Una constante en la historia de la humanidad es la retahíla de mentiras con las que los Gobiernos engañan permanentemente a sus ciudadanos. En las dictaduras ya es conocido que esto es el pan de cada día. En España adquirimos gran experiencia.
Sin embargo, en las democracias (o pseudo-democracias) en que nos hallamos, consideramos que no podemos llegar a los mismos extremos, ya que las supuestas libertades en las que vivimos permiten denunciar las manipulaciones de los que nos gobiernan, lo que en teoría ha de reprimir los instintos mentirosos que lleva todo gobierno en lo más íntimo de sus almas manipuladoras.
Sin embargo asistimos, gobierno tras gobierno, a la repetición de la misma historia. No sirve de nada que cansados de promesas electorales incumplidas cambiemos nuestro voto. El gobierno siguiente aún puede ser peor y la decepción va minando a los ciudadanos-electores. ¿De qué sirve votar?, se preguntan, y al final el voto va para aquél cuyas mentiras parecen más asumibles.
Las mentiras abarcan todo el espectro humano y social. Gran parte de ellas pretenden prioritariamente eludir responsabilidades y más si pueden suponer pérdida de votos. Otras, muy abundantes, buscan defender a los grupos económicos dominantes, que al fin y al cabo y en muchos casos, son los que financian a los partidos.
Por lo tanto no nos ha de extrañar que las mentiras principales se produzcan en el campo económico. Como la memoria colectiva no existe, este es un campo muy agradecido a los gobernantes, ya que el pueblo es fácil de convencer y está presto a olvidar, dado que la materia económica es abstracta y las promesas de una mejor vida siempre se creen a pies juntillas, como esos enamorados que se creen siempre, embobados, todo lo que les dice su pareja.
Una visita a nuestras hemerotecas, lo que no hace casi nadie, nos dejaría catatónicos, o sea que nos podríamos quedar de piedra al ver el inmenso tamaño de las permanentes mentiras. Escribía hace poco sobre el tema inmobiliario, donde se ha mentido con saña durante años y por los diferentes Gobiernos que han creado la burbuja o han permitido que se siguiera inflando. Nos dijeron que no existía tal burbuja, que la vivienda era una buena inversión, que nuestro sector inmobiliario era de lo mejor del mundo y no digamos los financiadores de todo este barullo, la banca, que hasta hace poco era también la más sana del mundo y ahora es el mismo gobierno el que nos indica que algunas Cajas podrían tener problemas de viabilidad.
Probablemente es en el campo económico donde la mentira es diaria y permanente. Hemos visto, desde la entrada en la Unión Monetaria Europea, como se ha manipulado el IPC. Todos teníamos claro que los precios crecían a tasas que no tenían nada que ver con la fluidez y velocidad con la que el dinero salía de nuestros bolsillos. Nos mintieron diciéndonos que nuestros salarios acabarían a nivel europeo, y lo que ha pasado es que gran parte de los asalariados han acabado como mileuristas, lo que aún no les parece suficiente a muchos de los empresarios españoles, que verían con buenos ojos que gran parte de sus empleados pasasen a cobrar ochocientos euros (véase la manipulación del IPC este último año, lo que permitirá no incrementar casi los salarios). Hay que ser competitivos, nos dicen, cuando en realidad lo que quieren decir es que ambicionan ganar lo mismo siempre. Haya crisis o no.
Y es que la crisis está elevando el nivel de mentiras. La manipulación (y más cuando se acerquen elecciones) puede alcanzar cotas impresionantes. Y no me refiero únicamente a España.
Vemos como Argentina, con problemas en el pago de su deuda, está manipulando el IPC. ¿Con que objetivo? En este caso no es como en el español. No se trata de reducir los salarios, ya que allí ya son minimalistas. Se trata de reducir los costes de esa deuda, ya que el tipo de interés al que los inversores extranjeros prestaron al Gobierno Argentino lo ligaron obviamente al IPC. Si suben los precios (inflación) ha de subir el coste de la deuda, ya que la moneda se devalúa y el inversor puede incluso acabar perdiendo dinero.
Estos inversores extranjeros ya han denunciado que los precios están evolucionando de manera muy diferente al que indica el IPC (el Gobierno indica para el 2008 un 7,2% y los expertos afirman que ha sido un 24%) el cual está siendo falseado por el propio Gobierno. Toda una estafa al inversor (se calcula que en dos años es de 16.000 millones de dólares), que ya ha bloqueado dinero argentino en EE.UU.
Podemos pensar que esto sólo ocurre en países como Argentina, con problemas económicos graves permanentes, pero vemos en los últimos días que lo mismo está haciendo un país de la Unión Europea: Grecia. Aquí la manipulación pretende engañar a la propia UE, ya que el alto nivel de endeudamiento de este país no cumple, por mucho, los criterios de Maastrich, a consecuencia de la crisis. El gobierno socialista, que hace cuatro días ganó las elecciones, ha de ajustar ahora la cintura a sus votantes. Un buen marrón que intentan evitar mintiendo.
Dicen que detrás de Grecia viene España. Por lo tanto preparados estamos ya para ser mentidos más aún: en la profundidad y duración de la crisis, en el IPC, en el número de parados, en el PIB, en la deuda, en la solvencia de nuestros bancos, en los precios de la vivienda (son capaces de decir que ya sube) y de los alquileres, en la seguridad de nuestras inversiones, en el valor de la Bolsa, en los resultados de nuestras empresas, y un largo etc., todo lo largo que queráis.
Ataros los cinturones, que viene curva.
Más sobre Argentina: 1 y 2
Sin embargo, en las democracias (o pseudo-democracias) en que nos hallamos, consideramos que no podemos llegar a los mismos extremos, ya que las supuestas libertades en las que vivimos permiten denunciar las manipulaciones de los que nos gobiernan, lo que en teoría ha de reprimir los instintos mentirosos que lleva todo gobierno en lo más íntimo de sus almas manipuladoras.
Sin embargo asistimos, gobierno tras gobierno, a la repetición de la misma historia. No sirve de nada que cansados de promesas electorales incumplidas cambiemos nuestro voto. El gobierno siguiente aún puede ser peor y la decepción va minando a los ciudadanos-electores. ¿De qué sirve votar?, se preguntan, y al final el voto va para aquél cuyas mentiras parecen más asumibles.
Las mentiras abarcan todo el espectro humano y social. Gran parte de ellas pretenden prioritariamente eludir responsabilidades y más si pueden suponer pérdida de votos. Otras, muy abundantes, buscan defender a los grupos económicos dominantes, que al fin y al cabo y en muchos casos, son los que financian a los partidos.
Por lo tanto no nos ha de extrañar que las mentiras principales se produzcan en el campo económico. Como la memoria colectiva no existe, este es un campo muy agradecido a los gobernantes, ya que el pueblo es fácil de convencer y está presto a olvidar, dado que la materia económica es abstracta y las promesas de una mejor vida siempre se creen a pies juntillas, como esos enamorados que se creen siempre, embobados, todo lo que les dice su pareja.
Una visita a nuestras hemerotecas, lo que no hace casi nadie, nos dejaría catatónicos, o sea que nos podríamos quedar de piedra al ver el inmenso tamaño de las permanentes mentiras. Escribía hace poco sobre el tema inmobiliario, donde se ha mentido con saña durante años y por los diferentes Gobiernos que han creado la burbuja o han permitido que se siguiera inflando. Nos dijeron que no existía tal burbuja, que la vivienda era una buena inversión, que nuestro sector inmobiliario era de lo mejor del mundo y no digamos los financiadores de todo este barullo, la banca, que hasta hace poco era también la más sana del mundo y ahora es el mismo gobierno el que nos indica que algunas Cajas podrían tener problemas de viabilidad.
Probablemente es en el campo económico donde la mentira es diaria y permanente. Hemos visto, desde la entrada en la Unión Monetaria Europea, como se ha manipulado el IPC. Todos teníamos claro que los precios crecían a tasas que no tenían nada que ver con la fluidez y velocidad con la que el dinero salía de nuestros bolsillos. Nos mintieron diciéndonos que nuestros salarios acabarían a nivel europeo, y lo que ha pasado es que gran parte de los asalariados han acabado como mileuristas, lo que aún no les parece suficiente a muchos de los empresarios españoles, que verían con buenos ojos que gran parte de sus empleados pasasen a cobrar ochocientos euros (véase la manipulación del IPC este último año, lo que permitirá no incrementar casi los salarios). Hay que ser competitivos, nos dicen, cuando en realidad lo que quieren decir es que ambicionan ganar lo mismo siempre. Haya crisis o no.
Y es que la crisis está elevando el nivel de mentiras. La manipulación (y más cuando se acerquen elecciones) puede alcanzar cotas impresionantes. Y no me refiero únicamente a España.
Vemos como Argentina, con problemas en el pago de su deuda, está manipulando el IPC. ¿Con que objetivo? En este caso no es como en el español. No se trata de reducir los salarios, ya que allí ya son minimalistas. Se trata de reducir los costes de esa deuda, ya que el tipo de interés al que los inversores extranjeros prestaron al Gobierno Argentino lo ligaron obviamente al IPC. Si suben los precios (inflación) ha de subir el coste de la deuda, ya que la moneda se devalúa y el inversor puede incluso acabar perdiendo dinero.
Estos inversores extranjeros ya han denunciado que los precios están evolucionando de manera muy diferente al que indica el IPC (el Gobierno indica para el 2008 un 7,2% y los expertos afirman que ha sido un 24%) el cual está siendo falseado por el propio Gobierno. Toda una estafa al inversor (se calcula que en dos años es de 16.000 millones de dólares), que ya ha bloqueado dinero argentino en EE.UU.
Podemos pensar que esto sólo ocurre en países como Argentina, con problemas económicos graves permanentes, pero vemos en los últimos días que lo mismo está haciendo un país de la Unión Europea: Grecia. Aquí la manipulación pretende engañar a la propia UE, ya que el alto nivel de endeudamiento de este país no cumple, por mucho, los criterios de Maastrich, a consecuencia de la crisis. El gobierno socialista, que hace cuatro días ganó las elecciones, ha de ajustar ahora la cintura a sus votantes. Un buen marrón que intentan evitar mintiendo.
Dicen que detrás de Grecia viene España. Por lo tanto preparados estamos ya para ser mentidos más aún: en la profundidad y duración de la crisis, en el IPC, en el número de parados, en el PIB, en la deuda, en la solvencia de nuestros bancos, en los precios de la vivienda (son capaces de decir que ya sube) y de los alquileres, en la seguridad de nuestras inversiones, en el valor de la Bolsa, en los resultados de nuestras empresas, y un largo etc., todo lo largo que queráis.
Ataros los cinturones, que viene curva.
Más sobre Argentina: 1 y 2
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