lunes, octubre 24, 2011

Opiniones sobre el 15-M


Escribe Bastenier en un artículo reciente, en el cual compara el 15-M con el Mayo del 68, que “el movimiento que comenzó en la Puerta del Sol, hasta ahora la única exportación española verdaderamente internacional del siglo XXI, tiene como gran protagonista a una masa tan deliberadamente anónima como despersonalizado es su enemigo: el capitalismo financiero, los bancos y sus hipotecas, los gobernantes que desoyen la opinión, la insuficiencia democrática que no da para un empleo digno; lo más antropomórfico en ese eje del mal es la muralla de Wall Street.

Estamos por ello ante un movimiento de okupas universales que no propone ninguna revolución, sino la domesticación sin escapatoria posible del capitalismo. No sabemos si ha opinado Francis Fukuyama, el biógrafo del fin de la historia, pero seguramente debería estar satisfecho cuando menos por el hecho de que tanta ira acumulada se exprese hoy de forma tan poco ideologizada”.

Contemplamos todos (menos los que obtienen beneficios con la crisis) con ilusión el movimiento 15-M esperando que algo y alguien detenga este gigantesco deterioro económico, social y político, ya que los políticos no solo no están haciendo absolutamente nada por evitarlo, sino todo lo contrario, tomando medidas que ahondan el problema. Pero al mismo tiempo nos entran dudas sobre si este movimiento acabará consiguiendo cambiar la deriva en la que nos hallamos.

El País ha entrevistado al conocido filósofo y sociólogo Zigmunt Bauman, preguntándole por su opinión sobre el movimiento de los indignados.

Bauman hace una serie de observaciones, que muestran profundas dudas sobre el movimiento y que hacen reflexionar sobre este tema. ¿Podrán estas grandes manifestaciones masivas, pacíficas y tan heterogéneas, combatir los excesos de los mercados, promover democracias reales, reducir las injusticias y mejorar el capitalismo globalizador?

He aquí resumidas las observaciones de Bauman sobre el 15-M:

1) El origen de todos los graves problemas de la crisis actual tiene su principal causa en "la disociación entre las escalas de la economía y de la política". Las fuerzas económicas son globales y los poderes políticos, nacionales. Esta descompensación que arrasa las leyes y referencias locales convierte la creciente globalización en una fuerza nefasta. De ahí, efectivamente, que los políticos aparezcan como marionetas o como incompetentes, cuando no corruptos.

2) El movimiento del 15-M trataría de suplir la falta de globalización de la política mediante la oposición popular. El efecto que puede esperarse de este movimiento es "allanar el terreno para la construcción, más tarde, de otra clase de organización". Ni un paso más.

3) Este movimiento es emocional y, en su parecer, "si la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir nada. Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean".

4) Falta pensamiento, sobra emoción. Las redes sociales permiten enormes concentraciones en muy poco tiempo. El alboroto de la emoción colectiva reproduce el espectáculo de un carnaval que acaba en sí mismo, sin consecuencia. "Durante el carnaval todo está permitido pero terminado el carnaval vuelve la normativa de antes". De igual manera que se concentran y actúan con velocidad, muy poco después se detienen.

5) El movimiento no acepta líderes, ya que tanto su potencia como su gozo es la horizontalidad, sentirse juntos e iguales, lo que, en importante medida, les niega el superindividualismo actual. La superindividualidad "crea miedos, desvalimientos, una capacidad empobrecida para hacer frente a las adversidades". ¿Puede funcionar un movimiento de este tipo sin líderes?

Visión negativa, pues, la de Bauman sobre el 15-M.

Pero tenemos otras opiniones positivas, como la de Joan Subirats, quien nos explica que “empieza a estar meridianamente claro que lo que se ha roto de manera definitiva es la capacidad de los poderes públicos, de los Estados, para regular, ordenar y controlar la actividad financiera a escala mundial. Y no solo eso. También está claro que los errores, la codicia y la inmoralidad de unos pocos acaban teniendo que ser alimentadas y consentidas por el dinero y los votos de la inmensa mayoría”.

“Como bien expresa el movimiento Ocupad Wall Street, "queremos unas políticas que sirvan para el 99% de la población y no para que estén al servicio del 1% más rico y poderoso". Y eso, a diferencia de antes, no tiene por qué implicar más Estado o más subsidios, sino otra forma de entender lo público, lo colectivo, lo común”.

El conflicto ha sido y es económico y social, pero ahora es también un conflicto político. La crisis de la representación es global. La dinámica presente en las acciones que se suceden en todo el mundo de no generar liderazgos representativos de las acciones, pone de relieve la pretensión de buscar nuevas formas de organización y de acción democrática, más horizontales, más colectivas, conectadas a lo vital y emocional. Empieza a estar en juego una idea de lo común que quiere distinguirse con claridad de lo mercantil y de lo estatal.

El proceso de cambio va ser largo y complejo, pero parece imparable. No es un tema de vanguardias. Requiere asumir que las cosas no pueden seguir así y que no hay vuelta atrás… y la dimensión global del problema empieza a tomar cuerpo.”

No hay comentarios:

 
View blog top tags