Alucinante de buena mañana: sólo dos semáforos rojos hasta el trabajo. Como en los mejores días de Agosto. ¿Estaremos ya en plan Mad Max y no queda ya combustible?
Visto lo que está pasando por la tarde me he decidido a atacar el supermercado. Me he ido al trastero a buscar mi escopeta de perdigones que utilizaba con mis doce años para sembrar el terror entre los gorriones del Pirineo. Todo el mundo tiene algo en su pasado de lo que arrepentirse. Lo mío es haber matado esos pajaritos a destajo. Pero mira por donde he salido un furibundo anti-caza. Arrepentido que estaba y estoy. He de decir en mi descargo, que antes de salir a la caza de los gorriones iba a misa (todos los días) y terminada la labor, al rosario (todos los días). Matando, pero con fe cristiana. Como la escopeta ya no está en el desván, he tenido que ir al Super a pecho lobo.
Pensaba que me encontraría a las madres o padres de familia intentando conseguir alimentos a vida o muerte. Pero no. Había una paz celestial. Yo, el encargado y la cajera (buen título para una película italiana). El encargado me ha soltado una risa irónica nada más verme. O sea, que se ha descojonado. Y es que en frutas y verduras la ausencia de producto era total. ¿Lo habías visto alguna vez así?, le he dicho al encargado regordete y simpático. Y se ha partido de risa: sí, sí, el día que inauguramos el Super, pero tranquilo que esto es temporal, algún día se llenará, lo que no sé es cuando…y ha continuado riéndose.
Y es que cuando uno lleva varios días cobrando y sin dar golpe, es normal que la felicidad te invada.
Total, que he conseguido unos pimientos padrón y yogures de muesli de coco, que no le gustan a nadie y había un montón, pero a mi Santa le encantan, rara que es. Le he llevado una docena y me ha llenado de besos, porque ya tenía el mono. Papel higiénico había muchísimo. Debe ser que como la gente no come, pues también… Lo que había mucho era vino, latas de berberechos, cerillas, servilletas de papel y sopas. Las sopas no se venden ni con hambre.
Pues nada, tendremos que esperar un poco más para ver Mad Max de verdad.
Y Tina Turner en Mad Max.
Visto lo que está pasando por la tarde me he decidido a atacar el supermercado. Me he ido al trastero a buscar mi escopeta de perdigones que utilizaba con mis doce años para sembrar el terror entre los gorriones del Pirineo. Todo el mundo tiene algo en su pasado de lo que arrepentirse. Lo mío es haber matado esos pajaritos a destajo. Pero mira por donde he salido un furibundo anti-caza. Arrepentido que estaba y estoy. He de decir en mi descargo, que antes de salir a la caza de los gorriones iba a misa (todos los días) y terminada la labor, al rosario (todos los días). Matando, pero con fe cristiana. Como la escopeta ya no está en el desván, he tenido que ir al Super a pecho lobo.
Pensaba que me encontraría a las madres o padres de familia intentando conseguir alimentos a vida o muerte. Pero no. Había una paz celestial. Yo, el encargado y la cajera (buen título para una película italiana). El encargado me ha soltado una risa irónica nada más verme. O sea, que se ha descojonado. Y es que en frutas y verduras la ausencia de producto era total. ¿Lo habías visto alguna vez así?, le he dicho al encargado regordete y simpático. Y se ha partido de risa: sí, sí, el día que inauguramos el Super, pero tranquilo que esto es temporal, algún día se llenará, lo que no sé es cuando…y ha continuado riéndose.
Y es que cuando uno lleva varios días cobrando y sin dar golpe, es normal que la felicidad te invada.
Total, que he conseguido unos pimientos padrón y yogures de muesli de coco, que no le gustan a nadie y había un montón, pero a mi Santa le encantan, rara que es. Le he llevado una docena y me ha llenado de besos, porque ya tenía el mono. Papel higiénico había muchísimo. Debe ser que como la gente no come, pues también… Lo que había mucho era vino, latas de berberechos, cerillas, servilletas de papel y sopas. Las sopas no se venden ni con hambre.
Pues nada, tendremos que esperar un poco más para ver Mad Max de verdad.
Y Tina Turner en Mad Max.
Y Alaska con su Terror en el Hipermercado
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