jueves, diciembre 01, 2011

La deriva fascista


En este blog voy haciendo observaciones frecuentes sobre la deriva fascista a la que está sometida la sociedad a nivel global (y veremos como pronto y en especial la española, con el gobierno actual recientemente elegido). Los pasos que se dan, alejándonos de lo que es una sociedad democrática, son tan frecuentes y tan numerosos, que vamos perdiendo la capacidad de ver como el Capital y hasta los propios políticos (que van cavando su tumba) día a día nos van hurtando nuestros derechos, traspasando líneas rojas inimaginables hace tan solo unos meses.

La deriva es tan salvaje que ya nadie se inmuta cuando un aspirante (el exportavoz de la Cámara de Representantes Newt Gingrich) a ser el candidato republicano a la presidencia de EE.UU. (nada más ni nada menos) defiende que niños desfavorecidos mayores de 9 años puedan trabajar de manera temporal.

El aspirante republicano defendió esta propuesta hace unos días durante una conferencia en la Universidad de Harvard indicando que las leyes laborales infantiles "son estúpidas" y que los niños mayores de 9 años de familias desfavorecidas deberían poder trabajar a tiempo parcial en sus escuelas. Gingrich argumentó que mucha gente con éxito "comenzó sus primeros trabajos entre los 9 y 14 años. Todos ellos vendían periódicos de puerta a puerta, hacían algo o lavaban automóviles".

Más de un empresario sin escrúpulos se debe frotar las manos con esta propuesta, ya que el salario de un niño de 9 años podría ser...

Lo increíble es que pese a estas polémicas afirmaciones este individuo se ha situado a la cabeza de la carrera republicana por la candidatura a la presidencia de EEUU, según una encuesta de la CNN, con un 24% de respaldo, por delante del 20% del exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney. Esta inesperada subida de Gingrich contrasta con el apenas 8% de apoyos con los que contaba hace solo un mes.
Si las propuestas fascistas dan votos, ¿por qué no darle más carnaza al personal? ¿Hasta donde se puede llegar? Charles Dickens a la vuelta de la esquina, de nuevo…

Y vayamos aclarando ideas. Fascismo no es camisa parda, mano en alto gritando ¡heil! y esvásticas. El fascismo, en su versión actual, es un sistema político que instaura un corporativismo estatal totalitario (dominio del capital económico y financiero por encima del aparente poder democrático, que se mantiene a efectos cosméticos) y una economía dirigista (los mercados son los que dictan la política a seguir), mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción a las directrices del pensamiento único, un poder global fuertemente identitario (el gobierno de unos pocos a lo largo de todo el planeta) que aplica la exclusión política, social y económica contra los que se definen como enemigos (y que aplica la violencia cuando lo cree necesario), controlado todo por un (cada vez más eficaz) aparato de dominio de los medios de comunicación y policíacos.

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