Esta ascensión estaba ya hace tiempo en la lista de espera. Nada más entrañable que subir a la estación de esquí que he visto nacer y en la que he pasado eternas horas de felicidad esquiando.
Ya en el lejano y distante 1966 subí una primavera con los esquís hasta el Ampriú. Algo que puede sonar a normalidad. Pero en aquel año aún no había carretera a Cerler. Una pista llegaba cerca del pueblo, hasta un torrente, y a partir de allí había que ponerse los esquís al cuello y caminar lo suyo. Aquello estaba de lo más virgen. Una gozada.
Creo recordar que fue en 1970 cuando se inauguró la estación, aunque al principio el Ampriú seguía sin ser esquiable. Años más tarde la carretera llegó hasta este valle, fruto de la ampliación de la estación, y se construyó el primer telesilla. Lo de llegar al Gallinero llegó mucho más tarde.
Fue en estas laderas, las que hoy he recorrido con la bici, donde hice mi primer y último cursillo de parapente, que fue, nada más y nada menos, el primero que se realizó en España, aunque llamarle “cursillo” es algo atrevido. Tres participantes en esta masacre organizada acabamos en el hospital y lo de volar lo dejé aparcado sine die. A los avisos del cielo hay que hacerles caso.
He aparcado hoy antes de llegar a Benasque, ya que está el pueblo rebosante de gente, lo que no quiere decir que esté con ocupación plena, según me han explicado. La crisis dicen que se nota. He preferido empezar la subida a Cerler con tres kilómetros en las piernas, ya que en las primeras rampas se mueve el tema alrededor de un exigente 10% hasta que se pasa el mirador. Más arriba, pasado el pueblo, también hay unos kilómetros a este porcentaje.
Una subida que daba tiempo para disfrutar con muchos recuerdos: mis primeras esquiadas cuando abrió la estación (recuerdo un lunes, día laborable, haber sido el único cliente de la estación), cuando me rompí la pierna de la forma más estúpida, cuando enseñaba a mi hija a esquiar, cuando me la pegué con el parapente, los escasos descensos con mi mujer (poco amante de lo blanco), cuando subí al Gallinero con raquetas, cuando subí a la Selva Negra desde aquí… y, claro, faltaba ahora añadir la bici.
Y hoy ha sido el día de la ascensión perfecta. He disfrutado subiendo cómodamente (la forma física va progresando) y me ha dado una gran satisfacción, cuando atravesaba las fuertes curvas que hay antes del cuartel militar (ya cerrado ¡y antes de la crisis!), que una chica haya bajado la ventanilla del coche y me haya gritado ¡OLÉ! Se agradece la ayuda moral cuando estas en pleno esfuerzo.
Y bajando tenía delante todas esas montañas que he subido en su totalidad: desde el Gourgs Blancs y Arlaud, al Perdiguero, Boum, Maupás, Crabioules, Posets, Llardana, Espadas, Pavots, Eristes, etc., etc. Sensacional día. ¡Y no he pinchado! ¡Aleluya!
12 km. de subida (+ 3 de aprox.) y 896 m. de desnivel acumulado, ya que hay tres bajadas en el trayecto y por lo tanto no vale hacer el cálculo que indican las fichas de altimetría: 1.912 m. - 1.142 m., lo que da 770 m.
Fotos:
Arriba en la terraza del bar del Ampriu.
Abajo:
1-2) Vista del valle desde el mirador. En tan solo tres kilometros la altura ganada es espectacular. Puede verse perfectamente la expansión urbanísitica que se quería hacer de Benasque hacia su parte alta. Un "bello proyecto" que dormirá años en el cajón.
3) Pueblo de Cerler pasadas las fuertes lazadas que hay al salir del pueblo. Al fondo, una espectacular vista sobre las Tucas de Ixea (son las cumbres que están sobre la vertical de la carretera. A su izquierda, siguiendo la cresta se ven la Tuca del Mont y la Pala Laulo, cumbre a la que subí no hace mucho tiempo. Tras estas montañas se alza altivo el Posets y la cresta que lleva al Espadas. La gran pirámide negra es la Tuca de la Llantia.
4) La carretera está señalizada para los ciclistas al estilo francés (se agradece el detalle, única ruta que he visto así señalizada hasta la fecha en la tierra patria) y cada kilómetro de los doce puede leerse información detallada de lo que llevas y de la pendiente que le espera a uno el próximo kilómetro. Esta foto es de la última señal. Para acabarlo de arreglar le da un desnivel de 756 m. a la subida.
5) Telesilla con bici. Hay un telesilla abierto (no es el de la foto) en verano y se pueden subir bicis BTT y bajar a toda pastilla (¡atento Carlos, que aquí puedes disfrutar a lo grande!).
6-7) El Ampriú todo verde.
8) Y el omnipresente Perdiguero también visible durante la subida (y el Malpás también).
Fotos:
Arriba en la terraza del bar del Ampriu.
Abajo:
1-2) Vista del valle desde el mirador. En tan solo tres kilometros la altura ganada es espectacular. Puede verse perfectamente la expansión urbanísitica que se quería hacer de Benasque hacia su parte alta. Un "bello proyecto" que dormirá años en el cajón.
3) Pueblo de Cerler pasadas las fuertes lazadas que hay al salir del pueblo. Al fondo, una espectacular vista sobre las Tucas de Ixea (son las cumbres que están sobre la vertical de la carretera. A su izquierda, siguiendo la cresta se ven la Tuca del Mont y la Pala Laulo, cumbre a la que subí no hace mucho tiempo. Tras estas montañas se alza altivo el Posets y la cresta que lleva al Espadas. La gran pirámide negra es la Tuca de la Llantia.
4) La carretera está señalizada para los ciclistas al estilo francés (se agradece el detalle, única ruta que he visto así señalizada hasta la fecha en la tierra patria) y cada kilómetro de los doce puede leerse información detallada de lo que llevas y de la pendiente que le espera a uno el próximo kilómetro. Esta foto es de la última señal. Para acabarlo de arreglar le da un desnivel de 756 m. a la subida.
5) Telesilla con bici. Hay un telesilla abierto (no es el de la foto) en verano y se pueden subir bicis BTT y bajar a toda pastilla (¡atento Carlos, que aquí puedes disfrutar a lo grande!).
6-7) El Ampriú todo verde.
8) Y el omnipresente Perdiguero también visible durante la subida (y el Malpás también).
Cerler fue final de etapa de la Vuelta a España el año 2007. La etapa la ganó Leonardo Piepoli y Menchov se hizo con el liderato ganando la Vuelta ese año. También lo fue en 1991 con Indurain atacando a Mauri (la etapa la ganó Ivanov), quien venció al que sería ese mismo año ganador de su primer Tour y al que seguirían cuatro más. Induraín nunca ganó la Vuelta.
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