En pleno Agosto como suele ocurrir ya muy frecuentemente en
este país, se han modificado leyes aprovechando que la gente está en la playa y
que con tanto calor se está más preocupado del botijo que del BOE.
Y aprovechando que TVE ya solo dedica sus telediarios al calor que hace, ya que no
hay nada más interesante para mostrar en sus noticias (excepto el futbol y los toros), el gobierno ha
publicado la enésima reforma financiera. Dicen que la hacen pero que no tienen intención de utilizarla. Bueno, visto lo ocurrido con los aeropuertos, hasta
puede que sea verdad.
Se trata ahora de permitir que el estado se quede un banco a la primera de cambio aunque no huela a azufre. Pero, ¿cuándo un banco huele
azufre? ¿Cuándo podemos decir que va mal?
Pues la ley afirma que "la intervención será posible en las entidades que, aunque cumplan con los
requisitos de solvencia o liquidez, y puedan seguir adelante sin ayudas
públicas, presenten “elementos objetivos” conforme a los cuales “resulte
razonablemente previsible” que no pueda seguir cumpliendo las
exigencias de ordenación y disciplina. ¿Y cuales son esos elementos objetivos si hace cuatro días un banco que cumplía solvencia y liquidez y no necesitaba ayudas públicas era una joya?
Con la competencia bancaria ya reducida de forma
impresionante con el gran número de fusiones realizadas hasta la fecha, se trata ahora de
dejar la oferta reducida a cinco o seis bancos para satisfacción del trio bancario español dominante: Caixa-Santander-BBVA.
No hay que desaprovechar la ocasión para comerse alguno más
y entregar sus huesitos al monstruo oligopolista bancario español creado
gracias a la crisis.
La ley permite que la merienda se realice de forma fulgurante. A la que un banco tosa, pues ñam, ñam. ¿Y quien se queda el banco
merendado? Pues ahí viene lo mejor. Tenemos otra ley que permite adjudicar comprador a dedo: este banco para ti que me caes simpático y este otro para ti que eres un cielo, y además, claro, lo hago por el interés general.
Nada de subastas públicas al mejor postor. Se adjudica a
dedo y se supone que el comprador, agradecido, algo hará por el partido (una caja de cava en
navidad, por ejemplo) y para los que mueven el dedo puede darse el caso que para
Navidad los Reyes les dejen a título personal algo más que carbón en una cuenta en Suiza
agradecidos por regalarles un banco y al precio que han fijado entre ellos tomándose
una buena comilona en un tres estrellas Michelín, comida que pagarán los
accionistas si se trata de un banco que verá su capital desaparecer al estilo
Bankia, o que pagarán los inversores en preferentes y subordinados por el estilo si se trata de una de esas
cajas a las que “Europa” no permite que se les devuelva más allá del 20% de lo
que invirtieron.
Atentos pues inversores en bancos a lo que dice el texto de la ley: “Los accionistas, cuotapartícipes o socios, según corresponda, de las
entidades serán los primeros en soportar pérdidas”. Y
“los acreedores subordinados de las entidades soportarán en su caso,
pérdidas derivadas de la reestructuración o resolución después de los
accionistas”.
Atentos porque hasta la ley deja claro que no habrá indemizaciones ni reclamando por la vía legal. Atado y bien atado el atraco perfecto que tenemos a la vista y con la ley en la mano. Huyamos de
la banca…
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