A lo malo no se le puede llamar por su nombre. Estamos en el reino de los eufemismos. Las subidas de precios son variaciones de nivel, el decrecimiento es crecimiento negativo, un anciano es un adulto mayor, los presos son internos, los despidos son reajustes en el mercado laboral o mejor aún desvinculaciones, un gordo una persona con sobrepeso, un asilo se convierte en un geriátrico, un ciego es un no vidente y un cementerio un jardín de paz.
Por lo tanto una subida de impuestos, algo negativo, no puede denominarse así y se ha transformado en un “impulso fiscal extraordinario” o también en una “consolidación fiscal”.
Recuerdo que en nuestro país algo provisional o extraordinario se convierte siempre en algo permanente. Nos toman el pelo a destajo.
Por lo tanto una subida de impuestos, algo negativo, no puede denominarse así y se ha transformado en un “impulso fiscal extraordinario” o también en una “consolidación fiscal”.
Recuerdo que en nuestro país algo provisional o extraordinario se convierte siempre en algo permanente. Nos toman el pelo a destajo.
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