Jim Holt ha escrito un artículo muy interesante en el London Review of Books, que me ha causado honda preocupación. Recuerdo que cuando se inició la guerra de Irak, el abanico de razones con las cuales se intentaba justificar esta guerra era muy amplio. La más romántica era la de “implantar la democracia”.
Era realmente gratificante pensar que EEUU, como si se tratase de un caballero medieval, había decidido gastarse un trillón de dólares y sacrificar tres mis de sus soldados por librar a un país de la tiranía.
Otros opinaban (yo entre ellos), que en realidad lo que estaba buscando esta guerra era satisfacer al lobby militar (con un enorme gasto en armamento) y a un grupo de empresas afines al lobby Bush-Cheney (por ejemplo, Halliburton).
Naturalmente la que más puntos obtenía en esta lista era que los EEUU habían invadido Irak sencillamente por el petróleo. Pero esta opción era tan increíble, que todo el mundo quería pensar que eran otras las razones que motivaban la guerra (incluso algunos se creyeron lo de las armas de destrucción masiva). No nos parecía posible que EEUU podía ser, en pleno siglo XXI, un país colonialista, dispuesto a llevarse la riqueza de otro país, como si estuviésemos en pleno capitalismo del siglo XIX.
Sin embargo, hace muy poco, Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal, lo dijo bien claro en sus memorias: "hay que reconocer lo que todo el mundo sabe, la guerra de Irak es una guerra en gran parte por el petróleo".
Veamos las explicaciones de Jim Holt, que no dejan ya ninguna duda y que probablemente en los meses venideros se demostrará que son correctas.
Iraq tiene 115 billones de barriles de reservas conocidas. Esto es cinco veces más de lo que tiene EEUU. Pero se estima que tiene 220 billones más no descubiertos (y hay quien opina que son 300). Eso significa que el ejército norteamericano está sentado sobre un cuarto de las reservas mundiales de petróleo. El valor del petróleo iraquí que se caracteriza por sus bajos costes de extracción podría ser del orden de 30 trillones de dólares a precios actuales. Podemos comparar esto con el coste de la guerra: 1 trillón de dólares. Se trata por lo tanto de apropiarse de una parte importante de esta riqueza de forma “democrática” y de disfrazar este saqueo.
Para ello se trataría primero de conseguir establecer un gobierno democrático que otorgaría a la compañía estatal Iraq Nacional Oil Company la producción petrolífera de 17 campos de extracción (o sea para beneficio de esta clase gobernante). Sería su cuota como pago a su colaboración. Otros 80 campos, y los que se descubran posteriormente, se cedería su control a compañías extranjeras durante 30 años.
¿Cómo conseguir establecer y mantener este gobierno títere?
Primero estableciendo bases militares permanentes. No se trataría ya de un ejército en guerra. Sería un ejército que defenderá la democracia. Aquí es suficiente con el modelo ya utilizado en Corea. Nada nuevo. Se calcula que bastaría con 35.000 soldados acompañados de igual número de mercenarios. El objetivo básico de estas tropas sería defender las estructuras petrolíferas y naturalmente a la clase dirigente.
Segundo. Troceando el país en tres zonas: Kurdos-Chiítas-Sunitas. Nada de particiones oficiales de facto (Turquía no quiere saber nada de un estado autónomo kurdo y los chiítas podrían hacer amistad con Irán), pero si balcanizar el país, que sería siempre débil estructurado así y facilitaría enormemente su control por el Pentágono.
¿Quién aceptaría este plan?
El partido demócrata norteamericano conoce muy bien este plan y únicamente afirma ahora que el ejército abandonará Irak a largo plazo. Hablan del año 2013. Eso es lo mismo que aceptar que las tropas americanas estarán ahí lo que haga falta (bases permanentes). Ya no sería un ejército invasor. No se diferenciaría de otros países que permiten tener sus bases a los EEUU.
Los votantes estarían encantados si se les garantiza el suministro de petróleo, aunque nunca han demostrado preocupación por ello.
Los líderes de Europa y Japón echarían un guiño de complacencia ante el control de semejante barril de petróleo. Nadie diría nada.
Hasta Bin Laden estaría contento ya que los EEUU podrían sacar sus bases de Arabia Saudí, que es donde se hallan los lugares sagrados islámicos: La Meca y La Medina.
¿Pierde alguien? Probablemente Rusia, cuya oferta energética ya no será tan indispensable para Europa. Otro perdedor sería la OPEP. Encantados todos de ver como el petróleo de Hugo Chavez pierde importancia.
¿Y que pasaría con Irán? Hay quién opina que el gobierno iraní basa su poder en la compra de elites y de los servicios internos de seguridad gracias a un petróleo caro (de la misma forma que Chavez compra votos populares). Si los norteamericanos abriesen salvajemente el grifo del petróleo iraquí se produciría una fuerte caída de los precios del petróleo que podría poner en serio compromiso a los gobernantes de estos dos países (y alejaría el fantasma inflacionario que atemoriza a la economía mundial. Tendríamos nuevamente el barril a 40/50 $).
En EEUU se frotan las manos pensando que pueda repetirse la historia en Irán cuando, después de la segunda guerra mundial, la CIA consiguió su primer éxito propiciando el golpe de estado que entronizó al Sha y puso a disposición de las compañías petrolíferas inglesas y norteamericanas el petróleo Iraní.
¿Y China? Ya sabemos que con sus reservas de dólares invertidas en EEUU compensa el enorme déficit fiscal y comercial norteamericanos. Este poder que tiene actualmente se vería contrarestado por su dependencia energética que estaría principalmente en manos de EEUU. Se asegurarían así la esclavitud inversora de China que devolvería obligatoriamente los dólares que obtiene a consecuencia de una balanza comercial totalmente desequilibrada.
Así vista, la estrategia Bush-Cheney no sería ninguna tontería. Frente a los millones a obtener, lo gastado sería una nimiedad, la supremacía geopolítica estaría asegurada y los muertos que ha costado… pues más mueren en la carretera.
La invasión de Irán no sería ningún fiasco, sería un éxito enorme. Estaríamos ante un plan de diseño maquiavélico, ambiciosamente diseñado y ejecutado, aunque en algunos momentos nos hemos creído que los EEUU estaban pillados en una trampa. Nada de eso. Quieren quedarse para siempre. Irak será un protectorado norteamericano por muchos años, asegurado por sus propias fuerzas armadas y de policía.
Era realmente gratificante pensar que EEUU, como si se tratase de un caballero medieval, había decidido gastarse un trillón de dólares y sacrificar tres mis de sus soldados por librar a un país de la tiranía.
Otros opinaban (yo entre ellos), que en realidad lo que estaba buscando esta guerra era satisfacer al lobby militar (con un enorme gasto en armamento) y a un grupo de empresas afines al lobby Bush-Cheney (por ejemplo, Halliburton).
Naturalmente la que más puntos obtenía en esta lista era que los EEUU habían invadido Irak sencillamente por el petróleo. Pero esta opción era tan increíble, que todo el mundo quería pensar que eran otras las razones que motivaban la guerra (incluso algunos se creyeron lo de las armas de destrucción masiva). No nos parecía posible que EEUU podía ser, en pleno siglo XXI, un país colonialista, dispuesto a llevarse la riqueza de otro país, como si estuviésemos en pleno capitalismo del siglo XIX.
Sin embargo, hace muy poco, Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal, lo dijo bien claro en sus memorias: "hay que reconocer lo que todo el mundo sabe, la guerra de Irak es una guerra en gran parte por el petróleo".
Veamos las explicaciones de Jim Holt, que no dejan ya ninguna duda y que probablemente en los meses venideros se demostrará que son correctas.
Iraq tiene 115 billones de barriles de reservas conocidas. Esto es cinco veces más de lo que tiene EEUU. Pero se estima que tiene 220 billones más no descubiertos (y hay quien opina que son 300). Eso significa que el ejército norteamericano está sentado sobre un cuarto de las reservas mundiales de petróleo. El valor del petróleo iraquí que se caracteriza por sus bajos costes de extracción podría ser del orden de 30 trillones de dólares a precios actuales. Podemos comparar esto con el coste de la guerra: 1 trillón de dólares. Se trata por lo tanto de apropiarse de una parte importante de esta riqueza de forma “democrática” y de disfrazar este saqueo.
Para ello se trataría primero de conseguir establecer un gobierno democrático que otorgaría a la compañía estatal Iraq Nacional Oil Company la producción petrolífera de 17 campos de extracción (o sea para beneficio de esta clase gobernante). Sería su cuota como pago a su colaboración. Otros 80 campos, y los que se descubran posteriormente, se cedería su control a compañías extranjeras durante 30 años.
¿Cómo conseguir establecer y mantener este gobierno títere?
Primero estableciendo bases militares permanentes. No se trataría ya de un ejército en guerra. Sería un ejército que defenderá la democracia. Aquí es suficiente con el modelo ya utilizado en Corea. Nada nuevo. Se calcula que bastaría con 35.000 soldados acompañados de igual número de mercenarios. El objetivo básico de estas tropas sería defender las estructuras petrolíferas y naturalmente a la clase dirigente.
Segundo. Troceando el país en tres zonas: Kurdos-Chiítas-Sunitas. Nada de particiones oficiales de facto (Turquía no quiere saber nada de un estado autónomo kurdo y los chiítas podrían hacer amistad con Irán), pero si balcanizar el país, que sería siempre débil estructurado así y facilitaría enormemente su control por el Pentágono.
¿Quién aceptaría este plan?
El partido demócrata norteamericano conoce muy bien este plan y únicamente afirma ahora que el ejército abandonará Irak a largo plazo. Hablan del año 2013. Eso es lo mismo que aceptar que las tropas americanas estarán ahí lo que haga falta (bases permanentes). Ya no sería un ejército invasor. No se diferenciaría de otros países que permiten tener sus bases a los EEUU.
Los votantes estarían encantados si se les garantiza el suministro de petróleo, aunque nunca han demostrado preocupación por ello.
Los líderes de Europa y Japón echarían un guiño de complacencia ante el control de semejante barril de petróleo. Nadie diría nada.
Hasta Bin Laden estaría contento ya que los EEUU podrían sacar sus bases de Arabia Saudí, que es donde se hallan los lugares sagrados islámicos: La Meca y La Medina.
¿Pierde alguien? Probablemente Rusia, cuya oferta energética ya no será tan indispensable para Europa. Otro perdedor sería la OPEP. Encantados todos de ver como el petróleo de Hugo Chavez pierde importancia.
¿Y que pasaría con Irán? Hay quién opina que el gobierno iraní basa su poder en la compra de elites y de los servicios internos de seguridad gracias a un petróleo caro (de la misma forma que Chavez compra votos populares). Si los norteamericanos abriesen salvajemente el grifo del petróleo iraquí se produciría una fuerte caída de los precios del petróleo que podría poner en serio compromiso a los gobernantes de estos dos países (y alejaría el fantasma inflacionario que atemoriza a la economía mundial. Tendríamos nuevamente el barril a 40/50 $).
En EEUU se frotan las manos pensando que pueda repetirse la historia en Irán cuando, después de la segunda guerra mundial, la CIA consiguió su primer éxito propiciando el golpe de estado que entronizó al Sha y puso a disposición de las compañías petrolíferas inglesas y norteamericanas el petróleo Iraní.
¿Y China? Ya sabemos que con sus reservas de dólares invertidas en EEUU compensa el enorme déficit fiscal y comercial norteamericanos. Este poder que tiene actualmente se vería contrarestado por su dependencia energética que estaría principalmente en manos de EEUU. Se asegurarían así la esclavitud inversora de China que devolvería obligatoriamente los dólares que obtiene a consecuencia de una balanza comercial totalmente desequilibrada.
Así vista, la estrategia Bush-Cheney no sería ninguna tontería. Frente a los millones a obtener, lo gastado sería una nimiedad, la supremacía geopolítica estaría asegurada y los muertos que ha costado… pues más mueren en la carretera.
La invasión de Irán no sería ningún fiasco, sería un éxito enorme. Estaríamos ante un plan de diseño maquiavélico, ambiciosamente diseñado y ejecutado, aunque en algunos momentos nos hemos creído que los EEUU estaban pillados en una trampa. Nada de eso. Quieren quedarse para siempre. Irak será un protectorado norteamericano por muchos años, asegurado por sus propias fuerzas armadas y de policía.
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