Ya que no puedo hacer ejercicio, a la espera que mi cadera diga que ya está disponible para la acción, al menos he dedicado estos meses a mejorar mi estado de salud via alimentación. No hay como tener una dietista actuando continuamente a tu lado para que te vuelvas consciente de lo que estas (y has estado) metiendo en el cuerpo y eso que me considero una persona que no hace excesos.
Con un ligero sobrepeso durante años (IMC 27), sobrepeso que el propio cuerpo se dedica a guardar a efectos de tener grasa sobrante cuando se la demando de forma salvaje en pocas horas (véase la ascensión al Bishorn, fácil, pero exigente en cuanto a energía), no me había planteado volver a un IMC correcto (el límite superior es 25). En pocas semanas y fácilmente he reducido los kilos necesarios para estar como una rosa ¡y sin ejercicio! Ya me froto las manos pensando lo que supondrá escalar llevando de menos encima esos kilos.
Pero lo mejor de todo ha sido el cambio radical de hábitos en la alimentación. Tenía pensado para Sant Jordi comprar el libro Comer sano para vivir más y mejor de José Enrique Campillo que había ojeado previamente en Abacus y que ya tengo casi leído. Teniendo en cuenta que me consideraba una persona con bastante control sobre lo que como ahora me doy cuenta del margen que existe para mejorar nuestros hábitos.
Dos cosas quedan claras con la lectura del libro. Primero, lo peor de todo, más que comer mal, es comer mucho. La segunda, que el factor más importante de envejecimiento es la alimentación. La alimentación saludable es la medida antienvejecimiento más poderosa.
Todo esto lo pensaba hoy cuando la página Pepera El Confidencial se dedicaba, un día más, a exaltar las virtudes de su líder, San Rajoy. El motivo de aclamación hoy eran sus buenos hábitos: fuma puros continuamente (¿?) y camina rápido “los días que puede permitírselo”. Un deportista impresionante. Leer el artículo (El saludable estilo de Rajoy: hacer footing fumándose un puro es posible) para reír un poco. Y no nos dicen nada de sus hábitos culinarios, pero uno ya se imagina como irá la cosa comiendo continuamente en restaurantes y no precisamente de los baratos. Pronto tendrá la ocasión de deleitar el Fibrimex (nueva ingeniería de la alimentación).
Y para acabar un tema relacionado. ¿Es el deporte absolutamente bueno? ¿Lo es el deporte de competición, siempre al límite? Mi opinión es que no, y más cuando los deportistas de élite, y no solo los ciclistas, que son el paradigma, caen en el consumo de productos que les ayuden a ser competitivos, ya que sus ingresos dependen de ello. Hoy vemos en la prensa una muerte súbita (no quiero decir con ello que este atleta tomase nada) en una persona joven aparentemente sana. Cada vez estamos viendo más ejemplos.
Con un ligero sobrepeso durante años (IMC 27), sobrepeso que el propio cuerpo se dedica a guardar a efectos de tener grasa sobrante cuando se la demando de forma salvaje en pocas horas (véase la ascensión al Bishorn, fácil, pero exigente en cuanto a energía), no me había planteado volver a un IMC correcto (el límite superior es 25). En pocas semanas y fácilmente he reducido los kilos necesarios para estar como una rosa ¡y sin ejercicio! Ya me froto las manos pensando lo que supondrá escalar llevando de menos encima esos kilos.
Pero lo mejor de todo ha sido el cambio radical de hábitos en la alimentación. Tenía pensado para Sant Jordi comprar el libro Comer sano para vivir más y mejor de José Enrique Campillo que había ojeado previamente en Abacus y que ya tengo casi leído. Teniendo en cuenta que me consideraba una persona con bastante control sobre lo que como ahora me doy cuenta del margen que existe para mejorar nuestros hábitos.
Dos cosas quedan claras con la lectura del libro. Primero, lo peor de todo, más que comer mal, es comer mucho. La segunda, que el factor más importante de envejecimiento es la alimentación. La alimentación saludable es la medida antienvejecimiento más poderosa.
Todo esto lo pensaba hoy cuando la página Pepera El Confidencial se dedicaba, un día más, a exaltar las virtudes de su líder, San Rajoy. El motivo de aclamación hoy eran sus buenos hábitos: fuma puros continuamente (¿?) y camina rápido “los días que puede permitírselo”. Un deportista impresionante. Leer el artículo (El saludable estilo de Rajoy: hacer footing fumándose un puro es posible) para reír un poco. Y no nos dicen nada de sus hábitos culinarios, pero uno ya se imagina como irá la cosa comiendo continuamente en restaurantes y no precisamente de los baratos. Pronto tendrá la ocasión de deleitar el Fibrimex (nueva ingeniería de la alimentación).
Y para acabar un tema relacionado. ¿Es el deporte absolutamente bueno? ¿Lo es el deporte de competición, siempre al límite? Mi opinión es que no, y más cuando los deportistas de élite, y no solo los ciclistas, que son el paradigma, caen en el consumo de productos que les ayuden a ser competitivos, ya que sus ingresos dependen de ello. Hoy vemos en la prensa una muerte súbita (no quiero decir con ello que este atleta tomase nada) en una persona joven aparentemente sana. Cada vez estamos viendo más ejemplos.
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