Reconozco que en este nuevo año he escrito poco sobre economía en este blog. Las razones son de dos tipos. La primera es que ahora que tengo tiempo he dado la prioridad a renovar tecnológicamente el hogar: nueva super tele, nueva impresora-scanner-fax inalámbrica, nuevos teléfonos inalámbricos, altavoces high-fi para oír el Ipod (¡la de CD’s que me voy a ahorrar!), conectar via Bluetooth los móviles con los ordenadores y un largo etc… y además leerse todas las instrucciones...
Encontrar lo que quieres y comprarlo a buen precio lleva tiempo, pero tiene su compensación. Un ejemplo: el televisor último grito que he adquirido (hasta se puede conectar a la red de los PC’s de casa y transmitir lo que ves en el PC directamente a la Tele sin tener que grabarlo en un DVD o ver las fotos de un Pen Drive directamente en ella). Precio FNAC (que afirman que tienen los precios más bajos): 1.799 euros. Pues lo he encontrado por 1.289 euros. O sea 510 euros menos. El tener tiempo aporta rentabilidad.
Pero por otra parte lo que voy leyendo sobre la evolución económica me va hundiendo anímicamente y se me van las ganas de escribir. Pensaba que con la reacción de los Gobiernos y el plan de ayudas se iba, al menos, a tocar fondo en el 2009 (excepto España que tiene para más tiempo), lo cual no quiere decir que se inicie la recuperación.
Pero por lo que leo esto va a peor. Recuerdo que hace ya unos días hablé de una página en Internet que ha ido acertando los pronósticos. Al igual que recomendé leer el artículo sobre la Crisis sistémica mundial, recomiendo leer el artículo (nº 30) publicado esta semana: Inicio de la secuencia de insolvencia global (está en varios idiomas).
El artículo expone un ejemplo que todo el mundo puede entender:
“Si usted tiene un problema pasajero de dinero y su banco o su familia acepta prestarle los fondos necesarios para superar el traspié, su esfuerzo es bueno para todos. Esto le permite continuar con su actividad, pagar a sus empleados o a usted mismo; su banco o su familia serán reembolsados (con un interés, sin duda alguna en lo que respecta a su banco) y la economía en general se habrá beneficiado con una contribución positiva.
En cambio, si su problema no es de falta dinero sino que su actividad no es rentable y no puede desenvolverse en las condiciones económicas del momento, entonces el esfuerzo de su banco o de su familia es tanto más peligroso para todo el mundo cuanto mas grande sea éste. De hecho, con toda probabilidad, a su primera solicitud de fondos seguirán otras, siempre con la promesa (supongámosla honesta) que el aprieto pronto será superado. Su banco o su familia estarán tanto más incitados a continuar ayudándole ya que corren el riesgo de que el cese su actividad los lleve a perder lo ya prestado.
Pero si la situación continúa empeorándose, lo que es el caso si la situación es un problema de rentabilidad, entonces llega un momento en que se alcanza ciertos límites: primero, el banco decidirá que tiene más que perder al seguir sosteniéndolo que dejándolo caer; segundo, su familia simplemente no tiene más dinero disponible porque usted les consumió todos sus ahorros. Todo indica que no solamente usted está en quiebra e insolvente, sino que probablemente arrastró a su familia a la misma situación o debilitó a su banco. Dio un terrible golpe a la economía de su entorno, incluyendo a su familia. Es importante destacar que todo esto puede ocurrir con total buena fe en caso de un abrupto cambio de las condiciones económicas que modifican la rentabilidad de su actividad sin que usted haya percibido la magnitud de las consecuencias para su negocio”.
Un ejemplo que puede aplicarse totalmente a las inmobiliarias españolas. Ese es su problema: la solvencia, no la liquidez. Refinanciándolas solo se consigue alargar el problema: están casi todas muertas.
Por lo tanto, por más dinero que le echemos al sistema económico, si estamos ante un problema de rentabilidad mundial, no lo vamos a resolver. Estamos ante un agujero negro de inmensas proporciones ante el cual las recetas económicas al uso parece ser que ya no solucionan nada. Un ejemplo claro reciente lo tenemos en los bancos ingleses.
Terriblemente preocupante ya que todas las empresas tratan de resolver su problema de forma individual aligerando las plantillas, lo que añade leña al fuego. Es como un Titanic planetario en que todo el mundo quiere que su bote flote y le ponga a salvo aunque el barco se vaya al fondo. No se dan cuenta que el remolino del barco al hundirse los va a arrastrar a todos al fondo.
Encontrar lo que quieres y comprarlo a buen precio lleva tiempo, pero tiene su compensación. Un ejemplo: el televisor último grito que he adquirido (hasta se puede conectar a la red de los PC’s de casa y transmitir lo que ves en el PC directamente a la Tele sin tener que grabarlo en un DVD o ver las fotos de un Pen Drive directamente en ella). Precio FNAC (que afirman que tienen los precios más bajos): 1.799 euros. Pues lo he encontrado por 1.289 euros. O sea 510 euros menos. El tener tiempo aporta rentabilidad.
Pero por otra parte lo que voy leyendo sobre la evolución económica me va hundiendo anímicamente y se me van las ganas de escribir. Pensaba que con la reacción de los Gobiernos y el plan de ayudas se iba, al menos, a tocar fondo en el 2009 (excepto España que tiene para más tiempo), lo cual no quiere decir que se inicie la recuperación.
Pero por lo que leo esto va a peor. Recuerdo que hace ya unos días hablé de una página en Internet que ha ido acertando los pronósticos. Al igual que recomendé leer el artículo sobre la Crisis sistémica mundial, recomiendo leer el artículo (nº 30) publicado esta semana: Inicio de la secuencia de insolvencia global (está en varios idiomas).
El artículo expone un ejemplo que todo el mundo puede entender:
“Si usted tiene un problema pasajero de dinero y su banco o su familia acepta prestarle los fondos necesarios para superar el traspié, su esfuerzo es bueno para todos. Esto le permite continuar con su actividad, pagar a sus empleados o a usted mismo; su banco o su familia serán reembolsados (con un interés, sin duda alguna en lo que respecta a su banco) y la economía en general se habrá beneficiado con una contribución positiva.
En cambio, si su problema no es de falta dinero sino que su actividad no es rentable y no puede desenvolverse en las condiciones económicas del momento, entonces el esfuerzo de su banco o de su familia es tanto más peligroso para todo el mundo cuanto mas grande sea éste. De hecho, con toda probabilidad, a su primera solicitud de fondos seguirán otras, siempre con la promesa (supongámosla honesta) que el aprieto pronto será superado. Su banco o su familia estarán tanto más incitados a continuar ayudándole ya que corren el riesgo de que el cese su actividad los lleve a perder lo ya prestado.
Pero si la situación continúa empeorándose, lo que es el caso si la situación es un problema de rentabilidad, entonces llega un momento en que se alcanza ciertos límites: primero, el banco decidirá que tiene más que perder al seguir sosteniéndolo que dejándolo caer; segundo, su familia simplemente no tiene más dinero disponible porque usted les consumió todos sus ahorros. Todo indica que no solamente usted está en quiebra e insolvente, sino que probablemente arrastró a su familia a la misma situación o debilitó a su banco. Dio un terrible golpe a la economía de su entorno, incluyendo a su familia. Es importante destacar que todo esto puede ocurrir con total buena fe en caso de un abrupto cambio de las condiciones económicas que modifican la rentabilidad de su actividad sin que usted haya percibido la magnitud de las consecuencias para su negocio”.
Un ejemplo que puede aplicarse totalmente a las inmobiliarias españolas. Ese es su problema: la solvencia, no la liquidez. Refinanciándolas solo se consigue alargar el problema: están casi todas muertas.
Por lo tanto, por más dinero que le echemos al sistema económico, si estamos ante un problema de rentabilidad mundial, no lo vamos a resolver. Estamos ante un agujero negro de inmensas proporciones ante el cual las recetas económicas al uso parece ser que ya no solucionan nada. Un ejemplo claro reciente lo tenemos en los bancos ingleses.
Terriblemente preocupante ya que todas las empresas tratan de resolver su problema de forma individual aligerando las plantillas, lo que añade leña al fuego. Es como un Titanic planetario en que todo el mundo quiere que su bote flote y le ponga a salvo aunque el barco se vaya al fondo. No se dan cuenta que el remolino del barco al hundirse los va a arrastrar a todos al fondo.
Gráfico de evolución de las quiebras en EE.UU.
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