lunes, junio 09, 2008

Tocando piedra


Como tengo como afición la escalada, el contacto con la roca es obligado (de eso se trata) y parece ser que este contacto, aunque parezca imposible, acaba impregnando mi cuerpo.
Esta es mi teoría con humor del por que mi riñón (el derecho había de ser) le da por hacer cálculos cada cierto tiempo.
Como todo bicho viviente, los cálculos ansían la libertad, y un día determinado, eso sí, sin previo aviso, deciden ver mundo. Como la salida está pensada para otras cosas, se lía una de mucho cuidado.
Y así he estado unos días, en trance continuo, con calmantes por un tubo. Finalmente el piedro se ha tranquilizado y aunque no ha conseguido sus objetivos, o sea salir, al menos me ha dejado escalar el fin de semana. Estoy dispuesto a moverme lo que haga falta para provocar su salida. No se puede vivir hipotecado pendiente de un parto.

Como el tiempo se ha vuelto loco y a una sequía salvaje ha seguido un período de lluvias sin fin (ya llevamos más de 30 días seguidos de lluvia en Cataluña) y el finde no iba a ser una excepción, nos hemos ido (Josep Emili, Sara y yo) a Subirats, por si las gotas. También se trataba de estar muy cerca del coche por si me daba un nuevo yuyú renal.
Salimos de Barcelona con las calles mojadas y llegamos a Subirats con un cielo azul. Las nubes aguantaron y pudimos hacer unas cuantas vías. Y mira por donde yo iba escalando más fino que nunca y hasta hice una vía cuya parte de arriba nunca la hacía por que no lo veía ni a la de tres. Y mira por donde me salió con un facilidad pasmosa. No hay como ponerte un calmante en el desayuno.
Y el Domingo, con pronóstico meteo malísimo, como no, fuimos a Gorros con Carlos, dispuestos a mojarnos. Para calentar la Neuromante a la Magdalena Inferior, vía fácil. Y en la cumbre un poco de video con mi Lumix-Pentax y así podéis ver el montaje que he hecho. Las próximas escaladas saldrá mejor aún, ya que no tenía ni idea.

Después de la Neuromante hacia el Ullal (Via Atila, V), que está cerquita y como el tiempo ya amenazaba seriamente pasamos a la Miranda donde nos atrevimos con el primer largo de la Gwendal, catalogada miserablemente de V inf, cuando es un V como una catedral y con un inicio fino-fino. Y para cerrar el día (Carlos tenía que irse a las 15.15 h.) hicimos el primer largo de la Canaleta de las Ninfas. Todo muy controlado por si se ponía a llover o mi riñón le daba por organizar un nuevo concierto.

Anécdota del día. Estábamos escalando la Magdalena y luego el Ullal, cuando hemos oído truenos. Pero no, luego nos hemos dado cuenta que más bien eran cohetes y petardos. Pero las rachas eran de diez minutos. Y varias veces. Los pueblos alrededor de Montserrat podían estar de fiesta, pero presupuesto para tal mascletá, estaba claro que no. Y seguimos dándole al tarro. Debe ser una cacería decía Carlos. Pues van a dejar al jabalí machacado. Tampoco. Además ahora en Junio ya no se puede. Pues debe ser una fábrica de petardos que se ha incendiado. Imaginación no faltaba. Total que volvimos a casa sin encontrar explicación al sonido de petardos que nos acompañó todo el día y que rebotaba por todas las paredes de Montserrat.

El Telenoticies de la noche me lo aclaró: en el pueblo del Bruc celebraban el 200 aniversario de la batalla contra los franceses, y donde, gracias al Timbaler y a los ecos de la montaña, se les derrotó flagrantemente.
Y montaron toda una escenificación de la batalla en el pueblo y se pasaron la mañana disparándose trabucazos. Y los franceses eran de verdad. Después se pegaron una comilona para celebrar unos la victoria, otros la derrota y todos ellos lo absurdo de las guerras, como demuestra el paso del tiempo.


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