si desparece la desgravación, los precios de la vivienda bajarán en igual importe. Al igual que ha ocurrido con los coches, que se vendieron a buen ritmo ante la subida del IVA prevista para Julio y el final de la ayudas para ver luego como se ha hundido el mercado, veremos la venta de vivienda el próximo año presentará cifras de espanto (ver opinión 1 y 2) y cabe ya esperar que en ese momento la espiral de precios a la baja se dispare. La Banca no puede aguantar indefinidamente esta situación.
Vemos como en EE.UU. donde los precios de la vivienda han descendido mucho más que en España (y no subieron tanto) siguen bajando escalones, cuando precisamente ya consideraban también que habían tocado fondo. Vemos como en todas partes cuecen habas y la banca de este país no se queda manca haciendo pirulas. Eran tan de fiar los banqueros yankees que bastaba su declaración de que un hipotecado era insolvente para que los jueces, tomando sus declaraciones como palabra de Dios, ejecutasen la hipoteca sin más. Después se ha visto que tales declaraciones eran falsas y no había tal insolvencia. “Ejecuciones irregulares” le han llamado a esto en plan fino.
La realidad otoñal es que esto sigue sin chutar y nuevos peligros cuelgan sobre nuestras cabezas, tal como nos recuerda Doctor Catástrofe, o sea, Roubini, pero vistas las medidas de política económica que se están tomando fácil es hacer estos pronósticos. Vio venir esta crisis en un mundo de ciegos, empecinados políticos y economistas que no han desaparecido del mapa y siguen presentes no queriendo ver que los pasos que se están dando nos pueden hacer seguir bajando aún más por la escalera del deterioro económico.
Krugman lo expone muy claramente en su artículo de hoy en el NYT. Más clarito agua y con pocas líneas. Traduzco literalmente:
“El aspecto clave que hay que tener presente es que en un mundo considerado como un todo, el gasto es igual a la renta. Si un grupo de gente, los que tienen deudas excesivas, es forzado a cortar gastos para pagar sus deudas, una de estas cosas debe ocurrir: o algunos deben gastar más o la renta mundial caerá.
Incluso aquellas partes del sector privado que no están sobrecargados de altos niveles de deuda ven pocas razones para incrementar el gasto. Corporaciones que tienen cash se preguntan por qué expandirse cuando gran parte de la capacidad ya existente está desocupada.
Los consumidores que no se sobre endeudaron pueden obtener créditos a bajos tipos, pero este incentivo para gastar está más que contrarestado por las preocupaciones sobre el débil mercado del trabajo. Nadie en el sector privado tiene la voluntad de tapar el agujero creado por la excesiva deuda.
Así, ¿qué es lo que hay que hacer? Primero los gobiernos deberían seguir gastando mientras el sector privado no lo haga, así los deudores podrían seguir pagando sus deudas sin perpetuar el hundimiento global. Segundo, los gobiernos deberían promocionar ampliamente el aligeramiento de la deuda: reduciendo las obligaciones a niveles que los deudores puedan manejar de la forma más rápida para eliminar el exceso de deuda.”
¿Quién impide llevar a cabo estas políticas? Pues los nuevos moralizadores sociales que de repente, después de años y años prestando a destajo y alimentando burbujas, ahora denuncian de golpe el déficit que tenemos e impiden solucionarlo con más deuda.
Al fin y al cabo el dilema es sencillo: ¿Más embargos o más préstamos? Parece ser que los moralizadores van ganando: más castigo y menos estímulos. El problema es si el castigo al vecino no nos castigará a todos finalmente, perpetuando el eterno desempleo.
Podemos tomar como ejemplo el reciente dato de empleo. Tocando las campanas nos explican que la EPA (Encuesta de Población Activa) del tercer trimestre indica que se han creado 69.900 puestos de trabajo. Pero no nos dicen, o lo hacen con letra más menuda, que esto ha ocurrido en verano y si se ajusta la estacionalidad el resultado es de 30.000 empleos menos. Brotecillo verde rápidamente marchitado.
Dicen los entendidos que la EPA es la mejor información sobre el estado del empleo de este país. No sirven los datos del INEM, ya que hay mucha economía sumergida. Pero la EPA es una encuesta con todas las consecuencias que se derivan de tal herramienta. Por ejemplo (¡que coincidencia!) nuestro hogar estaba en la encuesta. Es decir, cada cierto tiempo me llamaban para verificar la situación laboral y de formación de los dos miembros de esta casa. Pero de repente me han dado de baja en la encuesta. Por lo tanto vemos que se puede cambiar la base comparativa de un trimestre a otro.
O sea, sin más rodeos, si en la base antigua tenían personas paradas y las dan de baja de la encuesta y dan de alta otras con empleo, pues ¡voilà! ¡se genera empleo! Sabiendo de qué pie calzan las estadísticas españolas, es posible, así de fácil, conseguir milagros.
Los problemas de fondo siguen sin desaparecer. La Banca sigue pisando el acelerador pendiente abajo y hay quien opina que habrá más fusiones (o sea, fusiones de fusiones). Las cifras de la morosidad siguen galopando y cortando el viento y no precisamente caminito de Jerez. Lo mejorcito de nuestra banca, los que parece que están a salvo del desastre, o sea Santander y BBVA, no se libran del azote moroso y baten récords (5%).
La morosidad lleva mal camino y veremos en la prensa historias de atrapados en la compra de vivienda continuamente, especialmente los inmigrantes que consideraban los usos de su país como habituales, es decir, a la hipoteca se responde sólo con la vivienda, y desconocían los abusos de las prácticas bancarias españolas.
Divertido es ver al Gobierno, cuyo máximo representante afirmó hace bien pocos días que los precios habían tocado fondo, decir ahora a través de Pepiño Blanco que los precios bajarán y que el saneamiento de la banca pasa por la liquidación de su enorme stock de viviendas, naturalmente a precios mucho más bajos, que deberían estar más bien en el -20% y no en el 5% que anticipa el BBVA (aunque algo es algo que reconozcan que la cosa sigue a la baja).
El brotecito verde del incremento de venta de viviendas actual es producto de la finalización de la desgravación a la compra de vivienda que ocurrirá a final de año. Mucha gente, equivocadamente, considera que es el momento de comprar vivienda ya que el año que viene no contarán con la desgravación.
Ignoran estas personas que la desgravación provoca un aumento de precio igual a su importe, es decir, se la queda el promotor. Por lo tanto, a la inversa, si desparece la desgravación, los precios de la vivienda bajarán en igual importe. Al igual que ha ocurrido con los coches, que se vendieron a buen ritmo ante la subida del IVA prevista para Julio y el final de la ayudas para ver luego como se ha hundido el mercado, veremos la venta de vivienda el próximo año presentará cifras de espanto (ver opinión 1 y 2) y cabe ya esperar que en ese momento la espiral de precios a la baja se dispare. La Banca no puede aguantar indefinidamente esta situación.
Vemos como en EE.UU. donde los precios de la vivienda han descendido mucho más que en España (y no subieron tanto) siguen bajando escalones, cuando precisamente ya consideraban también que habían tocado fondo. Vemos como en todas partes cuecen habas y la banca de este país no se queda manca haciendo pirulas. Eran tan de fiar los banqueros yankees que bastaba su declaración de que un hipotecado era insolvente para que los jueces, tomando sus declaraciones como palabra de Dios, ejecutasen la hipoteca sin más. Después se ha visto que tales declaraciones eran falsas y no había tal insolvencia. “Ejecuciones irregulares” le han llamado a esto en plan fino.
La realidad otoñal es que esto sigue sin chutar y nuevos peligros cuelgan sobre nuestras cabezas, tal como nos recuerda Doctor Catástrofe, o sea, Roubini, pero vistas las medidas de política económica que se están tomando fácil es hacer estos pronósticos. Vio venir esta crisis en un mundo de ciegos, empecinados políticos y economistas que no han desaparecido del mapa y siguen presentes no queriendo ver que los pasos que se están dando nos pueden hacer seguir bajando aún más por la escalera del deterioro económico.
Krugman lo expone muy claramente en su artículo de hoy en el NYT. Más clarito agua y con pocas líneas. Traduzco literalmente:
“El aspecto clave que hay que tener presente es que en un mundo considerado como un todo, el gasto es igual a la renta. Si un grupo de gente, los que tienen deudas excesivas, es forzado a cortar gastos para pagar sus deudas, una de estas cosas debe ocurrir: o algunos deben gastar más o la renta mundial caerá.
Incluso aquellas partes del sector privado que no están sobrecargados de altos niveles de deuda ven pocas razones para incrementar el gasto. Corporaciones que tienen cash se preguntan por qué expandirse cuando gran parte de la capacidad ya existente está desocupada.
Los consumidores que no se sobre endeudaron pueden obtener créditos a bajos tipos, pero este incentivo para gastar está más que contrarestado por las preocupaciones sobre el débil mercado del trabajo. Nadie en el sector privado tiene la voluntad de tapar el agujero creado por la excesiva deuda.
Así, ¿qué es lo que hay que hacer? Primero los gobiernos deberían seguir gastando mientras el sector privado no lo haga, así los deudores podrían seguir pagando sus deudas sin perpetuar el hundimiento global. Segundo, los gobiernos deberían promocionar ampliamente el aligeramiento de la deuda: reduciendo las obligaciones a niveles que los deudores puedan manejar de la forma más rápida para eliminar el exceso de deuda.”
¿Quién impide llevar a cabo estas políticas? Pues los nuevos moralizadores sociales que de repente, después de años y años prestando a destajo y alimentando burbujas, ahora denuncian de golpe el déficit que tenemos e impiden solucionarlo con más deuda.
Al fin y al cabo el dilema es sencillo: ¿Más embargos o más préstamos? Parece ser que los moralizadores van ganando: más castigo y menos estímulos. El problema es si el castigo al vecino no nos castigará a todos finalmente, perpetuando el eterno desempleo.
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