Me había dejado para el otoño dar una vuelta por el Cabo de
Creus, ese lugar tan fantástico de la Costa Brava, ya que en verano uno puede
quedarse achicharrado pedaleando por estos lares. Lo que no me podía imaginar es que a mitad de octubre la
temperatura sería de treinta grados. Un día de bandera, poco viento para lo que
por aquí se cuece normalmente y que hasta agradecí porque si no habría quedado
frito.
El plan, ya previsto desde hacia un año, era dar una vuelta
de 75 km.
subiendo a Sant Pere de Rodes pero tomando como origen y final el pueblo de Vilajüiga.
En el último momento cambié el sentido del recorrido y empecé
por subir primero el puerto de Sant Pere de Rodes, que lleva al monasterio del
mismo nombre, y que es un lugar inmejorable para construir un edificio románico
tan grandioso.
Como estuve hace dos veranos pasando unos días en esa zona
(y ya lo había hecho en muchas ocasiones anteriores) ya no me detuve en el
monasterio. Eso sí, subí hasta donde llega la carretera, a sus puertas, y luego
volví a bajar para tomar la GIP-6041 que me llevó de nuevo y directo al Port de la
Selva.
La subida del puerto es corta pero no es manca, si
exceptuamos el primer kilómetro. Estrecha con buen piso y con un momento
precioso cuando ya muy arriba aparece el mar por la otra vertiente.
Sant Pere de Rodes. Port de la Selva y la carretera a descender están a la vista.
Sant Pere de Rodes. Port de la Selva y la carretera a descender están a la vista.
Pero la bajada es otra cosa. Agujeros peligrosísimos y firme en muy mal estado que me obligó a bajar con los cinco sentidos y frenando todo el rato (y fuerte, ya que hay tramos muy pendientes y no te puedes permitir que la flaca cabalgue alegremente). Eso sí, la bajada con el mar siempre a tus pies es un espectáculo sin igual.
La pendiente final que lleva hasta la playa es una fuerte bajada y me fui a dar una vuelta por las calles que dan al mar para recordar los gratos
tiempos en que tenía barco y estuve atracado aquí en el verano del 96, cuando
me recorrí de forma exhaustiva la Costa Brava navegando durante un mes entero.
Port de la Selva. En este bar estuve una tarde disfrutando con la familia hace dos años en una tarde estupenda de Agosto. Del bullicio a la tranquilidad.
Port de la Selva. En este bar estuve una tarde disfrutando con la familia hace dos años en una tarde estupenda de Agosto. Del bullicio a la tranquilidad.
Y del Port de la Selva me fui a Cadaqués. Otro pequeño puerto, más corto, más suave y con carretera (GI-613) ya como Dios manda, hasta salir a la carretera (GI-614) que va de Roses a Cadaqués (8 km.). Desde el punto que se entra en esta carretera una bajada suave de cinco kilómetros, con mucho tráfico a pesar de ser miércoles y fuera de época estival, nos lleva a Cadaqués, que pronto se muestra con todo su esplendor.
Entré por una calle para comprar líquido y regresé a la
entrada de la población que es donde se halla el punto de partida de la
carretera que lleva a Portlligat y Cap de Creus.
Mala carretera y estrecha. Y lo que es peor: es un sube y
baja constante como puede comprobarse en la altimetría que acompaño. Hoy
pincho, me dije. Y así fue. Pero eso fue más tarde. Cap de Creus es Parque
Natural y no están por la labor de facilitar el tránsito rodado, así que hay lo que hay.
No entre en Portlligat ya que me lo conozco bien y me fui
directo a Cap de Creus, donde aquí el viento arreciaba más, pero se agradecía.
Algunos coches de turistas y un bar abierto en el Faro, un precioso mirador.
Lugar privilegiado ya que recibe los primeros rayos de sol de la Península (que no de España, ya que es Menorca el primer lugar en recibir el baño de sol diario).
Las fotos habituales y vuelta al sube y baja y cuando estaba ya cerca del desvío a Port Lligat, puf, pinchazo. Llevaba ya mucho tiempo sin padecer uno. El culpable había sido un maravilloso alambre clavado en la rueda trasera.
Las fotos habituales y vuelta al sube y baja y cuando estaba ya cerca del desvío a Port Lligat, puf, pinchazo. Llevaba ya mucho tiempo sin padecer uno. El culpable había sido un maravilloso alambre clavado en la rueda trasera.
Con un solazo infame y sin sombra a la vista (la Tramontana no deja crecer aquí ni una hierba que asome más de dos palmos) cambiar una rueda pinchada no es nada agradable. Cuando ya lo había hecho todo perfecto me puse a hinchar la rueda y ¡PUM! ¡Explotó la cámara! Por lo tanto vuelta a repetir la operación para felicidad de mi temperatura corporal. Con la segunda (y última) cámara tuve un cuidado exquisito en el proceso (ya me veía llamando a un taxi) y el éxito me sonrió. Menos mal. Eso sí, ya no podía pinchar de nuevo.
Cabreado como estaba me paré en Cadaqués y me vengué con una
comilona, algo que no suelo hacer en mis recorridos ciclistas (pero este verano ya hubo un precedente en el Aubisque).
Cadaqués, una joya. Y una sorpresa. Los de Google Earth están ahora recorriendo los caminos (ya han acabado con las carreteras) y utilizan el aparato grabador en versión mochila. Así que dentro de poco veremos en Google todas las ascensiones a montañas y recorridos de los GR.
Cadaqués, una joya. Y una sorpresa. Los de Google Earth están ahora recorriendo los caminos (ya han acabado con las carreteras) y utilizan el aparato grabador en versión mochila. Así que dentro de poco veremos en Google todas las ascensiones a montañas y recorridos de los GR.
Con la tripita llena volví sobre mis pasos y encaré la
subida hacia el puerto que lleva a Roses. Una sudada de narices, un calor
agobiante y un tráfico de infarto. Cuando encaré la bajada hacia Roses, como la
carretera es muy buena, me pegué un bajadón de lo más agradecido que gracias a
la velocidad hace que ya no te avancen coches y vayas feliz y contento. Lo
necesitaba. Y una vez en el llano (que no es tal), pues en dirección otra vez
hacia Vilajüiga pasando por Palau Salavedra, siguiendo una recta inacabable que
además sube en su mayor parte aunque el agobio del tráfico ya había
desaparecido.
Y en Vilajüiga me fui a ver unos amigos, Pilar (grausina
ella) y Manel, que viven en esta población, pero no estaban en casa y muy lejos no andarían ya que los coches estaban en la puerta y aquí sin coche muy allá no vas. Me dio
mucha rabia no verlos (además seguro que tenían cervecita fría, je,je).
A pesar del pinchazo y de las malas carreteras, una jornada muy guapa.
Nota: las fotos no son de mucha calidad ya que la tecnología
de vez en cuando te mete un gol. Por lo tanto aprovecho para avisar. Las fotos (cuando voy en bici)
las hago con mi teléfono (Sony Xperia) y se me ocurrió actualizar el software
(Android) antes de haberlas copiado al PC. Y el muy cerdo se cepilló todos los
archivos al instalar la nueva versión. Eso sí, tuvo el detalle de dejarme unos “thumbnails”,
es decir, una copia de las fotos en tamaño reducido. Muy amables. Gracias.
Altimetría grabada por el Ibike Newton+ que llevo en la bici.
Altimetría grabada por el Ibike Newton+ que llevo en la bici.
2 comentarios:
Que pena !!!!
Otra vez, llama por teléfono, que estábamos en el huerto. Te perdiste la cerveza !!!
Un abrazo de los dos
Pilar y Manel
No tenía vuestro teléfono. Pero volveré para hacer rutas más al sur. Un abrazo. Guarda la cerveza...
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