Ya que no puedo volar de forma real lo vengo haciendo virtualmente (lo hago desde 1991 cuando compré mi primer FS en Holanda), aunque en los últimos meses, con tantas actividades como tengo, el tiempo para volar a través del ordenador se ha reducido notablemente y los “skills”, como dirían los yanquis, se van perdiendo.
Han progresado tanto los ordenadores, que con las capacidades y velocidades actuales la simulación de vuelo se ha convertido en algo genial y espectacular. No hay mejor forma de aprender geografía que volando con el FS (que es un programa de Microsoft y es lo único realmente bueno que ha hecho en su vida Bill Gates).
Pero esta semana he vuelto a volar bastantes tardes, primero con mi turbohélice preferido, el King Air 350, uno de los aviones más utilizados por particulares y presente en innumerables películas (por ejemplo en El Guardespaldas es el avión que aparece al final de la película, cuando Whitney Houston se va en avión y parece que va a dejar plantado a Kevin Costner).
Después he volado con un CRJ200. No lo había hecho nunca. Pero sólo lo he hecho para simular el accidente que ocurrió el otro día en Lexington (USA). Aunque parezca que lo ocurrido sea de aeropuerto y/o avión bananeros, hace una semana un avión de la compañía COMAIR se estrelló en el aeropuerto de esta ciudad debido a que se equivocó de pista al despegar. El aeropuerto que es muy pequeño, como corresponde a una ciudad del tamaño de Lexington, tiene dos pistas, una larga (la nº 26) y otra corta (la nº 22). La pista 22 no tiene longitud suficiente para que un CRJ200, que es un avión a reacción muy pequeño (50 pasajeros) con dos motores en la cola, pueda alcanzar la suficiente velocidad para volar. Sin embargo el CRJ200 se metió en esa pista y despegó. Bueno, rodó y no llegó a poder levantar la rueda delantera. O sea que ni siquiera llegó a volar. Murieron todos excepto el copiloto que está en estado crítico.
¿Quienes son los culpables?. La torre de control (con la presencia en esos momentos de un solo controlador, cuando la ley obliga a dos, uno para despegues y otro para aterrizajes) indicó claramente la pista buena, o sea la 26. Las luces de la 22 (la mala) estaban incluso apagadas. A pesar de todo eso el avión tomó la 22. ¿Obstinación por el error?¿Obstinación por encontrar la muerte? ¿El azar de nuevo? Todo destila (¡en EEUU, tan preocupados por la eficiencia!) pasotismo. Veamos porqué.
El controlador, una vez transfirió las instrucciones, como no había más tráfico ni de salida ni de llegada, se puso a leer el periódico (oficialmente se ha dicho que se puso a efectuar trabajos administrativos). La torre de control está muy cerca del comienzo de ambas pistas, como he podido comprobar con el Flight Simulator. Sólo que hubiese mirado un momento por los cristales se habría percatado del error del avión. Casi que les habría podido dar un grito.
Pero los que no tienen perdón son los pilotos. Existen instrucciones detalladas de despegue y aterrizaje para cada aeropuerto (SID/STARS) donde aparecen las longitudes y números de las pistas y procedimientos de salida y llegada a los aeropuertos. Pero es que además los números de pista no son números puestos al azar. La pista 22 tiene ese número porque está orientada hacia el rumbo de 220 grados. El otro extremo de la pista tendrá obligatoriamente el número 4 (ya que 220º-180º = 40º). Todo avión tiene dos instrumentos (que a su vez están duplicados para piloto y copiloto) que indican hacia que rumbo se dirige el avión. Por lo tanto si te pones en cabecera de una pista para despegar y el instrumento marca 220º, estás, sin lugar a dudas, en la pista 22. No hay vuelta de hoja. Si el copiloto no fallece ya nos explicará si se habían fumado algo. Lo que está claro es que no volverá a pilotar. Y el controlador puede irse buscando trabajo. Así como el director del aeropuerto, por tener una sola persona en la torre. Como siempre cúmulos de errores. Pero a los 52 muertos de nada les sirven las explicaciones.
Puestos a volar, mis compañeros de trabajo me recordaron (y enseñaron unas fotos espectaculares) la existencia de un aeropuerto fantástico en el Caribe. Se trata del aeropuerto Princess Juliana en la isla de Saint Martin, mitad francesa, mitad holandesa. Los dos extremos de la pista, que es muy corta, acaban en sendas playas, donde los bañistas tienen un espectáculo único asegurado ya que los aviones pasan obligatoriamente sobre sus cabezas a tan sólo 10 m. de altura. Ver un Jumbo tomar tierra en St Martín es todo un acontecimiento (con los flaps a tope y spoilers bien trabajados). No hay posibilidad para el más mínimo error. He conseguido aterrizar con un 737, pero con un 747 (¡son 400.000 Kg.!) es realmente complicado, ya que el aeropuerto carece de ILS (al menos en Flight Simulator) y por lo tanto no hay instrumentación electrónica que te ayude a centrarte en la senda de aterrizaje. Pero continuaré en el empeño. También me han dicho que en las Maldivas hay un aeropuerto por el estilo. Mañana, si tengo tiempo, volaré de La Habana a St. Martin con un 747 para intentarlo de nuevo. Y después a las Maldivas…con un 737.
Pero esta semana he vuelto a volar bastantes tardes, primero con mi turbohélice preferido, el King Air 350, uno de los aviones más utilizados por particulares y presente en innumerables películas (por ejemplo en El Guardespaldas es el avión que aparece al final de la película, cuando Whitney Houston se va en avión y parece que va a dejar plantado a Kevin Costner).
Después he volado con un CRJ200. No lo había hecho nunca. Pero sólo lo he hecho para simular el accidente que ocurrió el otro día en Lexington (USA). Aunque parezca que lo ocurrido sea de aeropuerto y/o avión bananeros, hace una semana un avión de la compañía COMAIR se estrelló en el aeropuerto de esta ciudad debido a que se equivocó de pista al despegar. El aeropuerto que es muy pequeño, como corresponde a una ciudad del tamaño de Lexington, tiene dos pistas, una larga (la nº 26) y otra corta (la nº 22). La pista 22 no tiene longitud suficiente para que un CRJ200, que es un avión a reacción muy pequeño (50 pasajeros) con dos motores en la cola, pueda alcanzar la suficiente velocidad para volar. Sin embargo el CRJ200 se metió en esa pista y despegó. Bueno, rodó y no llegó a poder levantar la rueda delantera. O sea que ni siquiera llegó a volar. Murieron todos excepto el copiloto que está en estado crítico.
¿Quienes son los culpables?. La torre de control (con la presencia en esos momentos de un solo controlador, cuando la ley obliga a dos, uno para despegues y otro para aterrizajes) indicó claramente la pista buena, o sea la 26. Las luces de la 22 (la mala) estaban incluso apagadas. A pesar de todo eso el avión tomó la 22. ¿Obstinación por el error?¿Obstinación por encontrar la muerte? ¿El azar de nuevo? Todo destila (¡en EEUU, tan preocupados por la eficiencia!) pasotismo. Veamos porqué.
El controlador, una vez transfirió las instrucciones, como no había más tráfico ni de salida ni de llegada, se puso a leer el periódico (oficialmente se ha dicho que se puso a efectuar trabajos administrativos). La torre de control está muy cerca del comienzo de ambas pistas, como he podido comprobar con el Flight Simulator. Sólo que hubiese mirado un momento por los cristales se habría percatado del error del avión. Casi que les habría podido dar un grito.
Pero los que no tienen perdón son los pilotos. Existen instrucciones detalladas de despegue y aterrizaje para cada aeropuerto (SID/STARS) donde aparecen las longitudes y números de las pistas y procedimientos de salida y llegada a los aeropuertos. Pero es que además los números de pista no son números puestos al azar. La pista 22 tiene ese número porque está orientada hacia el rumbo de 220 grados. El otro extremo de la pista tendrá obligatoriamente el número 4 (ya que 220º-180º = 40º). Todo avión tiene dos instrumentos (que a su vez están duplicados para piloto y copiloto) que indican hacia que rumbo se dirige el avión. Por lo tanto si te pones en cabecera de una pista para despegar y el instrumento marca 220º, estás, sin lugar a dudas, en la pista 22. No hay vuelta de hoja. Si el copiloto no fallece ya nos explicará si se habían fumado algo. Lo que está claro es que no volverá a pilotar. Y el controlador puede irse buscando trabajo. Así como el director del aeropuerto, por tener una sola persona en la torre. Como siempre cúmulos de errores. Pero a los 52 muertos de nada les sirven las explicaciones.
Puestos a volar, mis compañeros de trabajo me recordaron (y enseñaron unas fotos espectaculares) la existencia de un aeropuerto fantástico en el Caribe. Se trata del aeropuerto Princess Juliana en la isla de Saint Martin, mitad francesa, mitad holandesa. Los dos extremos de la pista, que es muy corta, acaban en sendas playas, donde los bañistas tienen un espectáculo único asegurado ya que los aviones pasan obligatoriamente sobre sus cabezas a tan sólo 10 m. de altura. Ver un Jumbo tomar tierra en St Martín es todo un acontecimiento (con los flaps a tope y spoilers bien trabajados). No hay posibilidad para el más mínimo error. He conseguido aterrizar con un 737, pero con un 747 (¡son 400.000 Kg.!) es realmente complicado, ya que el aeropuerto carece de ILS (al menos en Flight Simulator) y por lo tanto no hay instrumentación electrónica que te ayude a centrarte en la senda de aterrizaje. Pero continuaré en el empeño. También me han dicho que en las Maldivas hay un aeropuerto por el estilo. Mañana, si tengo tiempo, volaré de La Habana a St. Martin con un 747 para intentarlo de nuevo. Y después a las Maldivas…con un 737.
La primera foto es aterrizando en St. Martin con un 737. Puede comprobarse que estoy alto y a la derecha pero, como soy muy bueno pilotando, lo arreglé a tiempo. Se observa que la pista es corta y los extremos acaban en el mar. Debe ser una isla de ensueño. Esta última foto es del King Air 350 volando de Barcelona a Perpignan en el momento de sobrevolar Gerona amaneciendo. Se ve la bahía de Rosas (incluso se ven los "aiguamolls") y el cabo de Creus.
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