Estamos empezando a ver, una vez más, como se intenta construir artificialmente una falsa personalidad política.
Y nada mejor para esto que recordar lo ocurrido en plena II Guerra Mundial, cuando Franco y Hitler se entrevistaron en Hendaya en octubre de 1940.
Contaba la leyenda (que duró tantos años como vivió el dictador, ya que a su muerte se desveló lo que ocurrió realmente) que Franco se desplazó hasta Hendaya en tren y que llegó con retraso a la cita con el Führer. Toda una estrategia del Caudillo para poner nervioso al que pretendía ser el amo del mundo (ver en el vídeo como Hitler se pasea nervioso esperando a Franco).
La leyenda sostuvo durante años que el Caudillo paró los pies a Hitler y así España no entró en la II Guerra Mundial, ya que después de nuestra Guerra Civil el país estaba exhausto y sangrando por todos los lados.
Durante años se alabó la valentía del Caudillo y su arte para torear a Hitler. Fallecido Franco supimos la verdad. Llegó tarde porque la locomotora que arrastraba el tren era una cafetera y no daba más de sí. El que iba acojonado en realidad era el Caudillo.
Franco pidió cromos a cambio de entrar en la guerra mundial al lado de Alemania (colonias en el norte de África, o sea pedazos de desierto y ¡un cacho de territorio francés!, el Rosellón) que Hitler consideró una pretensión desmedida.
Los alemanes, quienes habían invertido sus buenos millones en dotar a Franco con armamento moderno, conocían el nivel deplorable del ejército, tanto a nivel táctico (sobre esto se publicó un libro de Carlos Blanco hace unos años, demostrando la ineptitud como militar de Franco) como su deplorable eficiencia militar, totalmente arcaica (por eso la guerra civil duró tres años).
Cuando finalmente Franco envío unos batallones a luchar al frente ruso (la famosa División Azul), los alemanes no sabían que hacer con aquella tropa famélica, mal vestida y mal armada (la mayor parte del armamento era aún de la época de la Primera Guerra Mundial) y dirigida por incompetentes (visto desde el nivel avanzado del militar alemán de aquellos momentos). En realidad a Hitler le resbalaba que España entrará en guerra. Franco le prometió que más adelante lo haría y los dos volvieron a casa, Hitler harto de tratar con un cuartelero (hasta llegó a Hendaya con un gorro de ese estilo) y Franco asustado por lo que podía pasar.
Pues bien, ahora tenemos delante nuestro la creación de otra leyenda: Mariano Rajoy el Valiente, quien hoy con sus mismísimos cataplines se ha plantado ante Merkel y sus secuaces (el paralelismo con lo ocurrido con Hitler es maravilloso) en lo referente al déficit.
Y es que nada más firmar la adhesión de España al tratado de recortes sin fin necesarios para que los alemanes duerman tranquilos, Marianico ha dicho, dirigiéndose a los españoles y no a sus socios europeos, que su objetivo de déficit para el 2012 será 5,8% y no 4,4%, e inmediatamente los medios afines han publicado en grandes letras un ¡olé tus huevos, Marianico, que grande eres!
Al igual que le pasó a Franco, en estos momentos es en realidad Marianico el Acojonado pensando lo que puede pasar con los mercados una vez mostrado su objetivo. Y al igual que Franco, quien sabía perfectamente que si entraba en guerra podría perder todo lo ganado con su Alzamiento, Marianico sabe perfectamente que no puede recortar hasta el 4,4% porque hundiría a España en la miseria y se aceleraría el deterioro de su gobierno.
Estos medios que jalean a Rajoy creando el personaje de Marianico el Valiente, empiezan a agrandar la lista de sus osadías que lo están poniendo ya al nivel de Carlomagno o de Alejandro el Magno.
Y es que cuentan que Rajoy ha tenido el valor de limitar el sueldo de los banqueros (una mentira, ya que solo afecta a las cajas con problemas, los ingresos pueden diferirse en el tiempo y otras partidas salariales no están limitadas) y ha conseguido de ellos que acepten las viviendas en dación para pagar la hipoteca (otra gran mentira).
Vemos de forma descarada como se va creando un personaje a base de mentiras. Lo mismo que hizo Franco durante cuarenta años.
Estas técnicas de engrandecer a los gobiernos ya son muy viejas.
Y nada mejor para esto que recordar lo ocurrido en plena II Guerra Mundial, cuando Franco y Hitler se entrevistaron en Hendaya en octubre de 1940.
Contaba la leyenda (que duró tantos años como vivió el dictador, ya que a su muerte se desveló lo que ocurrió realmente) que Franco se desplazó hasta Hendaya en tren y que llegó con retraso a la cita con el Führer. Toda una estrategia del Caudillo para poner nervioso al que pretendía ser el amo del mundo (ver en el vídeo como Hitler se pasea nervioso esperando a Franco).
La leyenda sostuvo durante años que el Caudillo paró los pies a Hitler y así España no entró en la II Guerra Mundial, ya que después de nuestra Guerra Civil el país estaba exhausto y sangrando por todos los lados.
Durante años se alabó la valentía del Caudillo y su arte para torear a Hitler. Fallecido Franco supimos la verdad. Llegó tarde porque la locomotora que arrastraba el tren era una cafetera y no daba más de sí. El que iba acojonado en realidad era el Caudillo.
Franco pidió cromos a cambio de entrar en la guerra mundial al lado de Alemania (colonias en el norte de África, o sea pedazos de desierto y ¡un cacho de territorio francés!, el Rosellón) que Hitler consideró una pretensión desmedida.
Los alemanes, quienes habían invertido sus buenos millones en dotar a Franco con armamento moderno, conocían el nivel deplorable del ejército, tanto a nivel táctico (sobre esto se publicó un libro de Carlos Blanco hace unos años, demostrando la ineptitud como militar de Franco) como su deplorable eficiencia militar, totalmente arcaica (por eso la guerra civil duró tres años).
Cuando finalmente Franco envío unos batallones a luchar al frente ruso (la famosa División Azul), los alemanes no sabían que hacer con aquella tropa famélica, mal vestida y mal armada (la mayor parte del armamento era aún de la época de la Primera Guerra Mundial) y dirigida por incompetentes (visto desde el nivel avanzado del militar alemán de aquellos momentos). En realidad a Hitler le resbalaba que España entrará en guerra. Franco le prometió que más adelante lo haría y los dos volvieron a casa, Hitler harto de tratar con un cuartelero (hasta llegó a Hendaya con un gorro de ese estilo) y Franco asustado por lo que podía pasar.
Pues bien, ahora tenemos delante nuestro la creación de otra leyenda: Mariano Rajoy el Valiente, quien hoy con sus mismísimos cataplines se ha plantado ante Merkel y sus secuaces (el paralelismo con lo ocurrido con Hitler es maravilloso) en lo referente al déficit.
Y es que nada más firmar la adhesión de España al tratado de recortes sin fin necesarios para que los alemanes duerman tranquilos, Marianico ha dicho, dirigiéndose a los españoles y no a sus socios europeos, que su objetivo de déficit para el 2012 será 5,8% y no 4,4%, e inmediatamente los medios afines han publicado en grandes letras un ¡olé tus huevos, Marianico, que grande eres!
Al igual que le pasó a Franco, en estos momentos es en realidad Marianico el Acojonado pensando lo que puede pasar con los mercados una vez mostrado su objetivo. Y al igual que Franco, quien sabía perfectamente que si entraba en guerra podría perder todo lo ganado con su Alzamiento, Marianico sabe perfectamente que no puede recortar hasta el 4,4% porque hundiría a España en la miseria y se aceleraría el deterioro de su gobierno.
Estos medios que jalean a Rajoy creando el personaje de Marianico el Valiente, empiezan a agrandar la lista de sus osadías que lo están poniendo ya al nivel de Carlomagno o de Alejandro el Magno.
Y es que cuentan que Rajoy ha tenido el valor de limitar el sueldo de los banqueros (una mentira, ya que solo afecta a las cajas con problemas, los ingresos pueden diferirse en el tiempo y otras partidas salariales no están limitadas) y ha conseguido de ellos que acepten las viviendas en dación para pagar la hipoteca (otra gran mentira).
Vemos de forma descarada como se va creando un personaje a base de mentiras. Lo mismo que hizo Franco durante cuarenta años.
Estas técnicas de engrandecer a los gobiernos ya son muy viejas.
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