El año pasado empecé la ascensión de este dueto colosal. Una
ascensión realmente de las grandes del Pirineo. Pero en el kilómetro nueve,
cuando aún no había empezado lo realmente duro, empezó a llover y me di la
vuelta.
En agosto, también del año pasado, subí el Aubisque desde Laruns, una ascensión de las que dejan huella, pero seguía teniendo una cuenta
pendiente y es que un puerto, al igual que una montaña, solo son iguales en la cumbre.
Y el momento llegó. Y esta vez con un día formidable. Mejor
imposible. Parecía mentira que en el Pirineo francés, tan lluvioso, puedan
producirse tantos días seguidos de buen tiempo.
La carretera que lleva al Soulor recorre un valle muy
poblado y ganadero. No solo el recorrido está repleto de pueblos, sino que a
izquierda y derecha veremos más pueblos en la lejanía. Y los camiones de ganado
van arriba y abajo del puerto, en medio de un verdor portentoso.
Pasaremos por Arras-en-Lavedan y Aucun, pero será en Arrens-Marsosus, último pueblo, donde la carretera pide guerra y empezarán las primeras lazadas, que hasta ese momento han brillado por su ausencia, ya que la carretera hasta ese pueblo es más o menos un recorrido recto que va ascendiendo por el valle suavemente.
Se empieza una subida que gana belleza a medida que ascendemos y durante unos pocos metros podremos ver el Balaitous desde su vertiente del Glaciar de las Nieves.
En el Soulor paré a tomar una Coca-Cola y descansar un poco, mientras contemplaba el bello espectáculo que me rodeaba. No solo eran las montañas, era el ir y venir de los ganaderos, de los moteros, de los jubilados en sus motorhomes… y de los cuatro ciclistas que a estas alturas del año circulamos aún por estos sitios.
Las vacas me miran fijamente desde el interior del camión. La bicicleta corre el peligro de quedar perfumada mientras el ganadero se refresca con un Ricard.
Ya sé que alguno se reirá, pero ya había subido en muchas ocasiones antes al Soulor, pero desde Ferrieres. Y lo había hecho con mi Home Trainer, sin salir de casa, con las películas que vende TACX (en este caso la de la etapa del Tour del 2010, que cruzó varios puertos) y con las cuales, en invierno, cuando no apetece salir a la calle, puedes mantenerte en forma de una manera más agradable que la de pedalear con una pared enfrente.
Dejo para el año que viene un buen reto: subir el Spandelles
(que lo tengo pendiente) desde Argelés-Gazost, bajar por la otra vertiente
hasta Ferrieres, subir al Soulor y bajar de nuevo a Argelés.
Había que seguir hacia el Aubisque. De momento una bajadita
corta aunque en algún momento bastante pendiente (10%). Estas bajadas, que
después al volver te las has de subir siempre desagradan. Slalom entre caballos
y se llega al inicio de lo que propiamente es el Aubisque: 7,5 km.
Están bien enseñados, ya que circulan por la derecha, como puede comprobarse. El problema es cuando uno circula también por la derecha.
Están bien enseñados, ya que circulan por la derecha, como puede comprobarse. El problema es cuando uno circula también por la derecha.
Lo bueno de este recorrido es que es una maravilla, ya que es como si alguien con un bisturí hubiese cortado la ladera de la montaña creando un recorrido sin par. Pero, ¡atención! prohibido salirse de la carretera… porque, sencillamente, es que no te van a encontrar. Un trayecto majestuoso, que se denomina Circo de Littor, con dos cortos pétreos túneles, uno sin problemas, y el otro con agua y cortes transversales en el suelo, bastante desagradable. Durante su recorrido veremos perfectamente la carretera al Col de Spandelles.
Otra vez en las bicicletas del Aubisque. Este año, la foto, hecha por una jubilada australiana (que ni ella sabía lo que hacía en un sitio tal) abarca las tres bicis, aunque, claro, quedo más lejos. Monumentos e hitos no faltan en la cumbre.
En plena subida. Foto de 180 grados. De hecho estoy en un tramo recto y los dos extremos de la carretera enlazan en el punto donde estoy.
Si las cuentas no me fallan el Tour ha pasado por este puerto en 42 ocasiones, segunda cima más visitada en el Tour de Francia. Bahamontes pasó en primer lugar en cuatro ocasiones, cuando los españoles seguíamos por radio sus hazañas, ya que esto de circular por los Pirineos era un lujo. El último español en pasar por aquí batiendo al personal fue Javier Otxoa en el 2000. Por desgracia este ciclista fue arrollado en un accidente en el que falleció su hermano y él quedó incapacitado para la práctica del ciclismo. Una pena.
Normas de circulación en el Aubisque.
Poca gente en el Aubisque en comparación con el año pasado, pero, claro, era el mes de agosto. Estaba tan bien, después de 30 km. de subida, y el día era tan formidable, que me pedí comida. En la mesa más próxima había llegado un ciclista, hecho un figurín, con equipación del SKY, y se había pedido el plato del día. Pues yo también, hombre, que me lo he ganado y yo iba del Movistar, para que quedase bien claro de donde era.
Cinco moteros catalanes (uno era en realidad argentino) y el figurín del SKY, a la derecha, papeando. Y el perrito (de mentira) mirando.
¡Que buen sabor de boca dejan estas ascensiones! Y más en esta época del año cuando se respira una tranquilidad que no se encuentra en los meses del ajetreo vacacional. Me lo pasé tan bien que me quedaron ganas de repetir.
Marrón: pedaleo
Naranja: sin pedalear
Rojo: frenando
Violeta: a caballito, sin sentarme en el sillín.