Me pedían en un comentario, en un post reciente, un libro que, además de exponer las causas y soluciones a la crisis, fuese un libro didáctico, es decir, que ilustrase un poco sobre los problemas económicos que tenemos. Pues aquí está el libro buscado.
Advertir que el libro se publicó en Diciembre 2009 y por tanto lo he leído con ocho meses de retraso (en vacaciones por las orillas del Rhin) y a la velocidad que va todo, y tal como comentaré después, cualquier libro de este tipo sufre las consecuencias del paso del tiempo de forma inexorable. Sin embargo, y a pesar de eso, lo considero uno de los mejores libros (por no decir el mejor) que he leído sobre la crisis, ya que es un ejemplo de cómo se puede exponer de forma rigurosa la crisis financiera en la que estamos inmersos.
El libro sigue el esquema ya clásico de todos los (ya abundantes) libros que tratan de este tema: Causas de la crisis, Efectos de la crisis, Consecuencias de estos efectos, Esperanzas y Brotes Verdes, Revisar la Historia de Crisis anteriores, España ante la crisis, Perspectivas de la economía mundial y Reflexiones finales. Además hay una serie de apéndices excelentes como el referente a "La caída de los Templarios y la expansión monetaria cuantitativa" (la tentación de darle a la máquina de hacer billetes viene de muy antiguo), que nos deja claro que aunque los siglos pasen, la historia se repite de forma bastante parecida.
Pero dentro de este esquema que he expuesto viene lo mejor y es que cuando se exponen determinados temas estos van acompañados de explicaciones ad hoc a efectos de que los menos versados en el tema (y en muchos casos los versados también) entiendan mejor lo que se está exponiendo. Esto es excelente y hay que felicitar a los autores por esta brillante idea.
La calidad de un libro sobre economía la mido muy rápidamente cuando acabo su lectura, ya que tengo la buena costumbre de leer con el lápiz en la mano y hacer anotaciones cuando veo algo interesante. Pues bien, no hay libro de economía en mi biblioteca que tenga más anotaciones.
Como comentaba antes el tiempo no perdona y ni este excelente libro se salva. Sus autores Leopoldo Torralba, Ignacio de la Torre y Bárbara Huerta no evitan mojarse y presentan lo que creen ser las mejores soluciones para España en esta crisis (Capítulo 8), soluciones que como siempre son muy discutibles en bastantes de las propuestas que efectúan.
Proponer soluciones supone riesgos, como por ejemplo ocurre cuando proponen aumentar el gasto vía más endeudamiento para reactivar la economía. Previendo acertadamente que más endeudamiento no llegue a ser factible, como así nos está ocurriendo, proponen solucionar el déficit con aumento de impuestos, pero lo consideran no aconsejable ya que terminaría estrangulando la economía (pág. 149) y consideran la posibilidad también de reducir el gasto público (sueldos de funcionarios, prestaciones, pensiones), pero afirman que “esto disminuiría el poder adquisitivo de una parte relevante de la población, estrangulando también la economía , aparte de que, por motivos políticos, sería una alternativa prácticamente imposible”. Pues de imposible, nada, como hemos podido comprobar ya que esta ha sido la vía elegida a pesar de su coste político. En la pág. 189 incluso afirman que esta elección sería un suicidio político para el gobierno.
También en la página 148 indica que “puede darse la tentación real y muy probable del Gobierno de aumentar impuestos indirectos para financiar los déficit, pero este hecho profundizaría a medio plazo la crisis por una mayor reducción de capacidad adquisitiva de la población”. Acertado, ya que se ha subido el IVA dos puntos, pero queda claro, como ya advierten los autores, que todas estas medidas agravan la crisis en vez de arreglarla.
Pero no todo van a ser flores para el libro. Así discrepo totalmente de lo indicado en la página 152 cuando más o menos se afirma que este es un país de lelos, siendo esta la causa de nuestra baja competitividad: “… la mano de obra potencial con la que cuenta el empresariado muestra un nivel educativo notablemente inferior a la media de los países de la OCDE… sin embargo el empresariado (también) ha mostrado carencias históricas que han colaborado en el discreto nivel de la competividad de la empresa”. Tontos todos los españoles, según se ve. Profesores son los que lo afirman, por tanto ya pueden empezar a asumir su parte de culpabilidad.
También caen el error (muy común en el profesorado universitario) de creerse que el sistema financiero español es (era) excelente, afirmando que no hay riesgo de insolvencia sistémica. Hemos visto como las fusiones y los FORB han tenido que ser salvavidas urgentes para muchas entidades. Muchos se creyeron lo de las excelentes provisiones genéricas dotadas en los pasivos que eran colchones anti crisis. Hoy vemos expuesto un claro ejemplo de que los colchones han desaparecido, como cuando advertí ¡ya en abril del 2008! que las provisiones eran “finas colchonetas playeras” incapaces de aguantar lo que se nos venía encima.
También las propuestas de regulación, ampliamente detalladas en capítulo 9.4, vamos viendo como van quedando diluidas o aplazadas. La regulación de los sistemas financieros cambiará pero no en la profundidad deseada y necesaria.
En línea con el entorno neoliberal que nos invade, la filosofía que impregna el libro está inmersa en él. Así en la página 118 indica que “… Todas estas iniciativas han ido durante los últimos años reduciendo el papel del Estado en la economía y aumentando el de los mercados y la sociedad civil. La crisis actual no debe interrumpir dicha tendencia…”, para añadir que “lo que ha fallado en realidad ha sido sobre todo la supervisión”. O sea, abundan en proseguir en el mismo error hasta la muerte del sistema. Creo que el tiempo pondrá las cosas en su sitio. Quien sabe si la globalización acabará saltando por los aires producto de un proteccionismo feroz.
Respecto al tema de la supervisión les recomiendo a los autores leer el libro de Roubini, “Cómo salimos de esta” (pags. 124-138), para ver como la supervisión no puede ser culpable de nada, por la sencilla razón de que ya no había nada a supervisar. Por un lado se produjo un desmontaje enorme de leyes, empezando por la famosa Glass-Steagall, y por el otro se creó una auténtica banca en la sombra no sujeta a supervisión.
Y por si existen dudas al respecto, nada mejor que leerse el libro “Sus crisis, nuestras soluciones”, de Susan George (Presidenta de honor de ATTAC) que en sus pág. 59 detalla como se aportaron 150 mill. de dólares para las campañas de congresistas clave para abolir la Ley Glass-Steagall que resultaron ser una fracción insignificante de los fondos totales gastados por Wall Street entre 1998 y 2008 para comprar las leyes que querían. Se estiman en 5.000 millones los dólares gastados en 2.996 personas integrantes de lobbies para conseguir el objetivo. Hay información abundante de cómo doce importantes medidas desreguladoras fueron aprobadas en el Congreso con la entusiasta colaboración de los legisladores (Todo esto está documentado en el informe Sold Out).
Podría extenderme en comentarios sobre el libro, pero prefiero aprovechar muchos de los temas expuestos y muchas de las propuestas que hacen sus autores para sacarlas a colación en el momento que comente en mi blog determinados temas económicos.
Finalmente remarcar lo comentado antes: las páginas intercaladas a efectos didácticos. Así nos explican “Las claves en el análisis financiero de una entidad bancaria”, “Los mecanismos de compensación de desempeño y los problemas de agencia”, “¿Cómo deben ser las medidas fiscales que se deberían tomar?”, “¿Cómo funcionan las políticas monetarias no convencionales?”, “Principales factores de riesgo de una deflación”, “Teórico exceso de deuda de las familias estadounidenses”, etc.
Optimista portada con el túnel y la luz al fondo.
Ver índice del libro
Advertir que el libro se publicó en Diciembre 2009 y por tanto lo he leído con ocho meses de retraso (en vacaciones por las orillas del Rhin) y a la velocidad que va todo, y tal como comentaré después, cualquier libro de este tipo sufre las consecuencias del paso del tiempo de forma inexorable. Sin embargo, y a pesar de eso, lo considero uno de los mejores libros (por no decir el mejor) que he leído sobre la crisis, ya que es un ejemplo de cómo se puede exponer de forma rigurosa la crisis financiera en la que estamos inmersos.
El libro sigue el esquema ya clásico de todos los (ya abundantes) libros que tratan de este tema: Causas de la crisis, Efectos de la crisis, Consecuencias de estos efectos, Esperanzas y Brotes Verdes, Revisar la Historia de Crisis anteriores, España ante la crisis, Perspectivas de la economía mundial y Reflexiones finales. Además hay una serie de apéndices excelentes como el referente a "La caída de los Templarios y la expansión monetaria cuantitativa" (la tentación de darle a la máquina de hacer billetes viene de muy antiguo), que nos deja claro que aunque los siglos pasen, la historia se repite de forma bastante parecida.
Pero dentro de este esquema que he expuesto viene lo mejor y es que cuando se exponen determinados temas estos van acompañados de explicaciones ad hoc a efectos de que los menos versados en el tema (y en muchos casos los versados también) entiendan mejor lo que se está exponiendo. Esto es excelente y hay que felicitar a los autores por esta brillante idea.
La calidad de un libro sobre economía la mido muy rápidamente cuando acabo su lectura, ya que tengo la buena costumbre de leer con el lápiz en la mano y hacer anotaciones cuando veo algo interesante. Pues bien, no hay libro de economía en mi biblioteca que tenga más anotaciones.
Como comentaba antes el tiempo no perdona y ni este excelente libro se salva. Sus autores Leopoldo Torralba, Ignacio de la Torre y Bárbara Huerta no evitan mojarse y presentan lo que creen ser las mejores soluciones para España en esta crisis (Capítulo 8), soluciones que como siempre son muy discutibles en bastantes de las propuestas que efectúan.
Proponer soluciones supone riesgos, como por ejemplo ocurre cuando proponen aumentar el gasto vía más endeudamiento para reactivar la economía. Previendo acertadamente que más endeudamiento no llegue a ser factible, como así nos está ocurriendo, proponen solucionar el déficit con aumento de impuestos, pero lo consideran no aconsejable ya que terminaría estrangulando la economía (pág. 149) y consideran la posibilidad también de reducir el gasto público (sueldos de funcionarios, prestaciones, pensiones), pero afirman que “esto disminuiría el poder adquisitivo de una parte relevante de la población, estrangulando también la economía , aparte de que, por motivos políticos, sería una alternativa prácticamente imposible”. Pues de imposible, nada, como hemos podido comprobar ya que esta ha sido la vía elegida a pesar de su coste político. En la pág. 189 incluso afirman que esta elección sería un suicidio político para el gobierno.
También en la página 148 indica que “puede darse la tentación real y muy probable del Gobierno de aumentar impuestos indirectos para financiar los déficit, pero este hecho profundizaría a medio plazo la crisis por una mayor reducción de capacidad adquisitiva de la población”. Acertado, ya que se ha subido el IVA dos puntos, pero queda claro, como ya advierten los autores, que todas estas medidas agravan la crisis en vez de arreglarla.
Pero no todo van a ser flores para el libro. Así discrepo totalmente de lo indicado en la página 152 cuando más o menos se afirma que este es un país de lelos, siendo esta la causa de nuestra baja competitividad: “… la mano de obra potencial con la que cuenta el empresariado muestra un nivel educativo notablemente inferior a la media de los países de la OCDE… sin embargo el empresariado (también) ha mostrado carencias históricas que han colaborado en el discreto nivel de la competividad de la empresa”. Tontos todos los españoles, según se ve. Profesores son los que lo afirman, por tanto ya pueden empezar a asumir su parte de culpabilidad.
También caen el error (muy común en el profesorado universitario) de creerse que el sistema financiero español es (era) excelente, afirmando que no hay riesgo de insolvencia sistémica. Hemos visto como las fusiones y los FORB han tenido que ser salvavidas urgentes para muchas entidades. Muchos se creyeron lo de las excelentes provisiones genéricas dotadas en los pasivos que eran colchones anti crisis. Hoy vemos expuesto un claro ejemplo de que los colchones han desaparecido, como cuando advertí ¡ya en abril del 2008! que las provisiones eran “finas colchonetas playeras” incapaces de aguantar lo que se nos venía encima.
También las propuestas de regulación, ampliamente detalladas en capítulo 9.4, vamos viendo como van quedando diluidas o aplazadas. La regulación de los sistemas financieros cambiará pero no en la profundidad deseada y necesaria.
En línea con el entorno neoliberal que nos invade, la filosofía que impregna el libro está inmersa en él. Así en la página 118 indica que “… Todas estas iniciativas han ido durante los últimos años reduciendo el papel del Estado en la economía y aumentando el de los mercados y la sociedad civil. La crisis actual no debe interrumpir dicha tendencia…”, para añadir que “lo que ha fallado en realidad ha sido sobre todo la supervisión”. O sea, abundan en proseguir en el mismo error hasta la muerte del sistema. Creo que el tiempo pondrá las cosas en su sitio. Quien sabe si la globalización acabará saltando por los aires producto de un proteccionismo feroz.
Respecto al tema de la supervisión les recomiendo a los autores leer el libro de Roubini, “Cómo salimos de esta” (pags. 124-138), para ver como la supervisión no puede ser culpable de nada, por la sencilla razón de que ya no había nada a supervisar. Por un lado se produjo un desmontaje enorme de leyes, empezando por la famosa Glass-Steagall, y por el otro se creó una auténtica banca en la sombra no sujeta a supervisión.
Y por si existen dudas al respecto, nada mejor que leerse el libro “Sus crisis, nuestras soluciones”, de Susan George (Presidenta de honor de ATTAC) que en sus pág. 59 detalla como se aportaron 150 mill. de dólares para las campañas de congresistas clave para abolir la Ley Glass-Steagall que resultaron ser una fracción insignificante de los fondos totales gastados por Wall Street entre 1998 y 2008 para comprar las leyes que querían. Se estiman en 5.000 millones los dólares gastados en 2.996 personas integrantes de lobbies para conseguir el objetivo. Hay información abundante de cómo doce importantes medidas desreguladoras fueron aprobadas en el Congreso con la entusiasta colaboración de los legisladores (Todo esto está documentado en el informe Sold Out).
Podría extenderme en comentarios sobre el libro, pero prefiero aprovechar muchos de los temas expuestos y muchas de las propuestas que hacen sus autores para sacarlas a colación en el momento que comente en mi blog determinados temas económicos.
Finalmente remarcar lo comentado antes: las páginas intercaladas a efectos didácticos. Así nos explican “Las claves en el análisis financiero de una entidad bancaria”, “Los mecanismos de compensación de desempeño y los problemas de agencia”, “¿Cómo deben ser las medidas fiscales que se deberían tomar?”, “¿Cómo funcionan las políticas monetarias no convencionales?”, “Principales factores de riesgo de una deflación”, “Teórico exceso de deuda de las familias estadounidenses”, etc.
Optimista portada con el túnel y la luz al fondo.
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