Los ilusos franceses y los descerebrados italianos votaron no hace mucho gobiernos de derecha.
¿Les ha mejorado la vida gracias a este cambio? Más bien creo que les va a empeorar y de rebote también a nosotros. ¿Se trata de los alimentos o del petróleo? Pues no.
Se trata, queridos mindundis, de haceros trabajar más por el mismo precio.
Y es que el sueño de los explotadores, capitalistas o como queráis llamarles es siempre el mismo: maximizar el beneficio. Y no les importa como.
Gracias a estos desmanes sin fin del Capitalismo triunfó el Comunismo y los explotadores, capitalistas o como queráis llamarles, permitieron en los países industrializados el triunfo de la revolución socialdemócrata. Un mal menor, se dijeron, mejor dar concesiones laborales que no perderlo todo.
Pero como se está viendo esto era un tregua. Desmontando el comunismo el objetivo es ir desmantelando gradualmente las “concesiones” que un día se hicieron.
Hoy asistimos al intento de darle una vuelta de tuerca más: suprimir en la UE la semana laboral de 48 horas que aprobó la Organización Internacional de Trabajadores en ¡1917!.
Si los chinos trabajan 16 horas diarias por un plato de arroz, ¿por qué no conseguirlo con los mindundis europeos, se preguntan los explotadores? ¿Qué tal si les ponemos 60 horas? Hacer el cálculo, por favor, de lo que supone una semana de 60 horas.
Y eso es lo que intentan: que trabajes más, mucho más, por el mismo precio. A esto le llaman mejorar la competitividad y la productividad. Así, a cambio os aseguran el empleo ya que no deslocalizarán más industria, empleo por el que pronto acabaréis percibiendo un suculento plato de arroz como único pago.
Pero no os preocupéis porque antes se habrá roto la baraja, ya que el consumo se habrá hundido ligado a la desaparición de la clase media. El crack de la demanda producirá tales desajustes (si no los está produciendo ya) que se acabará volviendo al proteccionismo y se acabará con la globalización, arma utilizada para rebajaros vuestras rentas y que las acumulen unos pocos. Pero para ello harán falta unas impresionantes “movidas” sociales.
Estos días estamos asistiendo ya a ensayos.
Lo alucinante de todo esto es que estén estudiando este cambio en un momento en que el ciclo económico pide todo lo contrario. La aprobación de una semana de 60 horas incrementaría notablemente el paro en un momento que repunta.
El gobierno socialista ya ha indicado su negativa a esta ley. Pero lo que me pregunto es qué hacen los sindicatos españoles y europeos para evitarla. ¿Cómo se puede aceptar la pérdida de un derecho que tanto costó en su momento, así, por las buenas?
De no hacer nada, dar por seguro que los trabajadores acabaremos a niveles de explotación: Manchester y Liverpool siglo XIX. ¿Quién decía que no se puede viajar en el tiempo?
¿Les ha mejorado la vida gracias a este cambio? Más bien creo que les va a empeorar y de rebote también a nosotros. ¿Se trata de los alimentos o del petróleo? Pues no.
Se trata, queridos mindundis, de haceros trabajar más por el mismo precio.
Y es que el sueño de los explotadores, capitalistas o como queráis llamarles es siempre el mismo: maximizar el beneficio. Y no les importa como.
Gracias a estos desmanes sin fin del Capitalismo triunfó el Comunismo y los explotadores, capitalistas o como queráis llamarles, permitieron en los países industrializados el triunfo de la revolución socialdemócrata. Un mal menor, se dijeron, mejor dar concesiones laborales que no perderlo todo.
Pero como se está viendo esto era un tregua. Desmontando el comunismo el objetivo es ir desmantelando gradualmente las “concesiones” que un día se hicieron.
Hoy asistimos al intento de darle una vuelta de tuerca más: suprimir en la UE la semana laboral de 48 horas que aprobó la Organización Internacional de Trabajadores en ¡1917!.
Si los chinos trabajan 16 horas diarias por un plato de arroz, ¿por qué no conseguirlo con los mindundis europeos, se preguntan los explotadores? ¿Qué tal si les ponemos 60 horas? Hacer el cálculo, por favor, de lo que supone una semana de 60 horas.
Y eso es lo que intentan: que trabajes más, mucho más, por el mismo precio. A esto le llaman mejorar la competitividad y la productividad. Así, a cambio os aseguran el empleo ya que no deslocalizarán más industria, empleo por el que pronto acabaréis percibiendo un suculento plato de arroz como único pago.
Pero no os preocupéis porque antes se habrá roto la baraja, ya que el consumo se habrá hundido ligado a la desaparición de la clase media. El crack de la demanda producirá tales desajustes (si no los está produciendo ya) que se acabará volviendo al proteccionismo y se acabará con la globalización, arma utilizada para rebajaros vuestras rentas y que las acumulen unos pocos. Pero para ello harán falta unas impresionantes “movidas” sociales.
Estos días estamos asistiendo ya a ensayos.
Lo alucinante de todo esto es que estén estudiando este cambio en un momento en que el ciclo económico pide todo lo contrario. La aprobación de una semana de 60 horas incrementaría notablemente el paro en un momento que repunta.
El gobierno socialista ya ha indicado su negativa a esta ley. Pero lo que me pregunto es qué hacen los sindicatos españoles y europeos para evitarla. ¿Cómo se puede aceptar la pérdida de un derecho que tanto costó en su momento, así, por las buenas?
De no hacer nada, dar por seguro que los trabajadores acabaremos a niveles de explotación: Manchester y Liverpool siglo XIX. ¿Quién decía que no se puede viajar en el tiempo?
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