Después de leer el interesante libro de Edurne Pasabán me he leído este libro, sobre las experiencias en el Himalaya de Iñaki Ochoa, publicado dos años después de su fallecimiento.
Iñaki, además de subir ocho miles, escribía y lo hacía bien. Difícil en este tipo de libros presentar ópticas diferentes a las habituales y manidas. Lástima que no publicase ya en vida, porque leyendo el libro uno no sabe si la familia ha pasado las tijeras a lo escrito, o se ha publicado todo íntegramente. Me inclino por lo primero.
Iñaki era de esos privilegiados que trabaja en lo que le gusta y que en su tiempo libre hacía lo mismo que le gustaba hacer cuando trabajaba. Hay ya muy pocos seres en el planeta que puedan permitirse estos lujos.
Podemos afirmar que se trataba de un Himalayista ya que casi todo su CV montañero se desarrolló en estas montañas. Un poquito de Pirineo, un poquito de Alpes, otro poco de Andes y muchísimo Himalaya, por devoción y por obligación, ya sea ascendiendo como cámara de TV, llevando clientes de empresas comerciales, invitado a otras, o en ascensiones pagadas de su bolsillo.
Y como dice el refrán, cada maestrillo su librillo, e Iñaki no podía ser menos. Tenía su criterio propio sobre como moverse por los ochomiles y que se resumían en no utilizar oxígeno, actuar en muchas ocasiones solo, e incluso en las últimas ascensiones pasó a considerar como método óptimo el tema de las ascensiones-express, es decir subir de un tirón un ocho mil, con el riesgo para el cuerpo que suponen las ascensiones rápidas.
Sólo, al estilo de Messner (quien ya advirtió que es muy fácil confundir los términos), es decir, sólo desde el principio al final, ida y vuelta, partiendo de tu propio campo base, que has montado con tus medios, tú solito, creo que no hizo así ninguna cumbre. Esto es casi imposible de realizar hoy en día, a no ser que te vayas por una vía dificil. Y solo, y además con dificultad, eso solo está al alcance de gente del nivel de Messner (y lo hizo por que le había dejado su chica y estaba despechado).
Iñaki hizo algunas ascensiones prácticamente con sus propios medios. Mucho mérito.
Como explicaba el gallego, el protagonista de El secreto de las fiestas, novela del malogrado escritor Francisco Casavella, estamos continuamente sujetos a las modas, ya desde el colegio. Y en la montaña yo ya he visto muchas. Ahora en el Himalaya se llevan las ascensiones express, estilo que va acompañado obviamente de un mayor riesgo.
Iñaki no pudo evitar catalogar al personal que asciende ocho miles en cuatro grupos, denigrando a tres de ellos:
- alpinistas, llevan años preparándose para una ascensión
- astronautas, pretenden reducir la altura de los ochomiles usando oxígeno embotellado
- lunáticos, sin experiencia, jamás han subido a montañas de estas dimensiones
- turistas, pagan 3 kilos a una agencia para que les suban
¿Cómo se puede diferenciar uno de las masas, si hasta los turistas suben ocho miles?
Pues haciéndolo a saco paco y sin oxígeno, como si subieses al Puigmal, pero a ocho mil metros.
Sin embargo … a 5.200 m. de altura la presión del oxígeno se ha reducido ya a la mitad, y a la altura del Everest un tercio. Un palo para el cuerpo circular (¡subir!) a esas alturas. Y una vez tras otra. Año tras año. Y a veces varias ascensiones por temporada. Iñaki hizo 200 expediciones alcanzando con éxito quince veces una cumbre de ocho mil metros y otras muchas que estuvo muy cerca de la cumbre. No hizo los catorce porque ese no era su objetivo. Iñaki era un hippie del Himalaya.
Iñaki era muy fuerte. Con tantas ascensiones no podía ser de otra forma. Pero el buen funcionamiento previo nunca garantiza que un día puedas tener mal agudo de montaña (MAM) y desarrollar un edema cerebral o pulmonar (o ambos, como en el caso de Iñaki). Y cuando esto ocurre el problema está servido y no tiene solución. Bajar a una persona que no puede caminar desde un ochomil es casi imposible. Un ejemplo de ello lo podemos leer en el libro que escribió Eduard Sallent, “Mentre hi hagi llum” (Mientras haya luz), sobre la accidentada ascensión al Nanga Parbat que hicieron en Julio del 1997, ascendiendo por la Pared del Diamir. Un ochomil puede ser fácil, como el Cho-Oyu, siempre que no te pase nada…
Una visión de la montaña bastante ética la de Iñaki, auténtica pasión, vida intensa, aunque opinar negativamente de los turistas alpinos y vivir de ellos siempre lleva a confusión. Si no fuese así solo los que tienen dinero y tiempo, o logran mecenas a base de asumir metas cada vez más complicadas, podrían pisar esas montañas.
Un libro que recomiendo leer a todos aquellos que tengan aficiones alpinas.
Y un comentario final sobre un tema que me ha dejado perplejo. Cuando en el 2004 Iñaki sube al K2 se encuentra con otras expediciones españolas a las que acude a saludar en el campo base. Ni una palabra sobre Edurne Pasabán. Cuando días después asciende, se cruza con Oiarzabal, que baja tocadísimo, con congelaciones que le supusieron la pérdida de los dedos de los pies y así lo explica en el libro. También debió cruzarse con Edurne, que también bajaba tocada. Ni una palabra en el libro. Ni una palabra en los muchos agradecimientos que hay en el libro, cuando Edurne habla de él como un gran amigo (y más aquí). No la nombra en todo el libro. Misterios. ¿Censura de la familia por algún tema que no sabemos? ¿Olvido de Iñaki? Muy raro, muy raro. Habrá que investigar.
Vídeo del program que hizo Canal+ sobre Iñaki y que fue utilizado por Guardiola para motivar a sus jugadores (sentido de equipo hasta límites extremos).
Iñaki, además de subir ocho miles, escribía y lo hacía bien. Difícil en este tipo de libros presentar ópticas diferentes a las habituales y manidas. Lástima que no publicase ya en vida, porque leyendo el libro uno no sabe si la familia ha pasado las tijeras a lo escrito, o se ha publicado todo íntegramente. Me inclino por lo primero.
Iñaki era de esos privilegiados que trabaja en lo que le gusta y que en su tiempo libre hacía lo mismo que le gustaba hacer cuando trabajaba. Hay ya muy pocos seres en el planeta que puedan permitirse estos lujos.
Podemos afirmar que se trataba de un Himalayista ya que casi todo su CV montañero se desarrolló en estas montañas. Un poquito de Pirineo, un poquito de Alpes, otro poco de Andes y muchísimo Himalaya, por devoción y por obligación, ya sea ascendiendo como cámara de TV, llevando clientes de empresas comerciales, invitado a otras, o en ascensiones pagadas de su bolsillo.
Y como dice el refrán, cada maestrillo su librillo, e Iñaki no podía ser menos. Tenía su criterio propio sobre como moverse por los ochomiles y que se resumían en no utilizar oxígeno, actuar en muchas ocasiones solo, e incluso en las últimas ascensiones pasó a considerar como método óptimo el tema de las ascensiones-express, es decir subir de un tirón un ocho mil, con el riesgo para el cuerpo que suponen las ascensiones rápidas.
Sólo, al estilo de Messner (quien ya advirtió que es muy fácil confundir los términos), es decir, sólo desde el principio al final, ida y vuelta, partiendo de tu propio campo base, que has montado con tus medios, tú solito, creo que no hizo así ninguna cumbre. Esto es casi imposible de realizar hoy en día, a no ser que te vayas por una vía dificil. Y solo, y además con dificultad, eso solo está al alcance de gente del nivel de Messner (y lo hizo por que le había dejado su chica y estaba despechado).
Iñaki hizo algunas ascensiones prácticamente con sus propios medios. Mucho mérito.
Como explicaba el gallego, el protagonista de El secreto de las fiestas, novela del malogrado escritor Francisco Casavella, estamos continuamente sujetos a las modas, ya desde el colegio. Y en la montaña yo ya he visto muchas. Ahora en el Himalaya se llevan las ascensiones express, estilo que va acompañado obviamente de un mayor riesgo.
Iñaki no pudo evitar catalogar al personal que asciende ocho miles en cuatro grupos, denigrando a tres de ellos:
- alpinistas, llevan años preparándose para una ascensión
- astronautas, pretenden reducir la altura de los ochomiles usando oxígeno embotellado
- lunáticos, sin experiencia, jamás han subido a montañas de estas dimensiones
- turistas, pagan 3 kilos a una agencia para que les suban
¿Cómo se puede diferenciar uno de las masas, si hasta los turistas suben ocho miles?
Pues haciéndolo a saco paco y sin oxígeno, como si subieses al Puigmal, pero a ocho mil metros.
Sin embargo … a 5.200 m. de altura la presión del oxígeno se ha reducido ya a la mitad, y a la altura del Everest un tercio. Un palo para el cuerpo circular (¡subir!) a esas alturas. Y una vez tras otra. Año tras año. Y a veces varias ascensiones por temporada. Iñaki hizo 200 expediciones alcanzando con éxito quince veces una cumbre de ocho mil metros y otras muchas que estuvo muy cerca de la cumbre. No hizo los catorce porque ese no era su objetivo. Iñaki era un hippie del Himalaya.
Iñaki era muy fuerte. Con tantas ascensiones no podía ser de otra forma. Pero el buen funcionamiento previo nunca garantiza que un día puedas tener mal agudo de montaña (MAM) y desarrollar un edema cerebral o pulmonar (o ambos, como en el caso de Iñaki). Y cuando esto ocurre el problema está servido y no tiene solución. Bajar a una persona que no puede caminar desde un ochomil es casi imposible. Un ejemplo de ello lo podemos leer en el libro que escribió Eduard Sallent, “Mentre hi hagi llum” (Mientras haya luz), sobre la accidentada ascensión al Nanga Parbat que hicieron en Julio del 1997, ascendiendo por la Pared del Diamir. Un ochomil puede ser fácil, como el Cho-Oyu, siempre que no te pase nada…
Una visión de la montaña bastante ética la de Iñaki, auténtica pasión, vida intensa, aunque opinar negativamente de los turistas alpinos y vivir de ellos siempre lleva a confusión. Si no fuese así solo los que tienen dinero y tiempo, o logran mecenas a base de asumir metas cada vez más complicadas, podrían pisar esas montañas.
Un libro que recomiendo leer a todos aquellos que tengan aficiones alpinas.
Y un comentario final sobre un tema que me ha dejado perplejo. Cuando en el 2004 Iñaki sube al K2 se encuentra con otras expediciones españolas a las que acude a saludar en el campo base. Ni una palabra sobre Edurne Pasabán. Cuando días después asciende, se cruza con Oiarzabal, que baja tocadísimo, con congelaciones que le supusieron la pérdida de los dedos de los pies y así lo explica en el libro. También debió cruzarse con Edurne, que también bajaba tocada. Ni una palabra en el libro. Ni una palabra en los muchos agradecimientos que hay en el libro, cuando Edurne habla de él como un gran amigo (y más aquí). No la nombra en todo el libro. Misterios. ¿Censura de la familia por algún tema que no sabemos? ¿Olvido de Iñaki? Muy raro, muy raro. Habrá que investigar.
Vídeo del program que hizo Canal+ sobre Iñaki y que fue utilizado por Guardiola para motivar a sus jugadores (sentido de equipo hasta límites extremos).
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