En muchas ocasiones he escrito sobre la gran mentira: el IPC, o sea el índice de precios en base al cual se actualizan los salarios y también se corrige el PIB, entre otras cosas.
EL falso IPC ha servido para enmascarar el coste para los asalariados de entrar en el Euro. Mientras que esperábamos adaptar nuestros precios y salarios a los de los países con mejor nivel de vida de la zona del Euro, hemos podido comprobar que con el paso de los años lo único que se ha adaptado son los precios. Esto sí que lo hemos conseguido. Naturalmente para poder mantener el engaño, es decir, que los salarios no suban y los precios sí, había que mentir descaradamente y manipular el IPC a saco.
Leo una noticia sobre un informe de la OCU donde explica el tamaño de la mentira: los salarios solo han subido un 14% frente al 48% que aumentó la cesta de la compra desde que entramos en el euro. Los sueldos han subido muy por debajo de los productos básicos y solo la tecnología es más barata. Y lo de la cesta de la compra no es nada: la vivienda se incrementó un 66% y el transporte entre un 45% y un 58%.
En el estudio de abril de 2001 elaborado por la OCU, la cesta de la compra le costaba a una familia, de media, 4.600 euros; en mayo de 2011 salía por 6.800 euros al año: un 48% más cara que hace 10 años.
Y el dato comparativo: el índice de precios al consumo (IPC) registró entre 2002 y 2011 una variación acumulada del 32%, cuando los carburantes cuestan hoy un 82% más que antes del euro. El aumento de algunos productos básicos es impresionante: el pan (+85%), los huevos (114%), la leche (48%), el arroz (45%), el aceite (33%) y ¡las patatas (116%)!
Sólo lo tecnológico bajó de precio, pero como eso no se come en tiempos de crisis, el descenso de precio de estos bienes es un dato no significativo.
Vemos también que al estar falseado el IPC se falsea el PIB y en consecuencia tenemos mucho menos crecimiento, o mejor dicho, tenemos más recesión de la que nos indican.
Este proceso inacabable y agravado ahora, cuando los salarios ni recuperan el falso IPC, lleva a una renta disponible (o sea, lo que nos queda para gastar) cada vez menor, lo que es un factor nada despreciable en el agravamiento de la crisis y que con las medidas que se están tomando empeorará notablemente. ¿Dónde está el límite? ¿Están probando hasta donde puede llegar la explotación del asalariado sin que explote la olla? ¿Podemos llevar los niveles de Europa a los de los competitivos chinos? ¿No es un experimento peligrosisímo? ¿Se creen que los niveles de consumo serán los mismos? ¿Quién ha engañado a esta gente? o ¿es que la avaricia obnubila la mente?
Recomiendo leer el informe de la OCU
EL falso IPC ha servido para enmascarar el coste para los asalariados de entrar en el Euro. Mientras que esperábamos adaptar nuestros precios y salarios a los de los países con mejor nivel de vida de la zona del Euro, hemos podido comprobar que con el paso de los años lo único que se ha adaptado son los precios. Esto sí que lo hemos conseguido. Naturalmente para poder mantener el engaño, es decir, que los salarios no suban y los precios sí, había que mentir descaradamente y manipular el IPC a saco.
Leo una noticia sobre un informe de la OCU donde explica el tamaño de la mentira: los salarios solo han subido un 14% frente al 48% que aumentó la cesta de la compra desde que entramos en el euro. Los sueldos han subido muy por debajo de los productos básicos y solo la tecnología es más barata. Y lo de la cesta de la compra no es nada: la vivienda se incrementó un 66% y el transporte entre un 45% y un 58%.
En el estudio de abril de 2001 elaborado por la OCU, la cesta de la compra le costaba a una familia, de media, 4.600 euros; en mayo de 2011 salía por 6.800 euros al año: un 48% más cara que hace 10 años.
Y el dato comparativo: el índice de precios al consumo (IPC) registró entre 2002 y 2011 una variación acumulada del 32%, cuando los carburantes cuestan hoy un 82% más que antes del euro. El aumento de algunos productos básicos es impresionante: el pan (+85%), los huevos (114%), la leche (48%), el arroz (45%), el aceite (33%) y ¡las patatas (116%)!
Sólo lo tecnológico bajó de precio, pero como eso no se come en tiempos de crisis, el descenso de precio de estos bienes es un dato no significativo.
Vemos también que al estar falseado el IPC se falsea el PIB y en consecuencia tenemos mucho menos crecimiento, o mejor dicho, tenemos más recesión de la que nos indican.
Este proceso inacabable y agravado ahora, cuando los salarios ni recuperan el falso IPC, lleva a una renta disponible (o sea, lo que nos queda para gastar) cada vez menor, lo que es un factor nada despreciable en el agravamiento de la crisis y que con las medidas que se están tomando empeorará notablemente. ¿Dónde está el límite? ¿Están probando hasta donde puede llegar la explotación del asalariado sin que explote la olla? ¿Podemos llevar los niveles de Europa a los de los competitivos chinos? ¿No es un experimento peligrosisímo? ¿Se creen que los niveles de consumo serán los mismos? ¿Quién ha engañado a esta gente? o ¿es que la avaricia obnubila la mente?
Recomiendo leer el informe de la OCU
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