Entre las diferentes políticas económicas que pueden utilizar los gobiernos para actuar sobre la economía, la Política Fiscal y la Política Monetaria son las más determinantes.
La Política Monetaria actúa a través del tipo de interés y de la cantidad de dinero existente en una economía. La Política Fiscal actúa sobre el gasto público y la fijación de los impuestos. Mientras que en la Política Fiscal el Estado interviene activamente, la Política Monetaria no está en sus manos (En Europa es el BCE y en EEUU la Reserva Federal, institución independiente).
Hasta comienzos de los setenta el modelo económico al uso era el Keynesianismo, que abogaba por el uso de la Política Fiscal, como instrumento importante para activar o desactivar una economía.
Pero la aparición de una fuerte estanflación, unos déficit presupuestarios inaguantables en todas las economías desarrolladas y la crisis petrolífera del 73, significaron su liquidación y la entrada en juego de un nuevo modelo económico, el Monetarismo (Milton Friedman y la Escuela de Chicago), que abogaba por la no intervención del Estado y la Política Monetaria como único remedio para todos los males. El monetarismo dio a su vez paso a la revolución de las expectativas racionales, que luego recibió un mayor desarrollo con el nacimiento de las escuelas neoclásicas y neokeynesianas (Bernanke, Krugman y Stiglitz).
Por lo tanto, desde entonces, la Política Fiscal ha visto disminuir su importancia y no se ha recurrido a ella más que en momentos puntuales.
El modelo neoliberal actual aboga por la disminución del Estado. Es decir, cuanto menos intervenga el Gobierno en la economía mejor. Y especialmente si se reducen los impuestos, ya que estos impiden que los mercados se comporten eficientemente. Para conseguir eliminar los impuestos hay que reducir el Estado. Por lo tanto, cuanto menos Estado mejor.
Por eso lo que está ocurriendo en EEUU es muy, pero que muy importante y para explicarlo empecemos recordando lo ocurrido las últimas semanas.
En primer lugar la aparición de datos que confirman que esta economía está al borde de la recesión. Como la Política Monetaria es el instrumento preferido de Política Económica, la Reserva Federal (FED) ha bajado ya los tipos de interés. Pero no parece suficiente, porque los indicadores señalan que se agrava la caída. Por lo tanto, habrá más de la misma medicina y tendremos nueva rebaja de tipos. Pero Bernanke, responsable de la FED, sabe que está empezando a recorrer el mismo camino que su predecesor, Greenspan, que bajó los tipos de tal forma que el dinero tan barato originó las burbujas (bursátil y vivienda) que han llevado a la crisis actual.
Por lo tanto, la Política Monetaria está demostrando que puede ser insuficiente para resolver la crisis o, si la resuelve, sentará las bases para otra en breve plazo. ¿Y que se puede hacer? Pues, sacar la Política Fiscal del baúl de los recuerdos.
Esto es muy importante, porque supone la quiebra del modelo neoliberal (por llamarlo de alguna manera, ya que en mi opinión no ha existido propiamente un modelo teórico económico detrás de toda esta evolución globalizadora). Se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena y piden la intervención del Estado (de la misma forma que pidieron las fuertes inyecciones de dinero para tapar los agujeros bancarios, fruto de las grandes pérdidas originadas por las subprime). Papá Estado de nuevo en acción.
El problema es que no disponen de grandes dosis de esta medicina fiscal. Ahora se están dando cuenta del grave error que fue permitir que Bush bajase los impuestos a los ricos (con el acuerdo de Greenspan). Algo que se ha demostrado totalmente inútil y que lo único que ha conseguido es crear un déficit fiscal grandioso, ya que además se han producido elevados gastos como el de la absurda guerra de Irak. Por lo tanto los gastos del Estado han superado sus ingresos durante todo el mandato de la Administración Bush y el déficit es impresionante. Si no tuviesen este déficit o, mejor aún, disfrutasen de superávit (situación en la que se hallaban las cuentas cuando Clinton finalizó su mandato), ahora podrían intentar reactivar la economía con una profunda y larga actuación en materia fiscal.
Pero el agujero es enorme (que se tapa con endeudamiento creciente) y aunque las cifras del cheque regalo que la Administración quiere hacer a sus ciudadanos parecen grandiosas (inyectará entre 140.000 y 150.000 millones de dólares - unos 100.000 millones de euros, lo que representa un 1% del PIB), pueden ser sólo un parche momentáneo. Si yo fuese Bernanke estaría asustado.
Otra característica a destacar es la urgencia con la que están actuando. No esperan a modificar la Política Fiscal vía reducción de Impuestos. ¡Proceden a devolverlos vía cheques! Una inyección directa de dinero.
Pero, ¿será suficiente? Keynes decía aquello de que “no basta con llevar el caballo a la fuente, sino que además es necesario que beba”. ¿Qué pasará si bajan los tipos y los empresarios no invierten porque las expectativas no aconsejan arriesgar? ¿Y qué pasará si los cheques que recibirá la gente los llevan al banco incrementando el ahorro, en vez de gastarlos aumentando el consumo, que es lo que se pretende?
¿Y qué ocurrirá si se siguen perdiendo puestos de trabajo, como la gigantesca reducción que pretende efectuar la General Motors, con la “invitación a marcharse” a 46.000 personas? ¿No estaremos ante los inicios de la quiebra del modelo globalizador, que ha supuesto que la permanente deslocalización de puestos de trabajo sería SIEMPRE sustituida por la creación de nuevos puestos en otros sectores de la economía?¿Se quebrará el modelo de la misma forma que lo hizo el anterior, con una rotunda y enorme ESTANFLACIÓN, es decir inflación y desempleo?
¿Y si quiebra la demanda (*), de lo cual nadie quiere nunca hablar?
(*) Es decir, se pierde la capacidad de compra de forma definitiva y se hunde el consumo.
La Política Monetaria actúa a través del tipo de interés y de la cantidad de dinero existente en una economía. La Política Fiscal actúa sobre el gasto público y la fijación de los impuestos. Mientras que en la Política Fiscal el Estado interviene activamente, la Política Monetaria no está en sus manos (En Europa es el BCE y en EEUU la Reserva Federal, institución independiente).
Hasta comienzos de los setenta el modelo económico al uso era el Keynesianismo, que abogaba por el uso de la Política Fiscal, como instrumento importante para activar o desactivar una economía.
Pero la aparición de una fuerte estanflación, unos déficit presupuestarios inaguantables en todas las economías desarrolladas y la crisis petrolífera del 73, significaron su liquidación y la entrada en juego de un nuevo modelo económico, el Monetarismo (Milton Friedman y la Escuela de Chicago), que abogaba por la no intervención del Estado y la Política Monetaria como único remedio para todos los males. El monetarismo dio a su vez paso a la revolución de las expectativas racionales, que luego recibió un mayor desarrollo con el nacimiento de las escuelas neoclásicas y neokeynesianas (Bernanke, Krugman y Stiglitz).
Por lo tanto, desde entonces, la Política Fiscal ha visto disminuir su importancia y no se ha recurrido a ella más que en momentos puntuales.
El modelo neoliberal actual aboga por la disminución del Estado. Es decir, cuanto menos intervenga el Gobierno en la economía mejor. Y especialmente si se reducen los impuestos, ya que estos impiden que los mercados se comporten eficientemente. Para conseguir eliminar los impuestos hay que reducir el Estado. Por lo tanto, cuanto menos Estado mejor.
Por eso lo que está ocurriendo en EEUU es muy, pero que muy importante y para explicarlo empecemos recordando lo ocurrido las últimas semanas.
En primer lugar la aparición de datos que confirman que esta economía está al borde de la recesión. Como la Política Monetaria es el instrumento preferido de Política Económica, la Reserva Federal (FED) ha bajado ya los tipos de interés. Pero no parece suficiente, porque los indicadores señalan que se agrava la caída. Por lo tanto, habrá más de la misma medicina y tendremos nueva rebaja de tipos. Pero Bernanke, responsable de la FED, sabe que está empezando a recorrer el mismo camino que su predecesor, Greenspan, que bajó los tipos de tal forma que el dinero tan barato originó las burbujas (bursátil y vivienda) que han llevado a la crisis actual.
Por lo tanto, la Política Monetaria está demostrando que puede ser insuficiente para resolver la crisis o, si la resuelve, sentará las bases para otra en breve plazo. ¿Y que se puede hacer? Pues, sacar la Política Fiscal del baúl de los recuerdos.
Esto es muy importante, porque supone la quiebra del modelo neoliberal (por llamarlo de alguna manera, ya que en mi opinión no ha existido propiamente un modelo teórico económico detrás de toda esta evolución globalizadora). Se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena y piden la intervención del Estado (de la misma forma que pidieron las fuertes inyecciones de dinero para tapar los agujeros bancarios, fruto de las grandes pérdidas originadas por las subprime). Papá Estado de nuevo en acción.
El problema es que no disponen de grandes dosis de esta medicina fiscal. Ahora se están dando cuenta del grave error que fue permitir que Bush bajase los impuestos a los ricos (con el acuerdo de Greenspan). Algo que se ha demostrado totalmente inútil y que lo único que ha conseguido es crear un déficit fiscal grandioso, ya que además se han producido elevados gastos como el de la absurda guerra de Irak. Por lo tanto los gastos del Estado han superado sus ingresos durante todo el mandato de la Administración Bush y el déficit es impresionante. Si no tuviesen este déficit o, mejor aún, disfrutasen de superávit (situación en la que se hallaban las cuentas cuando Clinton finalizó su mandato), ahora podrían intentar reactivar la economía con una profunda y larga actuación en materia fiscal.
Pero el agujero es enorme (que se tapa con endeudamiento creciente) y aunque las cifras del cheque regalo que la Administración quiere hacer a sus ciudadanos parecen grandiosas (inyectará entre 140.000 y 150.000 millones de dólares - unos 100.000 millones de euros, lo que representa un 1% del PIB), pueden ser sólo un parche momentáneo. Si yo fuese Bernanke estaría asustado.
Otra característica a destacar es la urgencia con la que están actuando. No esperan a modificar la Política Fiscal vía reducción de Impuestos. ¡Proceden a devolverlos vía cheques! Una inyección directa de dinero.
Pero, ¿será suficiente? Keynes decía aquello de que “no basta con llevar el caballo a la fuente, sino que además es necesario que beba”. ¿Qué pasará si bajan los tipos y los empresarios no invierten porque las expectativas no aconsejan arriesgar? ¿Y qué pasará si los cheques que recibirá la gente los llevan al banco incrementando el ahorro, en vez de gastarlos aumentando el consumo, que es lo que se pretende?
¿Y qué ocurrirá si se siguen perdiendo puestos de trabajo, como la gigantesca reducción que pretende efectuar la General Motors, con la “invitación a marcharse” a 46.000 personas? ¿No estaremos ante los inicios de la quiebra del modelo globalizador, que ha supuesto que la permanente deslocalización de puestos de trabajo sería SIEMPRE sustituida por la creación de nuevos puestos en otros sectores de la economía?¿Se quebrará el modelo de la misma forma que lo hizo el anterior, con una rotunda y enorme ESTANFLACIÓN, es decir inflación y desempleo?
¿Y si quiebra la demanda (*), de lo cual nadie quiere nunca hablar?
(*) Es decir, se pierde la capacidad de compra de forma definitiva y se hunde el consumo.
1 comentario:
Los articulos de este blog me parecen muy buenos no entiendo porque no hay mas comentarios de los mismos muchas gracias Kim desde la lejana Republica Oriental del Uruguay!
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