Viendo hoy como los especuladores/tiburones, que han abandonado la carnaza griega una vez ya devorada, han atacado la balsa económica española, enganchando ya un pie que sobresalía de ella, reconozco que me ha entrado, por primera vez en esta crisis, miedo. Tengo miedo a que el Gobierno finalmente claudique y aplique “ajustes” similares a los griegos. O sea, que la factura de la crisis la paguemos al final los trabajadores.
Mientras veía las líneas rojas que trazaban los gráficos de bolsa minuto a minuto, me preguntaba como en nueve años se ha podido girar todo esto de esta forma tan salvaje y trataba de recordar aquellas fechas en que cambiamos con gran alegría nuestras pesetas por euros, pensando que un mundo feliz llegaba a nosotros.
Dándole vueltas al tema he recordado lo que nos dijeron en el momento del cambio y también he hecho una lista de lo que no nos dicen ahora y que expongo más abajo. Visto lo que esperábamos y lo que hemos recibido o vamos a recibir, la aventura del Euro ha sido en realidad lo peor que nos ha podido ocurrir.
Lo que no nos dijeron cuando entramos en el Euro
Primero, ya que ocupa pocas líneas, recordaré lo que nos dijeron:
- Que nuestros salarios tenderían a igualarse con los de la Eurozona, o sea, Alemania, Francia, etc.
- Que ya no pagaríamos comisiones por cambios de moneda con los países integrantes de la UME.
- Que nuestra moneda ya no se devaluaría. Ahora sería fuerte como el marco alemán
- Que tendríamos el dinero barato. Bajos intereses (que se mantendrían siempre) nos permitirían comprar las cosas a plazos casi sin coste.
- Que ya no tendríamos más inflación a la española.
- Que ya no habría más ciclos económicos y que ataríamos los perros con longanizas.
Algún agorero recordó que una Unión Monetaria del estilo de la que se creaba era un nido de víboras: las asimetrías estaban presentes y en tiempos de crisis podrían llegar a ser importantes. Pero sus voces fueron acalladas convenientemente.
Ahora lo que no nos dijeron:
- Que las crisis económicas han ocurrido, ocurren y ocurrirán.
- Que el dinero barato, si se mantiene en el tiempo, crea burbujas.
- Que la vivienda se convertiría en un bien inasequible para gran parte de la población (o asequible sacrificando media vida).
- Que la burbuja alimentaría la contratación de mano de obra barata vía importación de emigrantes, a los que ahora hay que mantener.
- Que endeudarse sería barato, pero hacerlo más allá de lo razonable (bancos, empresas, particulares y Estado) sería tan peligroso.
- Que lo que era aparentemente una ventaja, imposibilidad de devaluar, se convertiría en un grave inconveniente.
- Que como no podríamos devaluar para ser competitivos, lo haríamos a través de la reducción de nuestros salarios.
- Que el mundo está dirigido por manos invisibles, llamadas mercados y que no tendríamos las manos libres para fijar nuestra Política Económica en caso de tener que actuar en una crisis.
- Que nos subirían nuestros impuestos por gracia de estos nuevos amos del mundo.
- Que nuestra banca, tan excelente siempre, quedaría contra las cuerdas debido a su endeudamiento, creyendo también que los ciclos no existen y que el dinero barato dura siempre.
- Que los funcionarios y pensionistas serían los chivos expiatorios de los errores de la Banca y del Estado.
- Que tendríamos que trabajar más años y jubilarnos más tarde, con menor pensión.
- Que una pandilla de especuladores se cebaría en nuestros mercados reduciendo el valor de lo ahorrado en nuestros fondos.
- Que los condiciones de trabajo empeorarían (pronto seremos chinos) con contratos de trabajo que antes considerabámos impensables (despido casi libre).
- Que más de cuatro millones de españoles se quedarían sin trabajo durante años y años.
- Que los Ayuntamientos se arruinarían.
- Que socialmente este país se fracturaría.
Si el Euro nos ha proporcionado toda esta multitud de inconvenientes, más bien podríamos decir que de tremendas desgracias, ¿por qué seguimos en el Euro?
Porque mientras hay perdedores, hay sin embargo ganadores:
- Alemania es ganadora porque ya no podemos competir contra ella devaluando. Para competir hemos de bajar precios. Y para bajar precios hay que bajar costes y el primero de ellos es el salarial y esto ya es sabido que cuesta mucho. Por lo tanto se aseguran que ya no competimos como antes, devaluando.
- Las grandes empresas. Al igual que en Grecia, con el cuento de que para competir hay que “liberalizar” los mercados de trabajo, conseguirán contratos de trabajo sin contrapartidas y salarios cada vez más baratos. Se frotan las manos pensando en ello. Cuando finalice la crisis (muchos años faltan aún) estos salarios y contratos no mejorarán nunca. Son ventajas conseguidas ya para siempre y que aportarán en el futuro grandes beneficios. La factura de la crisis la pagaran los trabajadores, no el Capital (mejor ir utilizando las palabras que habían quedado arrinconadas).
De hecho, con el Euro, estamos en una trampa. En un pozo sin fondo en el que nos han metido y del que no podemos salir, tal como explicaba Krugman el lunes en el NYT y el martes, ya traducido, en El País.
La salida del Euro es inviable por varias razones, pero la principal es que el sistema bancario de un país que abandonase el Euro saltaría por los aires.
- Primero, porque todo el mundo retiraría el dinero de los bancos. Nadie dejaría que le cambiasen los Euros por pesetas devaluadas (si nos salimos del Euro sería para devaluar). Antes, retiraríamos el dinero y compraríamos, por decir algo, oro o dólares (peligro de corralito bancario, si el dinero huye del sistema bancario).
- Segundo porque la deuda externa se vería revaluada. Pasaríamos a deber más.
- Tercero, probablemente subirían los tipos de interés. Esto sería el remate para las hipotecas, ya que ni los que tienen trabajo podrían pagarlas.
- Y falta saber si además tendríamos inflación al encarecer nuestras importaciones por la devaluación.
Optimistas no faltan, como el ex-ministro Boyer. Razón no le falta para quejarse de la especulación, pero mientras llega la salida de la crisis, por el camino dejaremos el cadáver de nuestras condiciones laborales, nuestros salarios, nuestras jubilaciones, nuestros ahorros y nuestras pensiones. Sombrío panorama el que tenemos por delante. Ahora, de verdad, ya empiezo a tener miedo. Esta gentuza lo puede todo.
Mientras veía las líneas rojas que trazaban los gráficos de bolsa minuto a minuto, me preguntaba como en nueve años se ha podido girar todo esto de esta forma tan salvaje y trataba de recordar aquellas fechas en que cambiamos con gran alegría nuestras pesetas por euros, pensando que un mundo feliz llegaba a nosotros.
Dándole vueltas al tema he recordado lo que nos dijeron en el momento del cambio y también he hecho una lista de lo que no nos dicen ahora y que expongo más abajo. Visto lo que esperábamos y lo que hemos recibido o vamos a recibir, la aventura del Euro ha sido en realidad lo peor que nos ha podido ocurrir.
Lo que no nos dijeron cuando entramos en el Euro
Primero, ya que ocupa pocas líneas, recordaré lo que nos dijeron:
- Que nuestros salarios tenderían a igualarse con los de la Eurozona, o sea, Alemania, Francia, etc.
- Que ya no pagaríamos comisiones por cambios de moneda con los países integrantes de la UME.
- Que nuestra moneda ya no se devaluaría. Ahora sería fuerte como el marco alemán
- Que tendríamos el dinero barato. Bajos intereses (que se mantendrían siempre) nos permitirían comprar las cosas a plazos casi sin coste.
- Que ya no tendríamos más inflación a la española.
- Que ya no habría más ciclos económicos y que ataríamos los perros con longanizas.
Algún agorero recordó que una Unión Monetaria del estilo de la que se creaba era un nido de víboras: las asimetrías estaban presentes y en tiempos de crisis podrían llegar a ser importantes. Pero sus voces fueron acalladas convenientemente.
Ahora lo que no nos dijeron:
- Que las crisis económicas han ocurrido, ocurren y ocurrirán.
- Que el dinero barato, si se mantiene en el tiempo, crea burbujas.
- Que la vivienda se convertiría en un bien inasequible para gran parte de la población (o asequible sacrificando media vida).
- Que la burbuja alimentaría la contratación de mano de obra barata vía importación de emigrantes, a los que ahora hay que mantener.
- Que endeudarse sería barato, pero hacerlo más allá de lo razonable (bancos, empresas, particulares y Estado) sería tan peligroso.
- Que lo que era aparentemente una ventaja, imposibilidad de devaluar, se convertiría en un grave inconveniente.
- Que como no podríamos devaluar para ser competitivos, lo haríamos a través de la reducción de nuestros salarios.
- Que el mundo está dirigido por manos invisibles, llamadas mercados y que no tendríamos las manos libres para fijar nuestra Política Económica en caso de tener que actuar en una crisis.
- Que nos subirían nuestros impuestos por gracia de estos nuevos amos del mundo.
- Que nuestra banca, tan excelente siempre, quedaría contra las cuerdas debido a su endeudamiento, creyendo también que los ciclos no existen y que el dinero barato dura siempre.
- Que los funcionarios y pensionistas serían los chivos expiatorios de los errores de la Banca y del Estado.
- Que tendríamos que trabajar más años y jubilarnos más tarde, con menor pensión.
- Que una pandilla de especuladores se cebaría en nuestros mercados reduciendo el valor de lo ahorrado en nuestros fondos.
- Que los condiciones de trabajo empeorarían (pronto seremos chinos) con contratos de trabajo que antes considerabámos impensables (despido casi libre).
- Que más de cuatro millones de españoles se quedarían sin trabajo durante años y años.
- Que los Ayuntamientos se arruinarían.
- Que socialmente este país se fracturaría.
Si el Euro nos ha proporcionado toda esta multitud de inconvenientes, más bien podríamos decir que de tremendas desgracias, ¿por qué seguimos en el Euro?
Porque mientras hay perdedores, hay sin embargo ganadores:
- Alemania es ganadora porque ya no podemos competir contra ella devaluando. Para competir hemos de bajar precios. Y para bajar precios hay que bajar costes y el primero de ellos es el salarial y esto ya es sabido que cuesta mucho. Por lo tanto se aseguran que ya no competimos como antes, devaluando.
- Las grandes empresas. Al igual que en Grecia, con el cuento de que para competir hay que “liberalizar” los mercados de trabajo, conseguirán contratos de trabajo sin contrapartidas y salarios cada vez más baratos. Se frotan las manos pensando en ello. Cuando finalice la crisis (muchos años faltan aún) estos salarios y contratos no mejorarán nunca. Son ventajas conseguidas ya para siempre y que aportarán en el futuro grandes beneficios. La factura de la crisis la pagaran los trabajadores, no el Capital (mejor ir utilizando las palabras que habían quedado arrinconadas).
De hecho, con el Euro, estamos en una trampa. En un pozo sin fondo en el que nos han metido y del que no podemos salir, tal como explicaba Krugman el lunes en el NYT y el martes, ya traducido, en El País.
La salida del Euro es inviable por varias razones, pero la principal es que el sistema bancario de un país que abandonase el Euro saltaría por los aires.
- Primero, porque todo el mundo retiraría el dinero de los bancos. Nadie dejaría que le cambiasen los Euros por pesetas devaluadas (si nos salimos del Euro sería para devaluar). Antes, retiraríamos el dinero y compraríamos, por decir algo, oro o dólares (peligro de corralito bancario, si el dinero huye del sistema bancario).
- Segundo porque la deuda externa se vería revaluada. Pasaríamos a deber más.
- Tercero, probablemente subirían los tipos de interés. Esto sería el remate para las hipotecas, ya que ni los que tienen trabajo podrían pagarlas.
- Y falta saber si además tendríamos inflación al encarecer nuestras importaciones por la devaluación.
Optimistas no faltan, como el ex-ministro Boyer. Razón no le falta para quejarse de la especulación, pero mientras llega la salida de la crisis, por el camino dejaremos el cadáver de nuestras condiciones laborales, nuestros salarios, nuestras jubilaciones, nuestros ahorros y nuestras pensiones. Sombrío panorama el que tenemos por delante. Ahora, de verdad, ya empiezo a tener miedo. Esta gentuza lo puede todo.
1 comentario:
¿y empezar a desempolvar los "obsoletos" tratados socio-politicos del siglo pasado ("El capital") e intertar pensar en otros modelos económocos?
¿es viable un modelo que se basa en el crecimiento infinito, contando con recursos finitos?
José
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