He escrito en varias ocasiones sobre la cortedad de miras del empresariado español, que no sabe ver más allá de unos pocos meses, yo diría semanas. Su corto plazo es impresionante. Sólo ve lo inmediato. Quiere aprovechar la presión de los 3,7 millones de parados sobre los precios del mercado laboral y no sabe ver, ni le importa, nada más.
Sus soluciones y las de la oposición, en momentos de crisis como los actuales, pasan por reducir los salarios y aprobar el despido libre.
Cualquiera que tenga un mínimo de conocimientos de macroeconomía en su cabeza sabe perfectamente que si reducimos poder adquisitivo, ya de por sí tocado, acabamos de hundir el consumo y entrar así (más aún) en la consabida espiral recesiva. Si se bajan los salarios y se vende menos, nos quedaremos igual o a lo mejor peor.
Si a esto le añadimos que el Gobierno, para ayudar también, sube los impuestos y reduce el poder de compra, estamos al cabo de la calle.
¿Considera toda esta gente que se puede seguir comprando lo mismo con más impuestos, salarios más bajos y más desempleo? ¿Han perdido la lucidez mental?
Por eso ayer me relamí de gusto. Porque es un Catedrático de Política Económica de la UB, Antón Costas, quién en El País Negocios de ayer decía cosas como estas:
“El tercer factor que deprime el consumo son los bajos salarios. De acuerdo con los datos de la Encuesta de Estructura Salarial que acaba de publicar el INE, durante el periodo entre 2004 y 2007 los salarios brutos de la mitad de los asalariados españoles está por debajo de los 1.141 euros brutos (dos veces el salario mínimo). Con la crisis, esta situación debe haber empeorado en 2008 y 2009. Es evidente, cuando uno mira los salarios, que no era oro todo lo que relucía en la década dorada de la expansión.
Pero como si esto no fuera de por sí un panorama anoréxico, el consumo está expuesto ahora a una nueva y peligrosa combinación de políticas. El presidente del Gobierno ha decidido que las clases medias y trabajadoras ya no necesitan ningún tipo de transfusión y pueden ser ya donantes de impuestos. Y, por su parte, el presidente de la patronal CEOE defiende una reducción de los salarios nominales como forma de salir de la crisis.
Es como si estuviésemos delante del precipicio del consumo, y Gobierno y patronal hubiesen decidido dar un paso al frente.
¿Acaso la CEOE no percibe el riesgo del desplome del consumo? El problema a corto plazo para las empresas no son los salarios sino la caída de las ventas de sus productos. En este escenario, querer reducir los salarios nominales es como escupir al cielo.
¿Cómo se explica, por otro lado, que el Gobierno haya decidido ser el primero en practicar una política de subida de impuestos que pone en riesgo la recuperación y castiga a las clases medias y trabajadoras que constituyen sus principales bases electorales?"
Sus soluciones y las de la oposición, en momentos de crisis como los actuales, pasan por reducir los salarios y aprobar el despido libre.
Cualquiera que tenga un mínimo de conocimientos de macroeconomía en su cabeza sabe perfectamente que si reducimos poder adquisitivo, ya de por sí tocado, acabamos de hundir el consumo y entrar así (más aún) en la consabida espiral recesiva. Si se bajan los salarios y se vende menos, nos quedaremos igual o a lo mejor peor.
Si a esto le añadimos que el Gobierno, para ayudar también, sube los impuestos y reduce el poder de compra, estamos al cabo de la calle.
¿Considera toda esta gente que se puede seguir comprando lo mismo con más impuestos, salarios más bajos y más desempleo? ¿Han perdido la lucidez mental?
Por eso ayer me relamí de gusto. Porque es un Catedrático de Política Económica de la UB, Antón Costas, quién en El País Negocios de ayer decía cosas como estas:
“El tercer factor que deprime el consumo son los bajos salarios. De acuerdo con los datos de la Encuesta de Estructura Salarial que acaba de publicar el INE, durante el periodo entre 2004 y 2007 los salarios brutos de la mitad de los asalariados españoles está por debajo de los 1.141 euros brutos (dos veces el salario mínimo). Con la crisis, esta situación debe haber empeorado en 2008 y 2009. Es evidente, cuando uno mira los salarios, que no era oro todo lo que relucía en la década dorada de la expansión.
Pero como si esto no fuera de por sí un panorama anoréxico, el consumo está expuesto ahora a una nueva y peligrosa combinación de políticas. El presidente del Gobierno ha decidido que las clases medias y trabajadoras ya no necesitan ningún tipo de transfusión y pueden ser ya donantes de impuestos. Y, por su parte, el presidente de la patronal CEOE defiende una reducción de los salarios nominales como forma de salir de la crisis.
Es como si estuviésemos delante del precipicio del consumo, y Gobierno y patronal hubiesen decidido dar un paso al frente.
¿Acaso la CEOE no percibe el riesgo del desplome del consumo? El problema a corto plazo para las empresas no son los salarios sino la caída de las ventas de sus productos. En este escenario, querer reducir los salarios nominales es como escupir al cielo.
¿Cómo se explica, por otro lado, que el Gobierno haya decidido ser el primero en practicar una política de subida de impuestos que pone en riesgo la recuperación y castiga a las clases medias y trabajadoras que constituyen sus principales bases electorales?"
Tendremos que enviarle copia de este artículo al Sr. Recarte quien, cómo comenté hace unos días, opina que nuestros salarios son MUY ALTOS y todo se arreglaría ¡bajándolos!
Leeros todo el artículo, ya que es excelente.
Leeros todo el artículo, ya que es excelente.
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