lunes, noviembre 17, 2008

¿Vamos hacia la deflación?

Hace unos meses el debate era ¿deflación o inflación? Algunos opinaban que esta crisis se saldaría con una elevada inflación, pero de momento lo que se registra es una caída de precios acelerada, no solo en los activos (la más significativa en inmuebles y acciones) sino en los precios de la energía (¡quién se imaginaba que el precio del petróleo iba a caer de esta forma tan acelerada!), de los alimentos y de los bienes de consumo en general.

Por lo tanto el debate mundial ahora es ¿deflación o no?

Ya conocemos bastante bien las consecuencias de la inflación porque las hemos sufrido en España constantemente y en algunos momentos con intensidad: pérdida del valor adquisitivo del dinero, distorsión en el reparto de las rentas, deudores beneficiados (especialmente el Estado) porque su deuda va perdiendo valor, etc.

Las consecuencias de la deflación son también temibles. Primero tengamos claro que una bajada de precios durante unos meses no es deflación. La deflación es cuando se producen espirales del tipo “bajan los precios-no compro porque bajarán más-no se vende-se bajan más los precios” y así en caída libre. Opinaréis que estas espirales bajistas son formidables, ya que cada vez todo es más barato. De esta forma nuestro dinero cada día vale más y podemos comprar más cosas.
Pero si realmente se entra en una espiral deflacionaria seria, el salario, que es un precio más, el precio de nuestro trabajo, también se vería reducido (aunque esto a nivel global viene ya efectuándose, ya que los puestos de trabajo de personas que se jubilan se van sustituyendo por mileuristas, reduciéndose así constantemente por las empresas el coste de la mano de obra y el poder adquisitivo del asalariado que en su conjunto es así cada vez menor). Por lo tanto para aquellos que tienen deudas sería tremendo, ya que mientras se gana cada vez menos, el importe de la hipoteca no baja. Terrible. Y el Estado saldría seriamente perjudicado por está razón, ya que la deuda creciente que está generando con los “salvamentos” vería incrementada su valor.
Este problema del mayor valor del endeudamiento provoca un segundo efecto. La gente endeudada quiere pagar sus deudas cuanto antes. Para conseguirlo deja de consumir y ahorrar para amortizar créditos y ayuda así a que la espiral a la baja sea aún más enérgica.
Más aún, los intereses no pueden ser negativos. Por lo tanto, por bajos que sean, también aumentan en valor real.

Este finde me he dedicado a leer bastante sobre el tema y tengo ya mi opinión.

Creo que podemos irnos en España a valores de inflación cero o como mucho algo negativos. No veo la espiral deflacionista. Muy mal tendría que estar todo para entrar en ella. Y más aún me sumo a la opinión de Eric Janszen (más adelante la comentaré) quién cree que el viaje será de ida y vuelta. Si hay deflación, será mínima y después volveremos a la inflación, con la cual pagaremos los platos rotos de esta crisis. Pero vayamos por partes.

Mientras la inflación es difícil de combatir, se opina que la deflación es muy fácil de solucionar. Ya sabéis que desde que EEUU acabó con el patrón oro (Nixon en 1971), es decir que la Reserva Federal no iba a dar oro por un billete de dólar (en el caso de los Bancos Centrales, porque a nivel particular ya hacía años que se había suprimido), los anclajes de las monedas a un “valor supremo” quedaron rotos, ya que el dólar se anclaba al oro y todas las monedas, a través de cambios fijos, se anclaban a su vez al dólar. Toda bien ligado, aunque de vez en cuando ocurrían las temidas devaluaciones.

Así se entró en el mundo de los cambios flotantes. Son ahora los mercados quienes fijan continuamente el valor de una moneda respecto a otra. Inseguridad total y desvaríos múltiples, como acabamos de ver en los últimos meses precisamente con el cambio dólar/euro. Se devalúo el dólar hasta 1,60 en poco tiempo y con la misma velocidad ha vuelto a valores de 1,25/1,30. ¿Con que criterio se pueden planear inversiones internacionales, cuando los valores de cambio se alteran de esta forma sin razón fundamental con tal grado de volatilidad?

Por lo tanto, sin patrón oro que nos limite la creación del dinero (que ya no tiene que estar respaldado por este metal), ya ahora no hay nadie ni nada que nos impida hacer el dinero (o sea papelitos) que queramos. Bernanke, presidente de la FED, siempre lo ha tenido muy claro cuando ha expresado que si se produce deflación “se tiran billetes con helicópteros”. Desde que se rompió el patrón oro no ha habido deflaciones. (A pesar de estas evidencias hay ya opiniones, expresadas incluso en el WSJ, sobre la bondad de volver al patrón oro: Judy Shelton – How can the G-20 can rebuild the capitalism of the future).

La realidad, esto supongo que lo tiene todo el mundo claro, es que no nos echarían los billetes, así, tan fácilmente. ¿Qué haría el Estado? Pues emitiría deuda y con ella podría: a) bajar impuestos, ingresando menos y b) Gasto público a mansalva. Obras y más obras (¡que bien que les irá hacer las obras para la Olimpiada a los ingleses!). Krugman, en su artículo del viernes 14 en el NYT decía que la Administración USA debe ya aprobar urgentemente otro paquete adicional de estímulo fiscal de 600 billones de dólares.

¿Así de fácil? Ponemos más dinero a disposición de la gente, provocamos un mayor consumo y de esta forma a mayor demanda precios arriba de nuevo. Pero, ¿funcionará?¿Nos podemos endeudar y endeudar sin límite, sin que pase nada?

Hemos visto que en teoría sería fácil para el Gobierno acabar con una deflación. Pero hay más. Y es que históricamente, salvo en la Gran Depresión en que los precios bajaron un ¡30%! (desde 1930 a 1933 aunque registraron posteriormente, y durante muchos años, subidas y bajadas), no se han producido grandes deflaciones. La referencia más cercana la tenemos con la crisis de Japón de los 90’s. Los precios se quedaron congelados durante años, pero no hubo deflación.

En EEUU únicamente se registró en 1954 una bajada (año a año) del 1,5% (algunos meses, puntualmente, hay registros más altos). Algo muy momentáneo y nada importante. Por lo tanto no hay registradas situaciones similares en las épocas recientes y crisis no han faltado.

Hay otros que opinan que siempre hay formas más radicales de quebrar una deflación, como guerras (80% de inflación en la primera guerra mundial y 100% en la segunda) o nueva subida de los precios del petróleo vía estrangulamiento de la demanda. Soluciones para producir inflación siempre hay muchas. Devaluar el dólar sería otra...

Y me remito al artículo excelente, tal como he comentado antes, de Eric Janzsen (iTulip), The truth about deflation. No cree en la deflación y además piensa que acabaremos en inflación, todo ello debido a que la crisis va a ir limitando la oferta, originada por los cierres de empresas. Y ya sabemos que a menos oferta, precios arriba.

Yo particularmente creo que vamos a sufrir una versión maquiavélica. Ya he comentado en otros posts la dificultad de calcular correctamente el IPC. Y lo va a ser ahora más ya que la composición de la cesta de la compra se va a ver profundamente alterada con la crisis. Mucha gente dejará de comprar determinados productos y en otros casos habrá un efecto sustitución. El retardo con que vamos a ver reflejado todo esto (si realmente quieren reflejarlo) será enorme. Y esto lo comento porque en determinados productos que no podemos eludir, alimentación y energía, vamos a tener inflación (véase el aumento salvaje de precios que han solicitado las eléctricas), y en los productos que podemos evitar, más o menos, vamos a tener deflación, en la medida que la oferta pueda asumirlo. Yo creo que la mezcla de todo esto, conociendo nuestro país, va a suponer un IPC oficial próximo a cero, tasa que permitirá no aumentar los salarios y las pensiones (me refiero al 2009).

Y finalmente comento algo que me preocupa: ¿y si determinados países, como Rusia o los Emiratos Árabes, preocupados por el valor futuro del euro o del dólar, solicitasen de nuevo el respaldo de las monedas con oro, para asegurar así el valor de lo que cobran? Automáticamente ya no se podría generar el dinero que se quisiese. Además recuerdo el mucho oro que nos hemos pulido últimamente. Podéis pensar en ello. Escribiré sobre este asunto otro día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, Joaquín!

 
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