Y después del Aubisque me fui para el Marie Blanque. Me
habría ido en bici, empalmándo con el
Aubisque, pero era mediodía y caía una de cuidado. Así que hice unos
pocos kilómetros en coche desde Laruns hasta Bielle, pueblo donde comienza este
puerto de nombre tan bonito.
En el pueblo, tan previsores ellos, los franceses, claro,
tienen dos zonas donde se puede aparcar. Así da gusto. Dejé el coche en la zona más
próxima ya al puerto (del parking al comienzo hay unos quinientos metros) que
tiene un pequeño jardín enfrente.
Me vino a ver el empleado del ayuntamiento que lo hace todo,
o sea, recoge la basura, limpia las calles, cuida los jardines, se preocupa del
alumbrado, etc.
Había caído la bomba de neutrones habitual a mediodía y los habitantes
de Bielle habían desaparecido y este
buen hombre, falto de conversación, se vino raudo hacia mí.
Me explicó donde obtener agua antes de salir y me previno de
lo que me esperaba al subir el Marie Blanque a estas horas y con una ola de
calor tan salvaje. Cuando le dije que ya venía del Aubisque soltó el clásico
¡Mon Dieu!
Poco después me acordaba de él y es que el Marie Blanque es
muy solanero en esta vertiente y rápidamente exige del ciclista un buen
esfuerzo. Los nueve primeros kilómetros son los más duros (ver altimetría).
Poco a poco desapareció el litro y medio de agua que llevaba
y puedo asegurar que nunca antes (en toda mi vida) no recuerdo haber sudado
tanto en el plazo de una hora. Salvaje esfuerzo que en algún momento casi me
lleva a tirar la toalla. El
quedarme deshidratado era algo que entraba dentro de lo posible. No se por qué me acordaba continuamente de
los dos escaladores que sacaron con helicóptero hace unos años del Mallo Pisón. Se
les ocurrió en un día así de Agosto meterse en una vía a pleno sol y se quedaron fundidos.
Hizo falta una buena dosis de voluntad para seguir
pedaleando, pero como ya estaba allí…
En las pocas sombras que encontraba a esa hora, con el sol
cayendo verticalmente, me paré a beber varias veces y soñaba con esas
imágenes que a veces veo en las vueltas ciclistas con los coches de apoyo
pasándoles bolsas de hielo a los corredores que se colocan en la nuca.
Como no tenía coche de apoyo y en el puerto no había ni
rastro de ciclistas (tontos no son) para dar moral, superé con gran esfuerzo este raro puerto, ya que
toda la pendiente se resuelve en su primera parte y cuando llegas al tramo
superior hay un llano increíble lleno de pastos, ganado y ponis de alquiler
para los más pequeños: el Plateau de Bénou, lleno de gente haciendo picnic y
lugar placentero de verdad ya que durante un rato llaneas con la bici
despreocupadamente.
Pasado el Plateau de Bénou hay un kilómetro al 7,5%, pero
eso es todo. Después muy buena sombra (bosque divino y salvador) y a disfrutar del puerto que ya estaba muy
cerca.
Lo impresionante era ver que en la otra vertiente del puerto
se estaba montando una niebla tremenda, algo habitual en el Pirineo francés (y
muy fácil verlo en los Alpes, e incluso en España, en sitios como Nuria o incluso
Montserrat por las tardes).
En el puerto me encontré con un único ciclista que además era
español y había subido por la otra vertiente. ¡Había salido de Jaca y volvía al
punto de partida!
En el puerto no había casi nadie y un matrimonio se ofreció
a hacerme la foto de rigor. La niebla lo invadió todo muy rápido y salí a toda
pastilla, ya que el cambio de temperatura que estaba sufriendo era brutal.
El descenso de este puerto (poco tráfico) es de lo más
placentero, especialmente en el tramo del Plateau de Bénou. No me pasó nadie en el descenso y tampoco me vi obligado a pasar coches, como en el
Aubisque: la taquicardia es total cuando haces un adelantamiento a 70 Km/h. a un coche en
plena pendiente, a pesar de que solo lo hago cuando lo tengo muy claro. Riesgos
los mínimos.
Al volver por la tarde el termómetro del coche marcaba 39º
en Sabiñanigo, Fiscal, Boltaña y Ainsa. En Foradada (1.000 m. de altitud) 36º.
En Graus 38º a las siete de la
tarde. Lo nunca visto.
“La”
Marie Blanque es un col de 11,4 km. y casi 600 m. de desnivel por esta
vertiente de Bielle. Debe su nombre a Marie Asserquet, doncella famosa en el
valle de Aspe por las poesías que leía en las exequias fúnebres de sus convecinos
y por su blanca palidez.
Como la etapa clásica Pirenaica en el Tour es
Aubisque-Tourmalet-Aspin-Peyresourde, el Marie Blanque (al oeste del Aubisque)
se queda muchos años sin ser visitado por la ronda francesa. En cambio la
Quebrantahuesos, con origen y final en Sabiñanigo, sí que pasa por él (y además
por el Somport y el Portalet).
Fotos:
1) Plateau de Bénou en dirección Bielle.
2) Plateau de Bénou en dirección del puerto (ya está cerca), invadido por la niebla.
3) El puerto en plena niebla.
4) Panorama desde el final de la subida y entrada en el Plateau de Bénou. A este punto se le denomina Col du Porteig, ya que supone abandonar la vertiente de Bielle, que es la que se ve en este bello panorama tomado al bajar.
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