domingo, septiembre 22, 2013

Luz Ardiden desde Luz-Saint-Saveur

Al día siguiente de ascender el Menté me fui a Luz-Saint-Saveur. Pasé por la Hourquette d’Ancizan y por el Tourmalet y me encontré, al bajar este puerto, que está en obras desde Barèges a Luz, debido a que las riadas que asolaron el Valle de Arán y Benasque en junio también originaron destrozos importantes en este tramo del valle.

Estaba en mis planes subirlo (el año pasado lo hice por la otra vertiente) pero, visto el desastre, desistí. Hay dos kilómetros con el asfalto hecho polvo, hay camiones y orugas en acción, con un polvo tremendo y con semáforos para regular el paso. Bastante riesgo además de los inconvenientes. Mi flaca es muy delicada. Mejor olvidarse. Ya veremos si el Tour puede cruzarlo el próximo año.

Después de dejar el coche en el aparcamiento del apartamento que había alquilado durante cinco días, como ya iba vestido y con la bicicleta a punto, salí como una bala al asalto del primer objetivo del viaje: la subida a la estación de esquí de Luz-Ardiden (una subida de categoría máxima -Hors Categorie-, que ha sido final de muchas etapas del Tour y donde varios corredores españoles triunfaron: Samuel Sanchez en el 2011, Roberto Laiseka (al cual vi en Graus en la etapa de la Vuelta a España) en el 2001, Miguel Indurain en 1990, Laudelino Cubino en 1988 y Perico Delgado en 1985. Aunque lo mejor ocurrió en 1994, cuando ganó Virenque en un mano a mano con Indurain (que era muy agradecido con los que le ayudaban a ser líder... y lo fue con Virenque), pero este se aseguró el cuarto Tour.

Vista desde Luz de la subida a Luz Ardiden, con los pueblos de Sazos y Grust más arriba



Puede verse debajo de la hilera de chopos en el centro-derecha de la foto, el grupo de apartamentos de Val de Roland, en medio de un inmenso prado.


Solazo, calor (no hay fuentes en todo el recorrido), y nadie subiendo este famoso recorrido, bonito, con solo dos pueblos en el recorrido: Grust y Sazos, y con tres alicientes: al principio la vista sobre el valle es extraordinaria, la subida es muy dura, y tiene ¡32 lazadas! (y los del Alpe d’Huez chuleándose con sus 21 “tornantes”). Luego comprobé que la subida a Hautacam es aún más bonita.



Subí muy bien, a pesar de ser muy exigente la escalada, y al final me encontré con una bifurcación, no quedándome claro cual era la que llevaba correctamente a la estación. Elegí la variante derecha y acabé en una zona de aparcamientos y venta de billetes, desde donde se accede a un telesilla. Más o menos dos kilómetros de ascensión inútil. Vuelta a la bifurcación y más subida aún.

Panorama desde la parte final de la subida


Vista desde el parking del lado derecho de la estación. Desde el otro no varia mucho.



Y una vista excelente sobre el Neouvielle y a la derecha su arista SSE, que escalé ya hace años. Casi ya escondidito, a la derecha, el Trois Coinsellers. Por esos neveros (en peor estado) pasé hace dos años para subir el Turón de Neouvielle. A la izquierda del Neouvielle se puede ver la cresta y Pic de la Mouréle y Espade y la brecha Chausenque.

 

La variante incorrecta de la estación. Me sirvió para comprobar que aquí se esquía por 27 € al día.

 

Y esta la estación correcta y final del recorrido. Poca cosa en estas estaciones. Por eso tiene tanto éxito La Mongie en el Tourmalet, porque tiene los hoteles en la estación y entonces hay más vidilla.



El error sirvió para dar tiempo a que un único ciclista apareciese por allí y coincidiésemos. Un joven inglés, que venía atravesando los Alpes y los Pirineos a golpe de pedal (llevaba ya 19 días), y que pensaba finalizar su periplo por tierras vascas antes de regresar al Bristol de sus amores, territorio devastado por las políticas económicas de la amada Margaret Thatcher.

Bajé más deprisa que él (llevaba el chico una bici de cicloturismo, por lo que subir Luz-Ardiden con una bicicleta así, después de haber subido Hautacam el mismo día, tenía mucho mérito), pero le esperé en las calles de Luz y le invité a una cerveza, aunque se pidió una “Orangina”. De profesión entrenador de tenis, descubrí que conocía muy bien la situación económica española. No podía entender como los jóvenes, con un 50% de paro, podían sobrevivir. Haciendo broma le dije que él tenía muy fácil superar la crisis. Únicamente debía tomar como modelo la película de Woody Allen, Matchpoint. Nos reímos un buen rato.
 

Me acomodé en el Domaine du Val de Roland, donde me atendieron a las mil maravillas. Y a dormir, que al día siguiente me esperaba otra maravillosa sesión de bicicleta pirenaica: nada más y nada menos que la subida a Bucharo, o sea el Puerto de Bujaruelo, bordeando el circo de Gavarnie.

En el perfil de la ascensión grabado por el IBike Newton+ que llevo, puede verse el error en Grust (pequeño) y el error arriba al irme al lado de la estación incorrecto, lo que obligó a desandar lo subido.

Marrón: Voy pedaleando
Naranja: No pedaleo
Rojo: Voy frenando
Violeta: Voy a caballito sobre el sillín

Roberto Laiseka ganando en Luz Ardiden en el Tour del 2001
 

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