martes, octubre 08, 2013

Plateau de Saugué desde Gedre

Troumouse y Saugué son vertientes opuestas. Cuando bajas de Troumouse, entras en la carretera que lleva a Luz-Saint-Saveur, pero son solo unos pocos metros, exactamente los que corresponden a esas bellas lazadas que hay al salir (en este caso al llegar) a Gedre y que parece (¡como engaña el ojo!) que son duras y en cambio transcurren dulcemente al 5%.

 Gedre desde las lazadas


Saussa y a la derecha, abajo, Gedre (las dos fotos de hecho empalman). Puede verse donde queda Saussa y la poca distancia que hay para llegar tan arriba.


Por lo tanto bajé por ellos disfrutando del bello panorama de este pueblo, pero antes de entrar tomé el desvío a la derecha que lleva a este lugar tan especial y tan solitario.

Después de bajar tantos kilómetros sin dar ni golpe el shock fue tremendo. Porque está subida es de las que no se olvidan. Nada más empezar la guerra está servida, eso sí, recorriendo un bello bosque que teniendo en cuenta que era mediodía se agradecía.

Pero era brutal: 11-13-15 % sin fin ni descanso. La altimetría nos dice que kilómetro a kilómetro los porcentajes de la pendiente serán estos: 10,5/10,2/10,9/8,3/4,4/8,8. Cualquiera que entienda de esto sabe que si viene un kilómetro al 10,9, si subimos medio kilómetro al 8 % tendremos otro medio al casi 14 %. Puedo asegurar que esta subida esta llena de tramos duros. La altimetría que acompaño no engaña, ya que hay un momento que indica 20%. Efectivamente, mi Ibike Newton grabó 19,8 %, por lo tanto no engañan.

Encima me encontré con unos catorce tramos (por suerte cortos) que estaban siendo asfaltados y la abundante e inmensa gravilla flotaba sobre ellos y subiendo con esos porcentajes eso endurece aún más la ascensión… y además venía de subir a Troumouse.

Total que sufrí (cosa rara, porque me lo paso muy bien siempre) esta subida, eso sí, preciosa e idílica.

Y como uno iba empanado, con la sesera floja, he aquí una anécdota que me ocurrió, la cual aún me hace reír.

En primer lugar señalar que por aquí no se ve ni una bici. Por algo será. Y tampoco coches porque es una ruta cul de sac que solo lleva a un pequeño pueblo (Saussa) y unas casas de turismo rural y está alejada del mundanal ruido. Aquí todo el mundo va a Gavarnie y el resto de lugares quedan libres y tranquilos.

Por lo tanto subí más tranquilo que nunca con tráfico casi cero. Así que no es de extrañar que casi me diera un soponcio cuando en un perfecto castellano escuché a través de un lejano megáfono ¡venga Ana! ¡bravo Ana!

Al oír esto solo me puede imaginar una cosa, tenía cerca un grupo de ciclista@s españoles de esos que van con todo organizado, es decir con soporte y desde la furgoneta estaban animando a una de las ciclistas con un megáfono, de nombre Ana, claro.

Miré para arriba, nada, miré para abajo, nada. Ya puestos prefería ser yo quien los pillase, que no ellos a mí. Uno tiene su corazoncito. Así que con aquellas pendientes energúmenas encima me puse a apretar.

Pero a los pocos segundos volví a oír otra vez lo mismo. Pero esos ¿dónde están?, me preguntaba. Pero lo que pasó esta vez es que después de los ánimos a la susodicha Ana empecé a escuchar a Ana Botella y lo del café con leche.

Solté un cago-en-la-puta, puse pie a tierra y metí mano al bolsillo del maillot donde llevo el teléfono. Allí estaba la Sra. Botella soltando su ridículo speech olímpico. ¡Lo que es el azar!, para que luego digan.

Con la presión de otras cosas que llevo en el bolsillo se habían ido produciendo aleatoriamente pulsaciones en la pantalla táctil y el aparato había bajado y empezado a reproducir una parodia del discurso (de ahí los gritos de ¡Venga Ana! ¡Vamos Ana!) de la Sra. Botella. Me estuve un buen rato riendo mientras aprovechaba para pegarme un buen trago, agradeciendo que no viniese ninguna tribu de ciclistas organizados. Ya puestos, se agradecía la soledad.

Rampón inicial en un bello bosque: 11-13%


 En poco más de un kilómetro ha hemos subido esto.

 
¡Ánimo, que ya llegamos! Espectacular.


¡Jolines! (bueno, dije otra cosa), si hace un rato estaba ahí abajo...


Y finalmente (es un recorrido corto) llegué al famoso Plateau, con vistas a Gavarnie. Al final hay un parking y si se quiere estar un poco más enfrente de Gavarnie hay que recorrer un corto tramo sin asfaltar.
 
Poco antes de llegar pasaremos por el último edificio que hay en la carretera, la Gite de Saugué. Esta es una vista hacia el lado contrario de la subida.


Y el excelso panorama sobre Gavarnie (aunque me sobra la línea eléctrica). La verdad es que el sitio es idílico. Me quedaron ganas de darme un paseo y acercarme más al circo.


Por aquí pasa se llega al Refugio-Granja Holle, ruta de peregrinos.



Y la bajada mal, porque como el firme es muy malo (a lo que hay que añadir las obras), con el cacho de pendiente que hay, tuve que estar frenando fuertemente todo el rato. Tampoco es una subida “que uno no debe perderse”. Las que no hay que perderse son todas las otras que hice.

Y la cervecita frente a la iglesia de Gedre. El Ibike Newton descansa sobre el manillar de la bici. Hoy ha marcado la pendiente máxima: un 19,8%.


Altimetría


Altimetría grabada por el Ibike. Comprende primero la subida a Troumouse y después al Plateau de Saugué.

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