Ya hace mucho tiempo que deseaba pararme un momento en Bonansa (en uno de esos tránsitos entre la Ribagorza y el Valle de Arán o el Valle de Boí), pero siempre lo dejaba para otra ocasión. Y los motivos para parar eran dobles.
En primer lugar en Bonansa nació en 1896 Joaquín Maurín, que como dice la placa en la que fue su casa (ahora está dedicada al turismo rural) fue un “escritor y político que consagró su vida a la clase obrera y a la causa de la libertad”. Maurín fue el líder del POUM durante la guerra civil y podéis leer un breve resumen de su vida en Wikipedia. Exiliado, se salvó de la represión franquista viviendo en EE.UU, falleciendo en 1973 en Nueva York.
Y la visita a Bonansa para ver la casa de Maurín se debía a que mi cuñada Anabel Bonsón (ver la reseña de una charla sobre Maurín que dio en Guayente) escribió en 1994 la única biografía existente de él, biografía que viene prologada por Marcelino Iglesias, entonces presidente de la Diputación de Huesca y ahora Presidente de la Comunidad Aragonesa y nacido también en Bonansa.
El otro motivo de la visita era ver la mini iglesia románica que está en lo alto del pueblo, dominando un panorama soberbio. Nada mejor que hacerlo en esta época del año cuando el verde y el blanco se unen al omnipresente azul del cielo, para dibujar unos horizontes realmente bellos.
La ermita de Bonansa está dedicada a un santo que me es muy especial: San Aventín, como mi segundo apellido. Santo de origen francés (San Aventín de Aquitania, aunque hay otros), no me voy a extender sobre su historia, ya que he descubierto un excelente artículo (aquí es donde se agradece la existencia de Internet) donde se explica por M.J. Fuster perfectamente todo lo relacionado con este apellido y la Ribagorza. La sorpresa ha sido descubrir que algunas de las fotos de este artículo son de mi primo Santiago Ricarte.
Una cosa sobre la que no he podido leer nada nunca es sobre la relación del nombre de estos santos con una de las siete colinas de Roma: el Aventino.
Vuelvo a Bonansa y a su ermita: estamos ante el románico más antiguo (y más pequeño) de la Ribagorza, principios del siglo XI.
Cito lo que indica José Luis Aramendía en el Tomo I de su obra El Románico en Aragón en la página 201: “…De regreso en Bonansa se toma un empinado sendero y en poco tiempo estamos en San Aventín, ermita solitaria y exenta en lo alto de un cerro que domina el caserío… es San Aventín (9-1-994) una diminuta construcción, rústica, de marcado carácter castrense y paredes en piedra sin pulir, unidas con gruesa capa de argamasa, algo mejor alineadas por la parte interior de la nave, de planta regular y ábside exteriormente semicircular e interiormente de herradura, guardando gran parecido con la ermita de los Santos Justo y Pastor de Tella, coincidencia que permite datar su construcción en el siglo XI.
La iluminación se conseguía mediante dos vanos aspillerados y adintelados, ambos con derrame hacia el interior, centrado uno en el ábside y bajo el hastial occidental el segundo. La puerta original, que abría en el muro sur, fue tabicada por la parte exterior, apreciándose al interior su hueco en forma de nicho con arco de medio punto de extraordinaria simplicidad. La actual, centrada en la fachada occidental, tiene también arco dovelado de medio punto que descansa en jambas monolíticas.
La bóveda apuntada es sin duda una reconstrucción posterior, quizá por hundimiento de la cubierta original.
La mesa del altar en ruda forma de “T”, nos acerca más aún a su origen mozárabe.”
A pesar de estar cerrada la ermita pude hacer una foto del interior a través del estrecho vano que hay en la puerta.
Las fotos del panorama y de los grandes prados verdes están obtenidas subiendo más arriba de donde se halla la ermita hasta una especie de collado. Desde este punto la vista es inmensa (la fotografía comprende unos 210 grados), ya que abarca la vertiente aragonesa y la leridana.
Las dos primeras fotos son de la casa de Maurín y de la placa en su memoria.
Todas la fotos pueden verse más grandes haciendo click encima, especialmente el panorama.
En primer lugar en Bonansa nació en 1896 Joaquín Maurín, que como dice la placa en la que fue su casa (ahora está dedicada al turismo rural) fue un “escritor y político que consagró su vida a la clase obrera y a la causa de la libertad”. Maurín fue el líder del POUM durante la guerra civil y podéis leer un breve resumen de su vida en Wikipedia. Exiliado, se salvó de la represión franquista viviendo en EE.UU, falleciendo en 1973 en Nueva York.
Y la visita a Bonansa para ver la casa de Maurín se debía a que mi cuñada Anabel Bonsón (ver la reseña de una charla sobre Maurín que dio en Guayente) escribió en 1994 la única biografía existente de él, biografía que viene prologada por Marcelino Iglesias, entonces presidente de la Diputación de Huesca y ahora Presidente de la Comunidad Aragonesa y nacido también en Bonansa.
El otro motivo de la visita era ver la mini iglesia románica que está en lo alto del pueblo, dominando un panorama soberbio. Nada mejor que hacerlo en esta época del año cuando el verde y el blanco se unen al omnipresente azul del cielo, para dibujar unos horizontes realmente bellos.
La ermita de Bonansa está dedicada a un santo que me es muy especial: San Aventín, como mi segundo apellido. Santo de origen francés (San Aventín de Aquitania, aunque hay otros), no me voy a extender sobre su historia, ya que he descubierto un excelente artículo (aquí es donde se agradece la existencia de Internet) donde se explica por M.J. Fuster perfectamente todo lo relacionado con este apellido y la Ribagorza. La sorpresa ha sido descubrir que algunas de las fotos de este artículo son de mi primo Santiago Ricarte.
Una cosa sobre la que no he podido leer nada nunca es sobre la relación del nombre de estos santos con una de las siete colinas de Roma: el Aventino.
Vuelvo a Bonansa y a su ermita: estamos ante el románico más antiguo (y más pequeño) de la Ribagorza, principios del siglo XI.
Cito lo que indica José Luis Aramendía en el Tomo I de su obra El Románico en Aragón en la página 201: “…De regreso en Bonansa se toma un empinado sendero y en poco tiempo estamos en San Aventín, ermita solitaria y exenta en lo alto de un cerro que domina el caserío… es San Aventín (9-1-994) una diminuta construcción, rústica, de marcado carácter castrense y paredes en piedra sin pulir, unidas con gruesa capa de argamasa, algo mejor alineadas por la parte interior de la nave, de planta regular y ábside exteriormente semicircular e interiormente de herradura, guardando gran parecido con la ermita de los Santos Justo y Pastor de Tella, coincidencia que permite datar su construcción en el siglo XI.
La iluminación se conseguía mediante dos vanos aspillerados y adintelados, ambos con derrame hacia el interior, centrado uno en el ábside y bajo el hastial occidental el segundo. La puerta original, que abría en el muro sur, fue tabicada por la parte exterior, apreciándose al interior su hueco en forma de nicho con arco de medio punto de extraordinaria simplicidad. La actual, centrada en la fachada occidental, tiene también arco dovelado de medio punto que descansa en jambas monolíticas.
La bóveda apuntada es sin duda una reconstrucción posterior, quizá por hundimiento de la cubierta original.
La mesa del altar en ruda forma de “T”, nos acerca más aún a su origen mozárabe.”
A pesar de estar cerrada la ermita pude hacer una foto del interior a través del estrecho vano que hay en la puerta.
Las fotos del panorama y de los grandes prados verdes están obtenidas subiendo más arriba de donde se halla la ermita hasta una especie de collado. Desde este punto la vista es inmensa (la fotografía comprende unos 210 grados), ya que abarca la vertiente aragonesa y la leridana.
Las dos primeras fotos son de la casa de Maurín y de la placa en su memoria.
Todas la fotos pueden verse más grandes haciendo click encima, especialmente el panorama.
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