Ya dice el refrán que en abril aguas mil. Por lo tanto hoy tocaba también lluvia y he pensado que era el momento de hacer las vías largas del rocódromo donde me entreno habitualmente: Can Caralleu. Para ello hace falta un colega y toda la paraferlania para asegurar, como si se tratase de una escalada auténtica. Y mucho más vertical y/o desplomada. En la pared artificial que han montado no hay concesiones. Los brazos acaban bien servidos.
Así, mientras se oía la lluvia y el viento fuera, hemos aprovechado la tarde haciendo músculo y coco, lo que también es necesario. Carlos, que es quien me ha acompañado en esta escalada urbana, ha hecho 6a y yo aunque lo he he intentado, me he conformado con circular hasta el V+.
Mañana, si el tiempo lo permite, más climbing en Montserrat.
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