Ridley Scott fascinó en su momento. Blade Runner y Alien, dos películas de ciencia ficción muy diferentes, se convirtieron en películas de culto. La trilogía de lo mejor de la ciencia ficción se completa con el 2001 de Stanley Kubrick, la más fidedigna a lo que es el tema de los viajes en el espacio.
Ridley Scott no ha podido evitar volver al tema y esta vez ha traspasado la línea roja. Prometheus es una película banal de serie B.
Eso sí, con 3D y con todos los efectos especiales (en ese aspecto la película es impresionante) inimaginables tan solo hace unos años, la película supone una muestra de lo que puede hacerse con la aplicación de la tecnología a la imagen del cine.
Pero el guión es infumable. Ya 2001 nos avanzaba el encuentro del ser humano con una manifestación de vida extraterrestre, el TMA-1, un monolito hallado en el cráter lunar Tycho, que ocasionaba una anomalía magnética considerable. Unos meses después, el ser humano envía una nave a los alrededores de Júpiter y sale en una de las naves esféricas que lleva la gran nave a investigar un enorme monolito negro que orbita la luna Ío y que fue el origen de la señal similar a la del TMA-1 en 1999. No parece haber interacción alguna, pero de pronto, al acercarse hacia él considerablemente y hallarse frente a una conjunción astral lineal que forma una cruz latina y cristiana con el monolito situado perpendicularmente, el tripulante (David) comienza un viaje extraño y alucinante, por unos paisajes psicodélicos de luz y color a gran velocidad. El final del viaje es psicodélico total y ha dado lugar a mil interpretaciones diferentes.
Prometheus es una mezcla de todas estas películas. Pero una mezcla mala.
En resumen las películas de ciencia ficción tienen básicamente dos posibilidades: nos vienen a visitar los extraterrestres, o vamos nosotros a verlos, ya que seguro que existen (eso dicen, aunque no hay la más mínima prueba).
Lo más fácil es lo primero, ya que somos conscientes de que esto de viajar por el espacio no da mucho de sí (y no es solo un problema de tecnología) y lo más corriente es suponer que los de fuera son más listos y por lo tanto saben como recorrer distancias siderales en un plis-plas y así vienen a vernos con diferentes fines.
Recuerdo ahora la admirable novela Cita con Rama de Arthur C. Clarke (1972) que se aparta de esta visión clásica y los extraterrestres pasan de largo porque nuestro planeta es una porquería que no vale la pena visitar.
Ridley Scott nos expone en esta película que la creación de vida en la Tierra (anti Darwinismo a tope) es debida a unos tíos listos que visitaron nuestro planeta hace miles de años y lo irrigaron con su ADN explosivo, lo que dio lugar a toda la vida conocida. Así de fácil y elemental. Para partirse de risa.
Y he aquí que unos investigadores descubren a final del siglo XXI una cueva en Escocia con pinturas donde se dibuja la galaxia de donde venían los Marianos-creadores.
Y como las ciencias adelantan que es una barbaridad, pues nada mejor que ir a verlos. Y para allá que se van en una nave descomunal. Nada de problemas de energía para subir al espacio masa tal y menos para estar dos años de tripi acelerado. Tan descomunal es la nave que hasta se permiten el llevar una mesa de billar para no aburrirse. El problema es que van hibernados y no les da tiempo para jugar, ya que cuando llegan al presunto planeta de los Marianos, el androide que lleva la nave les despierta a todos y se han de poner a currar.
Divertido ver que cuando se despiertan, después de dos años de viaje, es cuando les explican de que va la misión. Para echarse a reír.
No voy a explicar más de la peli. Siguiendo el guión de Alien, el monstruo/monstruos (ahora mejorados y ampliados) obviamente devoradores como normalmente ocurre con todos los alienígenas exceptuado E.T. (que quería vovler a su casa visto el percal) hacen trizas a casi todos los débiles y tontos humanos cuya tecnología nunca sirve de nada. Y lo que llegan a descubrir después de semejante viajecito es que los Marianos-creadores (que nos superan en violencia) tienen el mismo ADN que los humanos. O sea, hermanos en el fondo.
Por lo tanto la búsqueda del CREADOR no ha finalizado y el androide y la prota, únicos supervivientes del choque de civilizaciones tan de moda ahora, se van a la búsqueda del planeta VERDADERO, ya que este solo era una base militar y así da pie para hacer otra peli buscando a Susan desesperadamente.
Terrible esto de buscar un creador, muy del gusto yanqui. Porque cuando lo hallas entonces te puede preguntar ¿y quien creó al creador? Y así puedes hacer infinitas pelis, que es de lo que se trata. Interesante recordar lo de los hindús quienes creen que la Tierra se soporta en un disco apoyado sobre los lomos de cuatro elefantes. ¿Y quien soporta a los elefantes? Pues el caparazón de una tortuga gigante. ¿Y quien soporta a la tortuga? Pues flota sobre las aguas de un gran océano, que llenaba todo el universo. ¿Y quien soporta el océano? Y ahí se quedó la cosa.
Si Kubrick a pesar de cuidar hasta el detalle (ya se sabe que cuando Kubrick hacia una película había de ser “la película”) perfeccionista su 2001, cometió innumerables errores, Ridley Scott se lo pasa todo por el forro (la lista de desmanes llenará páginas y páginas): nave espacial haciendo ruido en el espacio (no hay atmosfera y no puede haber sonido) y motores en permanente acción (lo que produciría un movimiento acelerado continuo) y un montón de desatinos más (el tema de la gravedad totalmente mal tratado, ya que para tener gravedad la nave tendría que girar sobre si misma).
Ha sustituido el HAL de 2001 por un androide, como si esto de fabricar seres humanos de plexiglás (y por cierto, listísimos que se lo saben todo, incluso la lengua del planeta que van a visitar, lo que tiene sus bemoles) fuese como hacer BMW’s, pero Blade Runner ya nos permitía creer en ello.
Al menos en 2001 los tripulantes parecían cosa seria. En Prometheus el comandante-piloto parece que lleva un Quad y recuerda al piloto de “Aterriza como puedas”.
Si uno pretende disfrutar de los avances tecnológicos en el cine, pues nada, a ponerse las gafas y pagar casi 11€ por la tomadura de pelo de esta exhibición de filosofía barata. Si se quiere ver una historia con pies y cabeza, mejor dedicar el dinero a otras cosas.
1 comentario:
Fui a verla el sábado con mi hijo y fue decepcionante, todo prometía se quedó en fuego de artificio pretenciosa y muy floja. Mucha acción sin sentido, guión pésimo y absurdo, personajes impresentables e incompetentes parecían una panda de adolescentes irresponsable ¿quién fue el jefe de personal que los eligió para esta misión?,y misión financiada por un viejo supermillonario para satisfacer ¿un capricho, deseo de conocer y llegar a la inmortalidad?, en fin comparto totalmente tú opinión película insustancial para pasar un rato y olvidar.
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