viernes, enero 04, 2013

Feliz Año Nuevo

La felicidad que nos desean nuestros amigos y familia para este año que acabar de empezar suele expresarse en pocas palabras ya que los SMS, correos y WhatsApp facilitan la brevedad.

Sin embargo algunos tienen la posibilidad de ampliar este deseo ya que escriben en la prensa. Un ejemplo es el de mi amigo Rafael Bardají, que hace pocos días nos deseaba en el Heraldo de Aragón que el 2013 pase muy rápido. Da a entender en el artículo que desea que pase rápido este año porque el próximo año será mejor. Le envié un correo (que me parece que no le ha llegado) explicándole que si desea que pase rápido el 2013, también mejor que lo haga ya con el 2014, 2015, etc. Hay tela para rato por más brotes verdes que nuestros gobernantes Peperos vean con el dato de empleo de Diciembre. Se engaña quien quiere.

Quienes han felicitado el Año Nuevo de forma ejemplar han sido Almudena Grandes y Juan José Millás. Dos artículos estupendos como corresponde a dos grandes escritores. No pienso poner un enlace, no sea que los perezosos ni los lean.

Aquí van.

Almudena Grandes - Feliz año nuevo

Yo les voy a pedir que sean felices

Empezamos mal, lo sé. La detestable herencia de 2012 proyecta una borrasca de negros nubarrones sobre nuestras cabezas. Hemos dado sangre, sudor y lágrimas, a cambio de más sangre, de más sudor y de más lágrimas, pero todavía quieren más, aún dicen que no es suficiente. Que, de momento, no van a subir el IVA, así que lo subirán. Que quizás ha llegado el día de revisar el derecho a la huelga, así que lo limitarán. Que tanta manifestación da muy mala imagen de nuestro país, así que buscarán una fórmula para seguir despojándonos de nuestro patrimonio, vendiendo empresas públicas, desmontando servicios, deteriorando la democracia y endureciendo las condiciones de vida de los más débiles, sin que la gente salga a la calle a protestar. Ahora la estupidez sucede al crimen. Nada tan oportuno como este viejo verso de Luis Cernuda para saludar al año que empieza.
Y sin embargo, yo les voy a pedir que sean felices. Que busquen en su interior la llama de una ilusión pequeña, pero tenaz, y la alimenten con mimo durante los 365 días que nos esperan. Que se cuiden, y cuiden a los que tienen cerca. Que sonrían a los adultos, que les hagan cosquillas a los niños. Que canten viejas coplas, alegres o nostálgicas, y bailen agarrados, que se besen mucho, todo lo que puedan, y se esmeren en cocinar platos sabrosos, barrocos, para disfrutarlos juntos en mesas vestidas con manteles blancos. Que aprovechen las mañanas de sol y las tardes de lluvia. Que se muestren orgullosos de su amor. Que lo derrochen.
La amargura nos hará débiles. La indiferencia, la desesperanza, la desunión de las víctimas, fortalece siempre a los culpables. No lo consientan. No les dejen entrar en su casa, emborronar sus paredes, secar sus macetas, acechar el sueño de sus hijos. Sean fuertes, por favor, y sean felices. Porque la felicidad es la mejor manera de resistir.


Juan José Millás - Azotes
El futuro, por lo que pudimos entender a Rajoy, son seis millones de parados que garantizan el pánico y la sumisión esenciales en cualquier dictadura, económica o no se presentó ya como un presidente del Gobierno sin voluntad propia, externalizado hasta las cachas, por utilizar su jerga, o privatizado, por llamar a las cosas por su nombre. Se ha puesto a la venta y lo han comprado como en su día se puso a la venta Telefónica, sin otro objeto que el de enriquecer a los compañeros de pupitre de las clases altas y dar trabajo, cuando así lo requirieran las circunstancias judiciales, a individuos como Urdangarin. 

Rajoy obedece órdenes de un consejo de administración que, a la sombra del Consejo de Ministros, SL, ha decidido obtener el dinero grande de la gente pequeña: funcionarios, enfermos crónicos, pensionistas, párvulos de la enseñanza primaria y secundaria… IVA, IBI, gas, luz, agua, recogida de basuras, multas de tráfico, recetas médicas, tasas judiciales, leyes, decretos, disposiciones transitorias o permanentes, todo lo que a usted se le ocurra, en fin, tiene un destino oscuro, como de paraíso fiscal, y unas víctimas claras. Es el momento del lucro, proceda este del negocio de la justicia, de la industria de la educación, o de la explotación de la salud, por citar los casos que se suelen poner sobre la mesa. Significa que usted y yo, como el resto de los españoles de las clases medias y bajas, estamos privatizados también. Externalizados, según ellos. Nos han vendido al Ibex 35 o al Nasdaq, lo mismo da, o a los mercados de futuro.
El futuro, por lo que pudimos entender a Rajoy, son seis millones de parados que garantizan el pánico y la sumisión esenciales en cualquier dictadura, económica o no. Cuando el proceso se perfeccione, el Ministerio de Trabajo, previo pago o copago de las tasas que imponga la ley, le señalará a usted quién es su dueño y cuántos azotes se merece por tener lo que tiene o por carecer de lo que carece. Feliz año.
 
Por mi parte, feliz año, dentro de lo que cabe, a todos.

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