Nos recuerda el informe (resumen) del GEAB de este mes (Nº 48) cómo sus previsiones agoreras se van cumpliendo. Fue ya a principios de 2009 cuando advirtió, justo antes de la reunión del G20, que esta cumbre era la última oportunidad para que la crisis no entrase en una nueva fase de empeoramiento.
La reunión del G20 se saldó con un sálvese quien pueda y así vemos como el desplome colectivo socioeconómico sigue profundizándose.
Fruto de esta desarticulación y de este tú por aquí, yo por allá, es lo que ha venido en denominarse guerra de divisas. Ya en mis escritos he venido indicando que muchos de los problemas que iban apareciendo tenían un transfondo más importante que era la guerra dólar-euro.
El sálvese quien pueda en el que ya estamos se inició cuando Europa decidió, no sólo endeudarse más, sino reducir el endeudamiento de los países de la zona Euro. Un ajuste fiscal en toda regla, cuando lo indicado en una crisis es hacer todo lo contrario.
Por el contrario EE.UU. prosiguió y prosigue por el camino de más endeudamiento y aplicar así nuevos estímulos a la economía. Pero como el endeudamiento tiene un límite y ya no da para más, el incremento de deuda será comprado por la FED, lo que en vulgar roman paladino quiere decir que se le dará a la máquina de hacer billetes (1) y asunto arreglado, aunque ahora ya le han buscado un eufemismo para eso de hacer billetes y le llaman Quantitative Easing que se ha traducido como RELAJACIÓN CUANTITATIVA, que queda muy majo. Al tema también se apuntará el Reino Unido, país siguiente en la lista para poner en marcha recortes sociales, que alterarán, como está ocurriendo en Francia, el contrato social (ese que nos explicaba un tal Rousseau) en ese país, al igual que en todas las economías desarrolladas (en otras el contrato social no ha existido nunca).
Obviamente, ley económica de Perogrullo, a más billetes, menor es su valor. Por esto hemos visto estos últimos días como el dólar se depreciaba respecto a todas las monedas (excepto el yuan Chino, claro) y el euro pasaba a tener un cambio de hasta 1,41 $/€, lo que es un palo para nuestros exportadores ya que encarece sus productos. En una situación de recesión, crisis bancaria y crisis soberana, lo último que necesita Europa es una apreciación del Euro.
Esto de depreciar las monedas es un hecho que viene a repetir lo ocurrido en la crisis del 29. Vemos que no se aprende de la historia y se cae en los mismos errores.
Todos juegan a devaluar sus monedas a efectos de que sus productos sean más baratos y los del vecino se encarezcan. Así hemos visto al Franco Suizo y al Yen alcanzar valores record y a sus autoridades intervenir en los mercados para evitar que sigan revaluándose. ¿Mercados eficientes estos de las divisas? ¿O mercados intervenidos? El siempre discutido índice que compara el precio de un bocata de hamburguesa (Big-Mac) entre diferentes países nos muestra los desequilibrios existentes.
Aprovecho para recordar mis escritos sobre los riesgos en que se incurría al contratar hipotecas en estas divisas. El tiempo ha demostrado una vez más que nunca debemos contratar préstamos en otra moneda, ya que su volatilidad nos puede elevar el valor de la deuda en porcentajes inasumibles, tal como ha ocurrido. Supongo que aquellos que en su día cayeron en este error supieron cambiar de nuevo al euro a tiempo, aunque incurriendo en los costes correspondientes.
El que no ha entrado en esta guerra es el Euro (de momento sólo de boquilla), que de momento es el gran perdedor, pero todo se andará, ya que el sistema monetario internacional se puede derrumbar.
Un problema añadido es el flujo de capitales que va a los países cuyas monedas se revalúan. Varios países emergentes han adoptado o intensificado controles a las entradas de capitales (Brasil, Corea del Sur, Tailandia, Malasia…). Proteccionismo financiero que amaga una tendencia o deriva hacia la desglobalización financiera, antesala del proteccionismo económico al que se puede llegar si las cosas siguen yendo mal. ¿Se acabará el mal globalizador finalmente gracias a la crisis?
Quien juega su juego, pasando de todo, es China. Los desequilibrios existentes en la balanza comercial EE.UU.-China, siguen igual que siempre y se mantienen todos los meses (ver gráfico), con la acumulación sin fin que eso supone.
Los chinos no permiten que el valor de su moneda quede sujeto a las leyes del mercado y lo fijan por real decreto. Así mantienen sus productos baratos, encarecen los productos extranjeros y acumulan y acumulan billetes, principalmente dólares, en cantidades desorbitadas y a todas luces innecesarias. Los chinos deberían revaluar y cooperar, pero cabe esperar poco de China en cuanto a su colaboración para arreglar los desequilibrios. Ya se sabe que las dictaduras no tienen flexibilidad alguna y este país lo está demostrando. Y es que una revaluación de su moneda tendría consecuencias internas no deseadas, ya que al encarecer sus productos de exportación bajarían sus ventas y aumentaría el desempleo y eso en una dictadura es letal para sus dirigentes.
Pero, ¿pueden mantenerse los desequilibrios eternamente? ¿Qué podría hacer EE.UU?
Pues lo primero ya lo está haciendo. Hacerles ver a los chinos, que quieran o no, los billetes de dólares almacenados, si no los gastan, les van a valer cada vez menos. Por lo tanto allá ellos si los siguen guardando, ya que lo que correspondería es que los gastasen comprando bienes al exterior, lo que ayudaría a reactivar las economías mundiales y de paso mejorarían el país (para las dictaduras esto es secundario).
Si esto no funciona vendrá la segunda fase. La de los aranceles. Encarecer los productos chinos vía recargo en su precio, es decir “si no lo haces tú lo hago yo”. Pero claro, la recíproca sería inmediata y los productos de EE.UU. verían como se les aplica un arancel también al ser importados en China y las ventas bajarían y estaríamos ante el peor de los escenarios, repitiendo los errores de Hoover en la crisis del 29, con el establecimiento del proteccionismo.
Devaluar las monedas y darle a la máquina de los billetes (perdón, RELAJACIÓN CUANTITATIVA) no es gratuito y supone inflación (pero en una situación casi deflacionaria a nadie le disgusta el tema), además de que finalmente se produzca lo temido: la rebaja del rating de la deuda de EE.UU, con consecuencias imprevisibles.
Lo que parece insalvable es que al final EE.UU. se sume a la austeridad Europea. En ese momento el recorte del gasto mundial, con un sistema monetario en conflicto, puede producir un caos sociopolítico creciente.
(1) En realidad no es necesario "darle a la máquina de hacer billetes", es decir, imprimir dinero. Hay metodos más sofisticados como simplemente incrementar el tamaño de las cuentas de los bancos (llamadas reservas) en el Banco Central.
1 comentario:
Muy interesante articulo. Supongo que los Chineses tendrán que invertir sus reservas en Dollares de modo que no se devalue dicha moneda. Lo están haciendo comprando obligaciones en EEUU, pero que otros recursos tienen? seria esto una garantia de la no-devaluación del Dollar?
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