No había leído nada de Soros hasta la fecha, pero ahora acaba de publicar un libro muy interesante con el título "Para entender la crisis actual" (leer introducción en pdf) que me he leído de un tirón.
Libro publicado, en versión original, más o menos en el mes de Abril de este año, por lo tanto ya con la crisis en marcha, pero que aún no había llegado a la profundidad actual.
Soros es un profundo conocedor de los mercado financieros, cuyas debilidades ha sabido explotar y utilizar como nadie en beneficio propio, convirtiéndose gracias a ello en multimillonario.
Por lo tanto, es persona valida para hacernos ver las debilidades del paradigma económico actual: el fundamentalismo de mercado. Nadie mejor que él para decirnos que los mercados son terriblemente imperfectos.
Soros se declara filosofo fracasado ya que siempre ha intentado dar una construcción academicista a sus afirmaciones económicas, sin lograrlo, es decir, sin que sea aceptada en los medios académicos (hablo más adelante de ello).
Soros publicó en 1987 un libro titulado La alquimia de las finanzas en el que desarrolló todo su pensamiento sobre los mercados. El título de alquimia ya enfatizaba que su teoría no cumple los requisitos actuales del método científico. En este libro desarrollaba los conceptos de falibilidad y reflexividad.
Falibilidad: la razón humana es inherentemente imperfecta porque formamos parte de la realidad y una parte no puede comprender bien el todo. La mente humana no puede superar del todo el hecho de que forma parte de la situación que intenta comprender.
Reflexividad: hay una conexión de doble vía entre pensamiento y realidad que, cuando actúa simultáneamente, introduce un elemento de incertidumbre en el pensamiento de los participantes y un elemento de indeterminación en el curso de los acontecimientos.
Veamos porque estos dos conceptos son importantes, pero primero analicemos lo que dice la teoría económica actual.
El paradigma actual afirma que los mercados tienden al equilibrio. Eso ha llevado a la noción de que los precios reales se desvían del equilibrio teórico de forma aleatoria. Alegar que estos modelos reflejan la realidad es tan falso como equívoco. Se niega que las desviaciones se refuercen a si mismas alterando el equilibrio teórico. Ya el crash del LTCM en 1998 advirtió de lo que podía pasar a más gran escala y ha pasado. La realidad está poniendo en entredicho todo este entramado teórico.
La teoría sostiene que, bajo determinadas condiciones, la búsqueda del interés propio sin restricciones lleva a la asignación óptima de recursos. Sostiene también que en los mercados concurren un número suficiente de participantes para que ningún comprador o vendedor individual pueda influir en el precio del mercado (cualquiera que ponga gasolina en su coche tiene muy claro esto).
Pero esta teoría tenía fallos. En primer lugar los participantes no actúan sobre la base de sus mejores intereses sino basados en la percepción de sus mejores intereses, y ambos no son idénticos. La teoría de las expectativas racionales intentó superar estas dificultades, pero siguió reflejando un modelo fuera de toda realidad.
Lo cierto es que los precios de mercado pueden influir en los fundamentos (como estamos viendo frecuentemente estos días).
Esta creencia de que los mercados tienden al equilibrio ha favorecido las políticas de libertad absoluta de los mercados financieros, políticas que son tan fundamentalistas como el dogmático marxismo. Ambas teorías se refugian en una apariencia científica que no resiste los tests de la realidad. Usan el método científico para manipular la realidad, no para entenderla.
Según Soros la tradición intelectual occidental se ha empeñado en separar pensamiento y realidad, postulando un mundo imaginario donde la función manipulativa no pudiera interferir con la función cognitiva.
Seguidor de Popper y su Sociedad Abierta descubre los fallos que ahora detecta: que el discurso político no necesariamente está siempre dirigido al logro de la verdad. Lo que pretende el político es llegar al poder y mantenerse en él. Por lo tanto corresponde cambiar nuestra definición de lo que implica una “sociedad abierta” .
Popper mostró que ideologías como el marxismo no se pueden considerar científicas, pero no reconoció que la economía ortodoxa también puede utilizarse en el mismo sentido.
Pero eso es muy duro para los economistas académicos. Eso significa que los modelos macroeconómicos únicamente tienen un componente manipulativo y al fin y al cabo no pueden predecir nada ya que los acontecimientos sociales están inmersos en la reflexividad. El prestigio de los economistas se hundiría, ya que la palabra “Ciencia” debería borrarse en Economía. Y es que no es lo mismo intentar establecer leyes en el mundo de las ciencias naturales (física, química, etc.) que en las ciencias sociales.
No hay nada más evidente que ver a los mercados financieros, que no son capaces de predecir con exactitud decaimientos en la actividad económica, pero si que son capaces de causarlos.
Naturalmente los fundamentalistas del mercado culpan de los fallos a la falibilidad de los reguladores (el Estado, para entendernos). Efectivamente los reguladores y los mercados son falibles. Pero donde se equivocan de plano los fundamentalistas del mercado es a la hora de reclamar que las regulaciones sean abolidas debido a su falibilidad. Esto es lo contrario de lo que pedían los Comunistas de que los mercados fueran abolidos por la misma razón. El hecho de que los reguladores sean falibles no prueba que los mercados sean perfectos. Lo único que es necesario es que reexaminemos y mejoremos el ambiente regulatorio.
Dice Soros que los acuerdos sociales no pueden estar nunca correctamente construidos. El problema es cuando estas construcciones incorrectas se mantienen operativas durante largos períodos de tiempo.
Y expresada su teoría, Soros nos hace un análisis de la crisis actual ligándola con los fallos teóricos en que se ha apoyado el crecimiento y la evolución de los mercados desde la época de Reagan.
Lo más interesante es el análisis que hace de las burbujas y de lo que él denomina la superburbuja, que ha dado soporte a todas las que se han formado estos últimos años.
Hace un análisis detallado de cómo se han ido relajando los controles económicos y como con el dinero barato y los grandes incentivos para la banca se ha llegado a la situación actual, que resume en una frase: “cuando el dinero es gratuito, el prestamista racional seguirá prestando hasta que ya no quede nadie a quien prestar… y después se desarrollaran técnicas para trasladar el riesgo crediticio a los inversores, ávidos de rendimiento”.
Soros concluye afirmando que estamos en el fin de una era basada en el poder de EEUU y en el dólar como divisa de reserva internacional principal.
Libro que se lee rápidamente y que recomiendo para los que están interesados en conocer una opinión sobre el origen de los problemas económicos actuales. Si no es así, abstenerse.
El cuadernillo Babelia de El País publicó este fin de semana una pequeña recensión del libro.