La finca del Mas Frigola de Sant Climent de Peralta acoge
desde 1996 la celebración de La Carbonera de Forallac (que tiene su origen en
el año 1993, en el Mas Baulida dels Metges), una actividad lúdica y cultural
que nos permite rememorar el viejo y duro oficio de carbonero tal como se
ejercía en el macizo de Les Gavarres (La Bisbal d’Empordà).
La fiesta, que gira entorno a la construcción y encendido de
una carbonera, se ha convertido en una de las celebraciones más populares y
concurridas de la comarca.
Al mismo tiempo se ha convertido en un espacio de relación
humana y de reivindicación de la vinculación histórica que ha mantenido el
hombre con Les Gavarres como espacio habitado y fuente de riqueza de recursos
naturales.
La vertiente pedagógica siempre ha sido una prioridad. Centenares
de estudiantes acuden cada año para conocer de la mano de los carboneros los
secretos y la dureza del oficio. La iniciativa, además, ha generado material
variado en forma de publicaciones, exposiciones y audiovisuales. Asimismo, se
han promovido intercambios con otras regiones – con carboneros de Suecia (2001)
y de la Catalunya Nord
(2007-2008).
Por otro lado, La Carbonera se ha convertido en un punto de
encuentro de centenares de personas que aprovechan el buen tiempo de principios
de otoño para reunirse, disfrutar del contacto con la naturaleza, comer al aire
libre, explicar historias cerca del fuego o pasear por el entorno, en un
ambiente relajado, festivo y de mucha fraternidad.
Y así el domingo pasado fuimos invitados por la familia Ponsati a
celebrar esta fiesta otoñal con una gran comida familiar (treinta personas) y con
el mejor de los días posibles en cuanto a climatología. Una gran fiesta a la
que concurre toda la comarca (La Bisbal d’Empordà, Peratallada, Vulpellac, Corçà,
Pals, etc.) reuniéndose multitud de personas y cada familia con su propio fuego y
sus mesas. Tuvimos la suerte de que nos presentaran a Lluís, la persona que
tuvo la iniciativa de recuperar este antiguo oficio que él conocía a fondo y
que gracias a su empeño se ha podido conservar.
No hay ni que decir que nuestros estómagos quedaron
arrasados ante la avalancha de lo que cayó en nuestros platos.
Una fiesta popular, con gran arraigo en la comarca, ya que
todos los días (incluidos laborables) va la gente a comer e incluso a cenar (y
hay días que la música en directo acompaña a los comensales) mientras arde La Carbonera,
o sea unos veinte días.
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