Las nubes convierten el cielo en un espectáculo
maravilloso.
Despegando de Sabadell hacia sol. Ni una nube.
El lunes volé con Joel de Sabadell a Girona, y ya despegando de Sabadell se veía que al norte había un buen marrón. A medida que nos acercábamos al aeropuerto de Girona, donde teníamos previsto aterrizar, tomar un chupito y regresar, veíamos que la línea roja estaba justo alrededor del aeropuerto, donde se veían espectaculares chubascos.
¡Menudo chaparrón a la izquierda!
Como Torre Girona nos informó de que aún no llovía en el aeropuerto, decidimos aterrizar, pero justo en el momento de girar al tramo base empezó el chaparrón. Era mi primer aterrizaje en un aeropuerto grande con una aeronave pequeña. Y encima lloviendo. Divino. Y rezando para que no apareciese el granizo. Nuestra pequeña C152 no estaba para aguantar barbaridades metereológicas.
Aterrizando en la 20 de Girona. ¡A lo grande!
Además, en Girona viene el coche de Follow Me para llevarte al Apron y aparcar sin error. Y después viene un mini bus a buscarte. Y nada más llevarnos a las oficinas cayó la de Dios.
La pequeñita. Con mi chaleco obligatorio para circular por el aparcamiento.
Me voy a comprar uno así. Lo teníamos al lado.
Así que tuvimos que esperar y aprovechar para chafardear por
los hangares. Una Cirrus SR22 EC-LMS (530.000$) la teníamos al lado de la oficina. El problema es
que el aeropuerto de Sabadell cierra a las 21:00 (es visual) y ya eran las
ocho. Salimos aún con algo de lluvia y en el punto de espera de la pista 20 nos
cayeron dos aterrizajes, el segundo de un Rayanair que venía de Cracovia, lo
que aún nos retrasó más.
Aterrizamos a las 20:57. El trayecto (una contrarreloj aérea con vuelo directo al VOR de Sabadell) fue de ensueño con una puesta de sol tras el Montseny magnífica.
Dentro de unos días veremos todo el vuelo, ya que filmé un
montón. Valía la pena.