Hubo suerte en Túnez (por más que muchos analistas hayan elaborado teorías para explicar el triunfo momentáneo de lo que veremos si es una revolución o únicamente un cambio de ladrón). El capo del ejército no quiso jugar a ser el carnicero de turno. Y aunque pasan los años los mecanismos políticos son siempre los mismos cuando se producen situaciones similares. Es decir, si el pueblo se subleva, el ejército se aparta, y la guardia pretoriana falla, el César ha de salir por piernas.
De momento en Egipto el ejército juega diferente. Les deben de haber prometido una buena transferencia con destino la banca suiza y los tanques ya están en la calle. Ahora viene el momento clave. Puede pasar como en Tianamen, en que la cofradía de ladrones chinos no dudó en matar a 2.600 personas (ya se sabe, murieron como chinos). La técnica es sencilla: se masacra puntualmente en un sitio concreto y se acaba normalmente con el problema.
Hoy me han sorprendido unas imágenes que había olvidado, las del asesinato del anterior jefe de estado egipcio. Cuando estuve en El Cairo quise a ir a ver el sitio donde asesinaron a Anwar-El-Sadat, quien sustituyó a Nasser. Se halla enterrado justo enfrente del lugar donde le dispararon, al otro lado de la avenida, en el monumento al soldado desconocido.
Sadat fue asesinado por soldados de su propio ejército en un desfile militar en el año 1981. Los soldados, que participaban en el desfile, se apearon de sus vehículos al pasar por delante de la tribuna y afinaron la puntería de tal forma que lo asesinaron implacablemente.
Afinaron la puntería relativamente. Por un lado Sadat no fue el único en caer bajo las balas. Pero la persona que se hallaba justo a su derecha, pegadito, salió indemne. ¿Y quién era esa persona? Pues era el vicepresidente y máximo dirigente del ejército (o sea de los que dispararon) y su nombre era/es Mubarak, quien oportunamente sucedió a Sadat sin que nadie rechistase.
Por lo tanto Mubarak lleva 30 años en el poder robando de forma orquestada y sin descanso, como todos los dictadores del norte de África: Hassan en Marruecos, Bouteflika en Argelia (aquí participan en el robo los mandos del ejército), Ben-Alí en Túnez, Gadafi en Libia y Mubarak en Egipto.
El cuento lo tienen bien montado. Garantizan 1) que no triunfe el Islamismo Radical (un buen invento para justificar sus fechorías) y se convierta en un problema para Europa la orilla sur del Mediterráneo, 2) que fluya el gas y petróleo de Argelia y Libia, y 3) que no surjan gobiernos anti israelís y se vuelva a los 60-70’s.
Y esta labor se cobra a través del peaje al pueblo al que se le exprime sin límite y sin descanso día tras día, con el visto bueno de nuestras queridas democracias. Falta saber si los mensajes (en esto Wikileaks ya nos ha dado todo un cursillo de cómo funciona todo esto) de Obama, pidiendo que no haya violencia, son dobles. El mensaje televisivo oficial es de paz y el mensaje por los canales internos puede que sea de caña, si no esto puedo caer como un castillo de naipes.
De momento en Egipto el ejército juega diferente. Les deben de haber prometido una buena transferencia con destino la banca suiza y los tanques ya están en la calle. Ahora viene el momento clave. Puede pasar como en Tianamen, en que la cofradía de ladrones chinos no dudó en matar a 2.600 personas (ya se sabe, murieron como chinos). La técnica es sencilla: se masacra puntualmente en un sitio concreto y se acaba normalmente con el problema.
Hoy me han sorprendido unas imágenes que había olvidado, las del asesinato del anterior jefe de estado egipcio. Cuando estuve en El Cairo quise a ir a ver el sitio donde asesinaron a Anwar-El-Sadat, quien sustituyó a Nasser. Se halla enterrado justo enfrente del lugar donde le dispararon, al otro lado de la avenida, en el monumento al soldado desconocido.
Sadat fue asesinado por soldados de su propio ejército en un desfile militar en el año 1981. Los soldados, que participaban en el desfile, se apearon de sus vehículos al pasar por delante de la tribuna y afinaron la puntería de tal forma que lo asesinaron implacablemente.
Afinaron la puntería relativamente. Por un lado Sadat no fue el único en caer bajo las balas. Pero la persona que se hallaba justo a su derecha, pegadito, salió indemne. ¿Y quién era esa persona? Pues era el vicepresidente y máximo dirigente del ejército (o sea de los que dispararon) y su nombre era/es Mubarak, quien oportunamente sucedió a Sadat sin que nadie rechistase.
Por lo tanto Mubarak lleva 30 años en el poder robando de forma orquestada y sin descanso, como todos los dictadores del norte de África: Hassan en Marruecos, Bouteflika en Argelia (aquí participan en el robo los mandos del ejército), Ben-Alí en Túnez, Gadafi en Libia y Mubarak en Egipto.
El cuento lo tienen bien montado. Garantizan 1) que no triunfe el Islamismo Radical (un buen invento para justificar sus fechorías) y se convierta en un problema para Europa la orilla sur del Mediterráneo, 2) que fluya el gas y petróleo de Argelia y Libia, y 3) que no surjan gobiernos anti israelís y se vuelva a los 60-70’s.
Y esta labor se cobra a través del peaje al pueblo al que se le exprime sin límite y sin descanso día tras día, con el visto bueno de nuestras queridas democracias. Falta saber si los mensajes (en esto Wikileaks ya nos ha dado todo un cursillo de cómo funciona todo esto) de Obama, pidiendo que no haya violencia, son dobles. El mensaje televisivo oficial es de paz y el mensaje por los canales internos puede que sea de caña, si no esto puedo caer como un castillo de naipes.
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