Veo por algún comentario que recibo que algunas personas no acaban de creerse que existan los especuladores, como si la existencia de estos fuera una creación de los perjudicados en un determinado mercado para así aliviar sus males y trasladar culpabilidades.
Así tenemos que el precio del petróleo se dispara exponencialmente porque cada día se consume más y el precio de la deuda que paga España y las pérdidas de la Bolsa española no son más que una consecuencia de lo manirrotos que hemos sido estos últimos años.
De acuerdo con esta teoría los especuladores no existen, los mercados son eficientes y reflejan siempre los precios perfectamente.
Hemos visto ya en innumerables ocasiones que todas estas creencias han quedado barridas por el espectáculo que nos han dado estos mercados eficientes durante esta crisis.
Sólo hace cuatro días la bolsa española bajaba imparablemente y cuatro días más tarde ha subido un desorbitante 15% sin que nadie se explique nada, (aunque algunos siempre lo explican todo y no dudan en contradecirse en el espacio de pocos días) porque los problemas siguen siendo los mismos: cajas por capitalizar, bancos con agujeros, sector inmobiliario al borde del abismo (los precios aún han de bajar), paro enorme y sin variaciones, déficit por los infiernos, reducción de salarios, etc. etc. ¿Entonces?
Es difícil intentar explicar que la especulación existe (un buen ejemplo lo tuvimos recientemente con los CDS, y ya explique como funcionaba la especulación con ellos), que cada vez hay más dinero en menos manos que se mueve cuando se quiere y adonde se quiere, y que estas manos (los grandes fondos) tienen ahora excelentes productos (les podríamos llamar navajas financieras) para alcanzar bastantes veces con éxito sus objetivos, que de conseguirse aportan beneficios impresionantes.
Debemos en primer lugar aclarar lo que es especulación. Una persona/fondo que compra en un mercado esperando que este alcance precios superiores a los de compra y así obtener un beneficio y que hace la compra en función de su información u olfato, no puede ser denominado especulador. Esto es un inversor. Quien compró un piso hace diez años y lo vendió antes del crack no es un especulador; es un inversor con suerte.
La especulación, que podríamos denominar activa, es algo diferente. En primer lugar los especuladores en un mercado han de ser manos fuertes. Nadie mueve un mercado hacia donde desea sin poner mucha carne en el asador. En segundo lugar el especulador compra a precios bajos (o vende a precios altos, ya que esto también se puede hacer con derivados) y procura presionar para que ese mercado suba (o baje si está vendido). Para ello ha de contar con los medios suficientes para crear una realidad ficticia de que los precios suben y subirán hasta el nivel que ellos darán por bueno. Aquí ya entran en juego todos los poderes mediáticos para conseguir crear un clima que justifique los precios de locura que los bienes de ese mercado alcanzan. Así se justifica que el petróleo valga 150 $ el barril, la vivienda precios delirantes y las acciones de las punto.com valores de locura (me acuerdo en España de las acciones de Terra que llegaron a valer más de 100 € para acabar valiendo nada). Crear una burbuja y montarse en ella es el sueño de todo especulador.
Naturalmente cuando los precios ya alcanzan esos niveles demenciales es el momento que los especuladores salen del mercado. Venden a los incautos que han creído que aún subirían más los precios y ellos desaparecen con las alforjas llenas. El proceso de salida inicia una espiral a la baja y se invierte la tendencia. Ante el giro del mercado les entra el pánico a los últimos compradores a los que se añaden los que aún tienen beneficios y ven como cada día, con la espiral a la baja, ganan menos y quieren vender como sea.
Y al cabo de poco tiempo los precios vuelven a ser los mismos de antes. Y nueva ocasión para que la especulación, pasado cierto tiempo, aprovechándose de que el ser humano no tiene precisamente memoria de elefante, vuelvan a repetir la jugada.
Ayer precisamente veía un programa en TV3 sobre jubilados norteamericanos que tenían invertido su fondo de pensiones particular en Bolsa y con la bajada de la crisis perdieron hasta la camisa y muchos de ellos son ahora homeless. Alguno de ellos salvó el 20% del patrimonio que tenía en bolsa (vendiendo, claro, en el peor momento) y ahora considera volver a comprar. El pequeño inversor, no escarmienta; siempre con el pie cambiado y sin memoria.
Escribía antes que la especulación tiene un arma de destrucción masiva. Son los derivados, que al igual que un cuchillo, que puede servir para cortar jamón o matar una persona, pueden utilizarse como protección (seguro) en un mercado, o para especular poderosamente. Muchos economistas con renombre han pedido su supresión.
Es difícil explicar como se puede potenciar la especulación con derivados, pero voy a intentarlo.
Supongamos que queremos tirar las acciones del Banco X al alza. Vamos a crear noticias buenas sobre su futuro y antes de lanzarlas compramos (creemos) barato. Supongamos que las acciones van a 10€. Compramos 10 MM. de acciones gradualmente lo que supone al final que hemos comprado por valor de 100 MM.
Sin embargo con derivados podemos hacer lo mismo, pero con menos inversión. Dado que una compra de Futuros no exige la inversión del nominal de 10 € por acción, sino una garantía, cuyo importe puede oscilar pero que por ejemplo podemos situar en un 15% del nominal, con los mismos 100 MM. podemos comprar más de seis veces que con las acciones, es decir el equivalente a más de 600 MM.
Observése que si las acciones suben hasta 15 € en un año, si hemos invertido a un precio de 10€, ganaremos 5 € por acción, es decir 50 MM. de euros. Habremos ganado un 50% anual. No está nada mal.
Pero si hemos invertido con futuros con los mismos 100 MM. habremos comprado el equivalente a 60 MM. de acciones. Por lo tanto 60x5= 300 MM. de beneficio, lo que supone un 300% si no me equivoco. ¡Impresionante la diferencia!
Dado que el precio de futuro y acciones está interrelacionado (y los ordenadores hoy en día arbitran automáticamente), la presión al alza en el mercado de futuros se trasladará íntegramente al mercado de acciones. De hecho las grandes maniobras siempre se establecen a través de los mercados de futuros, ya que hace falta menos inversión para mover el barco.
Que la especulación activa existe es indiscutible. Naturalmente la especulación se establecerá en mercados con el viento a favor. Nadie se pondrá a especular en contra de una tendencia. Siempre hay que tener el mercado a favor y siguiendo su viento añadir motores a la navegación. Conseguida la velocidad hay que tirarse por la borda, abandonar el barco y buscar otro nuevo.
En el GEAB n.51 de este mes (sobre el que espero escribir, si puedo, hoy mismo) se comentan los procesos de subida de los precios de los alimentos. Textualmente indica lo siguiente:
“La elevación de los precios de las materias primas (productos alimentarios, energéticas,…) debe recordarnos al 2008. Es en el semestre anterior al hundimiento de Lehman Brothers y de Wall Street que se situó el primer episodio de fuertes alzas de los precios de las materias primas. Y las causas actuales son de la misma naturaleza que las de ayer: una huida de los activos financieros y monetarios en favor de colocaciones «concretas».
Ayer el grueso de los operadores evitaba los créditos hipotecarios y todo lo que dependían de ellos, así como el USD; hoy evitan todos los valores financieros, los bonos del tesoro y otras deudas públicas. Es de esperar la explosión de la cuádruple burbuja de bonos del tesoro, deudas públicas, balances bancarios y de los inmuebles (estadounidenses, chino, británico, español,… y comercial) en el lapso que va de la Primavera al Otoño boreal de 2011; todo ello en un contexto de guerra monetaria exacerbada”.
Vemos como el dinero no descansa. Huye ahora de unos determinados mercados con precios de burbuja y se posiciona en otros con precios bajos, provocando su alza con el objetivo de obtener beneficios. Los perjudicados seremos siempre los mismos mientras no se ponga coto al movimiento de capitales y/o se prohíban las navajas financieras.
No sé si habré aclarado algo el tema.
Así tenemos que el precio del petróleo se dispara exponencialmente porque cada día se consume más y el precio de la deuda que paga España y las pérdidas de la Bolsa española no son más que una consecuencia de lo manirrotos que hemos sido estos últimos años.
De acuerdo con esta teoría los especuladores no existen, los mercados son eficientes y reflejan siempre los precios perfectamente.
Hemos visto ya en innumerables ocasiones que todas estas creencias han quedado barridas por el espectáculo que nos han dado estos mercados eficientes durante esta crisis.
Sólo hace cuatro días la bolsa española bajaba imparablemente y cuatro días más tarde ha subido un desorbitante 15% sin que nadie se explique nada, (aunque algunos siempre lo explican todo y no dudan en contradecirse en el espacio de pocos días) porque los problemas siguen siendo los mismos: cajas por capitalizar, bancos con agujeros, sector inmobiliario al borde del abismo (los precios aún han de bajar), paro enorme y sin variaciones, déficit por los infiernos, reducción de salarios, etc. etc. ¿Entonces?
Es difícil intentar explicar que la especulación existe (un buen ejemplo lo tuvimos recientemente con los CDS, y ya explique como funcionaba la especulación con ellos), que cada vez hay más dinero en menos manos que se mueve cuando se quiere y adonde se quiere, y que estas manos (los grandes fondos) tienen ahora excelentes productos (les podríamos llamar navajas financieras) para alcanzar bastantes veces con éxito sus objetivos, que de conseguirse aportan beneficios impresionantes.
Debemos en primer lugar aclarar lo que es especulación. Una persona/fondo que compra en un mercado esperando que este alcance precios superiores a los de compra y así obtener un beneficio y que hace la compra en función de su información u olfato, no puede ser denominado especulador. Esto es un inversor. Quien compró un piso hace diez años y lo vendió antes del crack no es un especulador; es un inversor con suerte.
La especulación, que podríamos denominar activa, es algo diferente. En primer lugar los especuladores en un mercado han de ser manos fuertes. Nadie mueve un mercado hacia donde desea sin poner mucha carne en el asador. En segundo lugar el especulador compra a precios bajos (o vende a precios altos, ya que esto también se puede hacer con derivados) y procura presionar para que ese mercado suba (o baje si está vendido). Para ello ha de contar con los medios suficientes para crear una realidad ficticia de que los precios suben y subirán hasta el nivel que ellos darán por bueno. Aquí ya entran en juego todos los poderes mediáticos para conseguir crear un clima que justifique los precios de locura que los bienes de ese mercado alcanzan. Así se justifica que el petróleo valga 150 $ el barril, la vivienda precios delirantes y las acciones de las punto.com valores de locura (me acuerdo en España de las acciones de Terra que llegaron a valer más de 100 € para acabar valiendo nada). Crear una burbuja y montarse en ella es el sueño de todo especulador.
Naturalmente cuando los precios ya alcanzan esos niveles demenciales es el momento que los especuladores salen del mercado. Venden a los incautos que han creído que aún subirían más los precios y ellos desaparecen con las alforjas llenas. El proceso de salida inicia una espiral a la baja y se invierte la tendencia. Ante el giro del mercado les entra el pánico a los últimos compradores a los que se añaden los que aún tienen beneficios y ven como cada día, con la espiral a la baja, ganan menos y quieren vender como sea.
Y al cabo de poco tiempo los precios vuelven a ser los mismos de antes. Y nueva ocasión para que la especulación, pasado cierto tiempo, aprovechándose de que el ser humano no tiene precisamente memoria de elefante, vuelvan a repetir la jugada.
Ayer precisamente veía un programa en TV3 sobre jubilados norteamericanos que tenían invertido su fondo de pensiones particular en Bolsa y con la bajada de la crisis perdieron hasta la camisa y muchos de ellos son ahora homeless. Alguno de ellos salvó el 20% del patrimonio que tenía en bolsa (vendiendo, claro, en el peor momento) y ahora considera volver a comprar. El pequeño inversor, no escarmienta; siempre con el pie cambiado y sin memoria.
Escribía antes que la especulación tiene un arma de destrucción masiva. Son los derivados, que al igual que un cuchillo, que puede servir para cortar jamón o matar una persona, pueden utilizarse como protección (seguro) en un mercado, o para especular poderosamente. Muchos economistas con renombre han pedido su supresión.
Es difícil explicar como se puede potenciar la especulación con derivados, pero voy a intentarlo.
Supongamos que queremos tirar las acciones del Banco X al alza. Vamos a crear noticias buenas sobre su futuro y antes de lanzarlas compramos (creemos) barato. Supongamos que las acciones van a 10€. Compramos 10 MM. de acciones gradualmente lo que supone al final que hemos comprado por valor de 100 MM.
Sin embargo con derivados podemos hacer lo mismo, pero con menos inversión. Dado que una compra de Futuros no exige la inversión del nominal de 10 € por acción, sino una garantía, cuyo importe puede oscilar pero que por ejemplo podemos situar en un 15% del nominal, con los mismos 100 MM. podemos comprar más de seis veces que con las acciones, es decir el equivalente a más de 600 MM.
Observése que si las acciones suben hasta 15 € en un año, si hemos invertido a un precio de 10€, ganaremos 5 € por acción, es decir 50 MM. de euros. Habremos ganado un 50% anual. No está nada mal.
Pero si hemos invertido con futuros con los mismos 100 MM. habremos comprado el equivalente a 60 MM. de acciones. Por lo tanto 60x5= 300 MM. de beneficio, lo que supone un 300% si no me equivoco. ¡Impresionante la diferencia!
Dado que el precio de futuro y acciones está interrelacionado (y los ordenadores hoy en día arbitran automáticamente), la presión al alza en el mercado de futuros se trasladará íntegramente al mercado de acciones. De hecho las grandes maniobras siempre se establecen a través de los mercados de futuros, ya que hace falta menos inversión para mover el barco.
Que la especulación activa existe es indiscutible. Naturalmente la especulación se establecerá en mercados con el viento a favor. Nadie se pondrá a especular en contra de una tendencia. Siempre hay que tener el mercado a favor y siguiendo su viento añadir motores a la navegación. Conseguida la velocidad hay que tirarse por la borda, abandonar el barco y buscar otro nuevo.
En el GEAB n.51 de este mes (sobre el que espero escribir, si puedo, hoy mismo) se comentan los procesos de subida de los precios de los alimentos. Textualmente indica lo siguiente:
“La elevación de los precios de las materias primas (productos alimentarios, energéticas,…) debe recordarnos al 2008. Es en el semestre anterior al hundimiento de Lehman Brothers y de Wall Street que se situó el primer episodio de fuertes alzas de los precios de las materias primas. Y las causas actuales son de la misma naturaleza que las de ayer: una huida de los activos financieros y monetarios en favor de colocaciones «concretas».
Ayer el grueso de los operadores evitaba los créditos hipotecarios y todo lo que dependían de ellos, así como el USD; hoy evitan todos los valores financieros, los bonos del tesoro y otras deudas públicas. Es de esperar la explosión de la cuádruple burbuja de bonos del tesoro, deudas públicas, balances bancarios y de los inmuebles (estadounidenses, chino, británico, español,… y comercial) en el lapso que va de la Primavera al Otoño boreal de 2011; todo ello en un contexto de guerra monetaria exacerbada”.
Vemos como el dinero no descansa. Huye ahora de unos determinados mercados con precios de burbuja y se posiciona en otros con precios bajos, provocando su alza con el objetivo de obtener beneficios. Los perjudicados seremos siempre los mismos mientras no se ponga coto al movimiento de capitales y/o se prohíban las navajas financieras.
No sé si habré aclarado algo el tema.
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